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Malvinas: la diplomacia desenmascara al colonialismo

Recién a 30 años de la guerra de Malvinas puede vislumbrarse la posibilidad de alcanzar una posición política unificada respecto de la soberanía de la Argentina sobre las islas Malvinas.

Recién a 30 años de la guerra de Malvinas puede vislumbrarse la posibilidad de alcanzar una posición política unificada respecto de la soberanía de la Argentina sobre las islas Malvinas, lo cual representa una cabal muestra de madurez democrática de casi todo el arco político nacional. Por otra parte, resulta gratificante comprobar que toda Sudamérica está dispuesta a mantener el resonante apoyo de la Unasur a la causa del restablecimiento de negociaciones que obliguen a Gran Bretaña a poner en debate la soberanía sobre nuestras islas del Atlántico Sur.

En este 2 de abril, tan especial para los argentinos, debemos recordar –en primer lugar– a los jóvenes que en 1982 fueron víctimas de una dictadura sangrienta que aplicó la destrucción sistemática del tejido social, la persecución y exterminio de decenas de miles de argentinos, el avasallamiento de las instituciones de la democracia, y un impiadoso ataque a los trabajadores y sus organizaciones.

Esa dictadura decidió marchar a una guerra en forma improvisada y aventurera, provocando un conflicto que aún hoy obliga al Estado nacional a cargar con su más nefasta consecuencia política y diplomática: el enorme retroceso en el histórico reclamo argentino de soberanía frente a la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Sin embargo, pese a tanta adversidad, el pueblo argentino pudo reponerse de esa oscura etapa, reconstruyendo lentamente los pilares básicos del Estado de Derecho, recuperando la confianza y el vínculo con las instituciones y con sus representantes. Poco a poco, los argentinos comenzamos a superar los desafíos que planteó el retorno a la democracia.

A menudo, y más allá de la esperanza y entusiasmo expresados en aquellos primeros años de recuperación democrática, el pueblo debió vivir momentos de profunda crisis, frustrados ensayos económicos, modelos y programas que generaron pobreza, exclusión y concentración de la renta nacional en pocas manos. Todo ello tuvo como ominoso telón de fondo una agobiante certeza instalada por las usinas intelectuales del neoliberalismo: la insoslayable obligación de saldar las deudas que dejó la última dictadura cívico-militar, costara lo que costase a los sectores más vulnerables.

Desde el 25 de mayo de 2003, a partir del proceso político-económico inaugurado por el fallecido ex presidente Néstor Kirchner, y de la continuidad de ese modelo por parte de Cristina Fernández, aquellas políticas públicas que la mayor parte de la dirigencia política consideraba imposibles de instrumentar, fueron puestas en ejecución y los cambios impulsados por el ex mandatario santacruceño ocuparon el centro de la escena nacional, dando comienzo a un período que tiene como epicentro la novedosa reivindicación de quienes fueron protagonistas en la historia reciente de nuestro país y, como nunca antes había sucedido, el Estado asumió un rol activo en el ámbito de los derechos humanos, impulsando la nulidad de leyes que garantizaban la impunidad a los represores de la última dictadura, y reclamando permanentemente a la Justicia que lleve a juicio oral y público a los acusados de haber cometido delitos de lesa humanidad.

Y en ese sentido, la provincia de Santa Fe ha demostrado que está a la cabeza en lo que se refiere a calidad institucional. En los últimos días recibimos al titular de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de la Nación, Guillermo Carmona, quien nos honró con su visita a la Cámara que presido, y nos felicitó por el trabajo realizado sobre Malvinas, haciéndonos entrega del dictamen elaborado en Ushuaia, donde las cámaras de Diputados y Senadores de la Nación debatieron y acordaron en forma unánime ese documento, denominado “Los 10 puntos de Ushuaia sobre Malvinas”, entre los cuales debe destacarse la legítima e imprescriptible soberanía Argentina sobre las islas Malvinas y la vocación por el diálogo y la paz de la Argentina.

Y es bueno subrayar que la reunión de Comisiones en el sur de nuestro país resultó un verdadero ejemplo de convivencia: mientras Inglaterra se dedicaba a militarizar la zona, nosotros respondíamos a esa provocación con el mayor símbolo de toda democracia, al trasladar nuestros parlamentos al lugar más austral del continente, el más cercano a las Malvinas, dando un claro mensaje al mundo.

Y nuestro parlamento también fue el primero del país que se expresó al respecto. En la Cámara de Diputados de Santa Fe hemos aprobado unánimemente un proyecto de declaración sentando posición sobre la soberanía de la Argentina sobre Malvinas, y una clara posición en repudio a los dichos del primer ministro británico, que acusó a nuestro país de colonialista.

Honor a los combatientes que defendieron las islas durante el conflicto del Atlántico sur. Reconocimiento a los veteranos de esa guerra, a quienes durante años se pretendió invisibilizar. Apoyo irrestricto a las acciones diplomáticas que el gobierno nacional viene impulsando en los foros internacionales, con el objetivo de recuperar nuestras Malvinas en forma pacífica, exigiendo al Reino Unido que se someta al Derecho internacional, cumpla con las resoluciones de las Naciones Unidas, y retome con la Argentina negociaciones que incluyan el crucial tema de la soberanía sobre el archipiélago.

(*) Presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe

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