Edición Impresa

Lula no quiere sorpresas y juega todo para cerrar el pleito y evitar el balotaje

Luiz Inácio Lula da Silva puso en marcha una frenética minicampaña para apoyar a la candidata presidencial del Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff

Luiz Inácio Lula da Silva puso en marcha una frenética minicampaña para apoyar a la candidata presidencial del Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff, en la que empeñará a fondo su imagen y su popularidad récord, que según los últimos sondeos trepó al 80 por ciento. De ese modo, busca que su ex jefa de Gabinete, que en las últimas encuestas siguió mostrando una intención de voto superior al 50 por ciento –suficiente para consagrarla el domingo, pero sin que le sobre demasiado–, logre lo que ni él pudo en 2002 ni en 2006: evitar un balotaje.

Aunque Dilma sigue acusando una leve tendencia a la baja, consecuencia de las recientes denuncias de corrupción contra su sucesora en el gabinete, la posibilidad de una segunda ronda no tiene lugar en la cabeza de Lula da Silva, quien se organizó una nutrida agenda proselitista en los estados de Sergipe y Bahía (nordeste) para revertir la tendencia.

Concentración

Esa región concentra un crucial volumen de votos petistas, en su mayoría de beneficiarios de las políticas sociales emprendidas por el actual gobierno.

“Lula no quiere dar lugar a que haya un balotaje. Es consciente de que no le queda mucho tiempo para volcar su popularidad a favor de Rousseff”, dijo el analista político de Tendencias Consultoras Rafael Cortez.

Si bien el último escándalo de corrupción que culminó con la renuncia de la ex asesora de Dilma y su sucesora como ministra jefa de la Casa Civil (jefa de Gabinete), Erenice Guerra, no parece haber golpeado demasiado duro a la fórmula oficialista, el presidente “teme que estalle otro escándalo político que realmente pueda hacer daño”, estimó el analista.

Un nuevo sondeo de Ibope difundido el miércoles le atribuyó a la candidata oficialista un 50 por ciento de la intención de voto, contra el 27 por ciento que obtendría José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). Si, tal como establece la ley electoral, se consideran sólo los votos positivos (descontados los blancos y nulos), ese porcentaje sube al 55 por ciento, suficiente para ganar el domingo.

Paralelamente, un estudio del instituto Sensus le otorgó a Rousseff un 47,5 por ciento de respaldo, mientras que su rival directo recolectaba un 25,6 por ciento de los apoyos. Otra vez, la intención de voto pasa a ser del 54 por ciento si se separan los votos negativos.

Tercer puesto

Ambas muestras coincidieron en que el tercer lugar lo mantiene Marina Silva, del Partido Verde (PV), que recoge entre el 11 por ciento y el 13 por ciento de las preferencias y cupos votantes, en una hipotética segunda vuelta el 31 de octubre, volcarían la balanza a favor de Rousseff.

Contra toda legalidad, el mandatario también participó de una serie de spots televisivos, en los que no sólo apoyó abiertamente a su delfina, sino que además “advirtió” al electorado de las “mentiras” que suelen circular durante los cierres de campaña.

Lula se refirió así a una serie de rumores que circulan en internet sobre la supuesta inclinación de su candidata a favor de la legalización del aborto y del cierre de iglesias. Según el diario Folha de Sao Paulo, estas versiones –de las que el PT responsabilizó a la oposición– le podrían costar a la candidata petista el visto bueno del electorado cristiano y evangelista.

En un intento por revertir la campaña negativa, Rousseff se reunió con 24 dirigentes religiosos: “Quiero repudiar esas afirmaciones, que son falsas, que me atribuyen. Es una campaña de difamación, un intento del submundo de la política para denigrar a una persona. Soy cristiana y jamás utilizaría el nombre de Cristo en vano”, aseveró tras el encuentro.

Movilización

La prensa local estima asimismo que otra de las razones del descenso de la candidata oficialista es el “efecto já ganhou” (ya ganó). En ese sentido, la cúpula del Partido de los Trabajadores instó a sus militantes a movilizar a los votantes, relajados ante la “segura” victoria de su Dilma.

La última batalla de la campaña quedó en el canal O Globo, el de mayor audiencia, donde tendrá lugar el último y crucial debate televisivo entre los principales candidatos. “Será la oportunidad de Dilma para convencer a los indecisos, que oscilan entre el 4 por ciento y el 7 por ciento. Si lo logra, se sabrá recién el domingo”, aseveró Cortez.

Comentarios