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“Me preguntaban por Graiver”

El periodista Juan Gasparini afirmó en el juicio oral por los delitos de la Esma que sus secuestradores lo interrogaban por cuestiones financieras del dueño de Papel Prensa, y por fondos de Montoneros.

El periodista Juan Gasparini aseguró ayer que durante su cautiverio en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) fue continuamente interrogado sobre las inversiones del entonces ya fallecido banquero David Graiver y los fondos de Montoneros. Al declarar ante el Tribunal Oral Federal 5, estimó que “el botín de la Armada por la venta de propiedades y demás bienes de los casi 5.000 detenidos desaparecidos en la Esma superaría los 70 millones de dólares”, producto del despojo a prisioneros y grupos económicos. En ese sentido, reclamó el enjuiciamiento de los civiles “cuya complicidad ha quedado impune”.

“Me preguntaban mucho por cuestiones financieras de Graiver y las inversiones de los Montoneros en Cuba; además me interrogaban por unos supuestos doctores Paz y doctor Peñaloza que según ellos iban a retirar dinero a las oficinas de Graiver”, aseguró Gasparini, a quien los militares sindicaban como integrante de la rama financiera de la organización peronista. “Yo no sabía nada de eso, y les respondí lo que sabía toda la militancia: que los Montoneros tenían un acuerdo con la CGE del ex ministro (José) Bel Gelbard, que estaba exiliado en Estados Unidos”, añadió.

El testigo, autor del libro “David Graiver, el banquero de los Montoneros” sobre el primer propietario de Papel Prensa, fue secuestrado el 10 de enero de 1977 y permaneció cautivo durante dos años. Gasparini, que en todo momento se definió como un ex integrante de la llamada Tendencia Revolucionaria, vive desde entonces exiliado en Suiza.

Por otra parte, también comprometió a dos de los acusados: el ex capitán Juan Carlos Rolón, a quien sindicó como el jefe del operativo en el que fue asesinada su mujer, Mónica Jáuregui, y a Julio Coronel, quien en la audiencia anterior había asegurado que en ese período se encontraba internado en un hospital militar.

En su extensa y detallada declaración, el testigo aseguró que vio con vida en la Esma a una de las dos monjas francesas, Alice Domon, secuestrada junto con el grupo de la iglesia de la Santa Cruz en diciembre de 1977, a la jefa montonera Norma Arrostito, quien –dijo– fue “envenenada” mediante una inyección que le aplicó un médico naval. También recordó haber visto en el lugar a Graciela Tauro y Jorge Rochestein, que están desaparecidos, y son los padres del “nieto 102” recién encontrado por las Abuelas de Plaza de Mayo. Luego exhibió un antifaz que le habían colocado sus captores, al que definió como “tabique”, el cual que conserva desde entonces. Por último mostró ante los jueces y a pedido de la fiscalía las marcas de los grilletes en las piernas.

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