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Economía

Aldo Ferrer: “Los problemas fundamentales están frontera hacia adentro”

El economista Aldo Ferrer sostuvo que si bien es “positivo” el acuerdo con el Club de París, no va a implicar “una lluvia de dólares”. La falta de divisas, el déficit de la industria y la inflación fueron las principales dificultades que identificó el economista


El economista Aldo Ferrer sostuvo que el acuerdo del gobierno nacional con el Club de París para pagar la deuda en default “es un hecho positivo porque resuelve un tema pendiente que quedaba de la época de la restructuración de la deuda y que complicaba la obtención de algunos créditos y de algunas inversiones”. De todos modos, pidió cautela y no “hacerse ilusiones”, porque “en la Argentina hay sectores de opinión que piensan que la inversión es la que viene de afuera y que con esto van a empezar a llover los dólares y esto no es así”.

El ex embajador en Francia y ex presidente de Enarsa participó en Rosario de una conferencia organizada por Federación Gremial y la Cámara Argentina de Comercio, denominada “Tres miradas sobre la actualidad”, junto al presidente del Banco Ciudad, Rogelio Frigerio, y el ministro de Economía de la provincia, Ángel Sciara.

En ese marco, y en diálogo con la prensa, Ferrer evaluó sobre el acuerdo alcanzado por la Nación con los acreedores del Club de París: “Es una demostración de que Argentina ha tenido éxito en la defensa de su soberanía porque el acuerdo se ha logrado sin la intervención del FMI. Pero este acuerdo no resuelve los problemas fundamentales de la Argentina que están de frontera para adentro y que sólo nosotros los podemos resolver”.

—¿Cuáles son esos problemas?

—Diría que volvió a aparecer el problema de la falta de dólares, como consecuencia de que la industria argentina cuando llega a operar en condiciones de pleno empleo tiene un enorme déficit, porque es una industria que no ha incorporado las actividades de frontera. Por eso, cuando crece, tenemos un fenomenal déficit en autopartes, en productos electrónicos, en maquinarias, en productos químicos. Ahí hay un problema estructural que volvió a aparecer ya hace un tiempo. Después, apareció el déficit energético. Inicialmente el gobierno respondió a estos desequilibrios, dejando atrasar el tipo de cambio y con un deterioro de la situación fiscal, que provocó un deterioro de las expectativas. Y esas expectativas se expresaron en un aumento de la tasa de inflación, en la fuga de capitales y en la disminución de las reservas. Frente a eso, el gobierno ha reaccionado a principios de año con el ajuste cambiario, el sinceramiento del índice de precios del Indec, eliminando gastos innecesarios, con lo cual se ha configurado un cuadro más ordenado, que ha permitido una cierta tranquilidad en el mercado cambiario. Pero queda pendiente el problema de fondo: cómo solucionamos los problemas de estructura, cómo se administra en el corto plazo la falta de divisas. Creo que probablemente convenga la división del mercado y tener un mercado financiero que facilite la entrada de fondos de residentes, en el cual se incluya también todo el turismo. Es decir, hay ciertas operatorias del mercado cambiario que contribuirían a cambiar un poco el comportamiento del mercado. Pero lo importante es sostener la competitividad, exportar, generar rentabilidad para la inversión, para la iniciativa privada, generar empleo, problemas que la Argentina puede resolver porque la economía está desendeudada.

—Este escenario de menor actividad económica, de cierta presión sobre el empleo, ¿piensa que va a ser para largo plazo?

—Va a depender. Creo que es un debilitamiento de la actividad económica, no es una situación catastrófica como fue la de 2001. Hay que esperar que el repunte venga del lado de las exportaciones y de un cambio de expectativas que estimule la inversión privada. Estos pueden ser elementos de reactivación que pueden estar operantes a lo mejor en la última parte del año.

—¿Cuáles son los errores más gruesos de política económica de este gobierno?

—Creo que no percibió a tiempo la aparición de la restricción externa y por lo tanto siguió operando con una política de tipo de cambio sobrevaluado, tratando de frenar la inflación por esa vía y sostuvo una política fiscal expansiva que llevó a una reducción del superávit primario y después la aparición de un déficit.
Creo que el error en la política macro fue no percibir a tiempo el cambio de circunstancias que lo llevó al gobierno a sostener las políticas que había mantenido en la fase en que había muchos dólares, que fue en la presidencia de Néstor Kirchner, y cuando las cosas cambiaron, reaccionó tardíamente.

 

Devaluación e inflación

—Algunos sectores están pujando por una nueva devaluación, ¿lo ve factible?

—La devaluación que se ha producido (en enero) fue consecuencia de que había un atraso cambiario que no se podía sostener. Y lo que pasa con el tipo de cambio en el futuro va a depender de qué pase con la tasa de inflación. Si sigue habiendo una inflación relativamente alta, este tipo de cambio va a volver a ser no competitivo. Entonces el ajuste no va a ser consecuencia de que hay especuladores que quieren el ajuste sino que la realidad lo impone. Esta última devaluación no fue una imposición de los mercados especulativos, fue una imposición de la realidad que en un cuadro de incertidumbre da lugar a la especulación. Allí creo que el gobierno ha tenido un gesto de realismo cuando hizo lo que hizo.

 

“Creció la actividad pero subsistieron los problemas de estructura”

—Tras más de diez años de crecimiento, ¿por qué no se pudo traducir eso en desarrollo?

—Porque hubo un crecimiento del nivel de actividad y del empleo pero subsistieron los problemas de estructura, sobre todo el subdesarrollo industrial. La industria cambia permanentemente por el progreso científico y técnico, continuamente aparecen nuevas cosas que forman parte del proceso industrial. Si uno se limita a sustituir lo que hay, no sustituye lo que va a venir; entonces sustituye algo que importaba y resulta que está importando más de las cosas que vienen. Estoy convencido de que hace falta una empresa automovilística, una terminal de capital argentino, para integrar la cadena de valor, porque si no las filiales importan las partes más complejas de afuera y cada vez aumenta más el déficit de autopartes. Lo mismo con el sector electrónico, tenemos una industria que ensambla productos.

—¿No hubo un acompañamiento del empresariado en este sentido?

—Creo que hay segmentos, sobre todo en el sector de pequeñas y medianas empresas, con mucha empatía con estas políticas. Después hay grupos económicos concentrados que cultivan más bien al imaginario neoliberal. Pero muchos de ellos son muy buenos productores industriales, entonces hay que ocuparse más bien en ayudarlo a que produzcan y no preocuparse tanto de lo que piensan, en la medida en la que uno esté fuerte internamente. Después tenemos el problema, que es también de América Latina, de que gran parte del aparato productivo está en manos de filiales de empresas extranjeras. En esas condiciones es muy difícil formar un empresariado nacional.

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