Ciudad

“No hay área en la que no hayamos mejorado”

Por Pablo Moscatello.- El intendente aseguró que deja un municipio ordenado en las cuentas y casi sin empleados precarizados.

A Miguel Lifschitz se lo nota distendido. Tal vez sus permanentes gestos de distensión sean tan marcados porque transita sus últimos días en el poder en la ciudad. Es que el mandatario se va tras ocho años de gestión con la ratificación de confianza plena que le depositaron los rosarinos, que en la última elección lo catapultaron con una catarata de votos a la senaduría provincial. En la soledad de su despacho recibió a El Ciudadano para hacer un balance de toda su administración. Allí habló de todo: de cómo deja las finanzas del municipio, las críticas al transporte público y el tránsito, algunos proyectos que están “espantados” y los que pudo concluir, los cambios en Puerto Norte y las presiones que recibió para no imponer restricciones en la construcción en la zona céntrica. Pero también se dio tiempo para explayarse sobre qué hará ahora con su tiempo libre, el club de sus amores Rosario Central, el periodismo local y, por supuesto, algo de política.

—¿Cómo deja las finanzas del municipio? Desde un sector de la oposición durante estos años se insistió con que el Ejecutivo estaba quebrado…

—La realidad ha desmentido eso. El municipio queda con las cuentas equilibradas como han estado siempre. Normalmente hemos mandado presupuestos al Concejo que tenían un pequeño déficit operativo. Nada más. La única deuda que tenemos es la contraída con el Banco Interamericano de Desarrollo para el financiamiento de obras. Pero no representa un porcentaje significativo para el presupuesto municipal.

—En los últimos tiempos ha habido algunos conflictos laborales vinculados a pedidos de pase a planta permanente ¿Con cuántos empleados deja el municipio y en qué condiciones?

—Estamos cerca de los 11 mil empleados bajo todos los regímenes de contratación. Prácticamente no tenemos ya los llamados precarizados. Hicimos todo un esfuerzo a lo largo de estos años para ir regularizando situaciones que habíamos heredado después de la crisis de 2001 y algunas subsiguientes. Y hoy hay un buen nivel salarial. El sueldo promedio de los municipales es de alrededor de los 4 mil y pico de pesos por seis horas de trabajo. Es una muy buena retribución y tenemos muchos que están por arriba de esos valores.

—¿Esa cantidad de empleados es suficiente para un municipio como el de Rosario?

—En este momento creo que es necesario incorporar más empleados en las áreas de inspección. La tarea allí se ha hecho más variada y exigente que años atrás. Hoy hay más vehículos, problemas de actividad comercial más diversificados, que se han extendido a los barrios, y más actividad nocturna. Esas áreas nos están quedando chicas. Fein ha anunciado que va a incrementar el área de Tránsito y probablemente en otras de inspección haya que hacer lo mismo. En el resto hay una dotación adecuada.

—Con respecto a la suba propuesta del 60 por ciento para la Tasa General de Inmueble, ¿qué responde a las criticas sobre que usted está haciendo el “trabajo sucio” tras las elecciones? ¿No es ideal subir impuestos de manera gradual?

—Sí, lo deseable es hacerlo de manera gradual, que vaya siguiendo el costo del impacto de los servicios y no producir impactos mayores…

—¿Y por qué no se hizo así?

—Lo que ocurre es que esto es un tema siempre político. Lo tiene que decidir el Concejo, implica grandes debates, un tiempo largo de exposición en los medios. Entonces uno va eligiendo los momentos más apropiados para avanzar con el tema. Pero actualización tiene que ver básicamente con el costo del servicio. Desde 2008 no se ha tocado este impuesto. Y estamos atrasados alrededor de un 25 por ciento en los costos por cada año desde entonces, y más también.

—En relación con la cuestión de la inseguridad, se había anunciado una iniciativa interesante para establecer un diagnóstico del delito en la ciudad que fue la creación de un observatorio de seguridad ciudadana, ¿por qué casi no se ha avanzado al respecto?

—Hemos avanzado relativamente. La gran dificultad desde el ámbito municipal es que no disponemos de información policial, que es básica para crearlo. La única que tenemos posible, accesible, es la de los hospitales y alguna indagación propia que podamos obtener. No hemos logrado quela Policíanos abra esa información. Y no podemos avanzar sin tener acceso a eso.

—Con respecto al tema cloacas, este año no se ha avanzado con nuevas licitaciones para seguir con trabajos en más barrios, ¿se podrá cumplir con la idea de llegar a toda la ciudad en diez años?

—Sí, y es más: creo que lo podemos hacer en menos. Estamos gestionando un paquete de barrios que podría financiar el gobierno nacional a través de un crédito del Banco Mundial. Teóricamentela Legislatura, antes de fin de año, tendría que aprobar un fondo, habilitar a Aguas Provinciales para crear un fondo específico para financian estos proyectos. Eso sería una inyección de dinero extra. Y tenemos el compromiso del gobernador electo de acompañar económicamente, así que yo creo que vamos a poder achicar esos plazos. Además, estamos buscando alternativas para llevar a cabo las tareas, viendo si capacitamos a algunas cooperativas para ver si pueden tomar este tipo de trabajo. Tenemos algunas dificultades en el desarrollo de esas obras. No es una obra atractiva para las empresas constructoras y es complicada desde el punto de vista de la ejecución.

—Que aún Rosario tenga casi el 40 por ciento de su superficie sin cloacas marca una deuda muy importante…

—Pero no es una deuda dela Municipalidad, es de la provincia. La responsabilidad del saneamiento es de la provincia. Fue en su momento de la empresa privatizada Aguas Provinciales, que tenía dentro de sus obligaciones completar la red cloacal de la ciudad y nada de eso se hizo. La gestión actual logró encontrarle la vuelta para empezar un proyecto, así que espero que podamos recuperar el tiempo perdido.

—Con respecto al tránsito, en el marco del Plan Integral de Movilidad se han comenzado a tomar algunas medidas. Ahora, la impresión es que, puntualmente en la zona céntrica, se ha vuelto bastante caótico.

—Se ha hecho un poco más complejo, pero si uno lo compara con otras ciudades de Argentina seguimos mejor.

—¿Comparado con cuál, por ejemplo?

—Ni hablar con Buenos Aires, pero con respecto aLa Platao la propia ciudad de Córdoba estamos mejor. Hace poquito estuve en Tucumán y en el centro en horas picos es un caos, mucho más complicado que acá. Yo no vislumbro un tránsito caótico en la ciudad. Es una cosa que se puede controlar perfectamente.

—Una de las ideas de ese plan es ir disuadiendo de a poco el uso del auto particular. ¿Se ofrece hoy una buena alternativa de movilidad para dejarlo?

—En general los colectivos hoy creo que tienen buenas frecuencias, sobre todo en los horarios diurnos. Pueden tener menos frecuencia a la noche, a la madrugada o los fines de semana. Pero los coches son nuevos, además les estamos incorporando aire acondicionado. En sentido de confort, estamos en un buen nivel. Lo del auto es un tema cultural. Y creo que sólo de manera gradual se irá disuadiendo su uso.

—Con respecto a los taxis, la crítica más frecuente está vinculada a la dificultad para conseguir uno, sobre todo en horas pico. ¿Qué habló con Fein al respecto? ¿Se van a incorporar más licencias?

—Si, lo hemos conversado con Mónica. Es probable que, a lo mejor el año próximo, haya que hacer una nueva convocatoria, incorporar algunas unidades. Aunque no creo que sean para que circulen las 24 horas como la última convocatoria. La verdad que se hace difícil el cumplimiento de esa obligación. A veces uno quiere legislar contra la realidad y no siempre se logran los resultados. Es difícil poner taxis 24 horas, conseguir choferes. Es muy difícil el control.

—¿Pero las nuevas tecnologías no lo permiten? El GPS, por ejemplo.

  —Se puede controlar, pero son 4 mil unidades, es una tarea que no siempre resulta del todo efectiva. Y también… éste es un gremio difícil…

—En 2008 se aprobó la norma que regula la altura en las construcciones en el área central. ¿No llegó algo tarde? ¿No le parece desordenado el crecimiento de la ciudad en la zona céntrica?

—Bueno, eso es la herencia de la normativa urbanística que tuvo la ciudad durante años y que fue muy defendida por muchos sectores. Tuvimos una gran pelea política en su momento para imponer restricciones en la construcción en el área central y en el llamado primer anillo. Peleamos contra las constructoras, las inmobiliarias y algunos concejales que se oponían. Esa ordenanza, que se discutió casi un año entero en el Concejo, fue una de las pocas que se aprobó sólo con los votos del oficialismo. Parecía que se iba a parar la construcción, que se perdían puestos de trabajo. Sin embargo, la construcción siguió, con otras alternativas, en otros lugares. Y eso frenó la presión sobre le área central.

—Puerto Norte es la zona donde el cambio urbanístico será más radical ¿Nunca se contempló la posibilidad de un proyecto más amplio, orientado a la vivienda para la clase media?

—Puerto Norte tiene en su conjunto alrededor de100 hectáreas. De ese total 60 fueron privatizadas durante el menemismo. Anteriormente habían sido siempre terrenos públicos. Incluso algunos de los que se beneficiaron durante esas privatizaciones son figuras vinculadas a los gobiernos del peronismo de aquel momento. Daniel Germano, por ejemplo, quien fue ministro de Reutemann. Eso se produjo en los años 93, 94. Y por otro lado hay40 hectáreasque siguen perteneciendo al Estado nacional y las administrala Administración NacionalInfraestructura Ferroviaria (Adif). Sobre lo que era privado, establecimos una normativa y los obligamos a ceder casi el 40 por ciento de esas superficies para espacios públicos y a ejecutar un volumen importante de obra pública. Y esos son los proyectos que están en marcha. Sobre las otras40 hectáreasque son del Estado nosotros armamos un proyecto que está destinado, justamente, a lo que serían los típicos departamentos de acá del centro, sectores medios-medios. Lo dividimos en 32 parcelas para asegurarnos que no sean grandes desarrolladores los que vengan sino pequeños. Y llegamos hasta De Vido con ese proyecto, que es quien tiene que poner la firma para aprobarlo. Y hace dos años que lo tiene en la oficina y no lo podemos destrabar. Suponemos que debe haber algún interés y algún negocio detrás de eso porque está todo parado. Ésa es nuestra idea sobre ese sector.

—A nivel general, de estos ocho años, ¿qué es lo que lo deja más conforme y qué cree que le faltó hacer?

—Todo lo que quisimos hacer y pensábamos lo hemos intentado, lo hemos puesto en marcha. En algunos caso con un 100 por ciento de resultados, en otros un poco menos de avance y en algunos recién empezamos. Entre los proyectos que pudimos terminar están los accesos principales de la ciudad, que se hicieron todos nuevos. Y los tres que faltan están en licitación o ejecución en este momento. No hay área en la que no hayamos mejorado. Por otro lado, me hubiera gustado hacer más con la vivienda social, pero el financiamiento nacional no llegó a Rosario.

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