Ciudad

Un mito de medianoche

Leyendas rosarinas: se escuchaban los gritos del diablo bañándose en una laguna

A raíz de una crónica escrita en 1910 se creó una historia de la que poco se sabe, que se mantuvo agazapada algunos años, pero luego se estudió y aparecieron algunas hipótesis. Lo cierto es que el lugar, ubicado en zona norte, tiene un aire místico: el "Baño de Mandinga", una leyenda entre rieles


Hace 109 años en la ciudad de Rosario nació una historia que fue volviéndose mito. Se trata del “Baño de Mandinga”, una laguna ubicada en la zona norte, entre el cruce Alberdi, la avenida Alberdi y la avenida Mongsfeld. Cuenta la leyenda relatada en una crónica escrita en 1910 en la revista Monos y Monadas que en las noches de invierno, cuando daban las 12, llegaba el diablo maltrecho y gritando. Se metía en las aguas del bañador, que hervían, y salía seco y cantando. Quienes se internaban en esas aguas no salían vivos. Una historia escalofriante que despertó el interés de un grupo de antropólogos que decidió estudiar el fenómeno.

Gustavo Fernetti, Socorso Volpe y Mónica Valentini, del Centro de Estudios en Arqueología Histórica UNR, investigaron y desmenuzaron la historia del cronista que, a modo de sátira, describió un barrio y un sector de la ciudad en aquellos años que hoy continúa escondido de las miradas de paseantes y automovilistas. Fue una playa de maniobra ferroviaria, y quedó como remanente de los terrenos fiscales, una vez desarticulados los ferrocarriles estatales en la década del 90.

Fernetti, antropólogo y arquitecto, en diálogo con El Ciudadano señaló que el periodista de la revista hace una crónica con tres realidades: por un lado el Baño de Mandinga, el barrio Las Latas y el Bar El Cometa.

“Higienistas, pongan el grito en el cielo; vayan al Barrio de las Latas ¿dónde queda? Aquí cerquita, a la vuelta, vayan por la calle Salta hasta la Av. Castellanos (hoy Av. Alberdi) y por esta hasta los Talleres, atrás está el famoso barrio.

Entre por la avenida que bordea el ferrocarril y verá el Almacén “Sucursal del Cometa”, cuyo dueño la noche que nos visitó el cometa Halley, obsequió a los parroquianos con un guindado, después hubo jarana y baile.

Una atracción turística de este barrio es el Baño de Mandinga, una pequeña Laguna de diez metros de largo por cuatro de ancho y dos de profundidad. Las viejas del barrio aseguraban que todas las noches de invierno cuando dan las doce, llega Mandinga, rengueando y mohino, dando unos gritos guturales y se zambulle en la laguna. Durante un cuarto de hora no se le vé, pero el agua hierve que es un gusto, y alza las olas de dos metros de alto. Luego Mandinga reaparece, completamente seco, altivo, gallardo y se va cantando la Donna é mobile según unas y vidalitas según otras (…) La tradición, o mejor dicho, las viejas agregan que el agua de esta laguna es maldita, pues cualquiera que se ha atrevido a tocarla ha sido atraído por una fuerza misteriosa y ha desaparecido, sin que jamás se haya encontrado su cuerpo”.

                           (Revista Monos y Monadas, 1910)

 “La laguna tenía dimensiones ridículas, creemos que cuando lo escribió no dimensionó a tamaño real del bañador”, explicó Gustavo Fernetti, quien está a cargo del Centro de Estudios en Arqueología Histórica UNR y es vicepresidente del Museo Itinerante del Barrio de la Refinería. Bañadores habían muchos en la ciudad, por lo que no es extraño su existencia real.

La historia comenzó a estudiarse en los años 90 y en 2015 el grupo de arqueólogos hizo un relevamiento en la zona comprendida en la crónica.

¿Por qué venía maltrecho?, ¿Por qué el término Mandinga?, son algunos de los primeros interrogantes que trataron de develar. Fernetti cuenta que algunos de los relatos recabados decían que el diablo venía maltrecho tras una borrachera, pero según las historias es raro que el diablo se emborrache. Otras versiones hablaban de que se peleaba con la Virgen (ya que en muchas pinturas y esculturas aparecen las dos figuras juntas) y la Virgen ponía el agua hirviendo para fastidiarlo.

También se interiorizaron en el término Mandinga, ya que se trata de un término afro que luego derivó en criollo. ¿Qué tipo de población había? Algunos años atrás apareció una foto donde se puede observar un niño con rasgos afrodescendientes, por lo que para Fernetti el nombre Mandinga tenía sentido.

¿Salía cantando? “Las viejas”, según la crónica, decían que salía cantando Vidalitas o “La Donna e Mobile” y esto daría la pista sobre población criolla e inmigrante italiana.

Descubrimiento de caleras, ¿fin del mito?

Fernetti señaló que en sus estudios sobre la historia del Baño de Mandinga hallaron un plano de 1899 donde figuran las Caleras Rosarinas SA. “En el suelo se hallaron restos de cal, ladrillos de chimenea y muros, con lo cual podemos presumir que el humo que salía de aquella laguna donde se bañaba el diablo era el vapor por el apagado de la cal o por la descomposición de material vegetal que genera gas metano y burbujas”, describe al intentar racionalizar la leyenda.

Barrio Las Latas y Bar El Cometa

Son los otros puntos que hace el cronista de la nota redactada en 1910. Fernetti explicó que, tras los estudios, el periodista se burla de alguna manera de aquel rincón rosarino y de la sociedad de ese momento.

“El barrio Las Latas muestra que era zona de villa de emergencia, las casas eran construidas con latas, de ahí su nombre”, señaló el arqueólogo.

Con respecto al bar, Fernetti añadió que entre el 2015 y 2018 han descubierto botellas que develan su existencia, así como un piso de ladrillo y huesos de caballos que amplían el contexto rural del lugar.

Recreación de la laguna

En 2004, para el Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en Rosario, se creó una falsa laguna formando un círculo o cantero de palos. “No sabemos bien quién la hizo, pero no es la original, ni siquiera es un atractivo para ir, han puesto bancos alrededor, pero no funcionó como lugar turístico”, explicó el vicepresidente del Museo Itinerante del Barrio de la Refinería.

 

Creer o reventar

Aquella población dejó de existir y con su desaparición el mito se mantuvo agazapado. Sin embargo Fernetti sostiene que el lugar tiene un carácter místico. “Yo no me animo a entrar, es un lugar donde no hay sonidos, una vez caminé unos 35 minutos y me volví. Es como tétrico”, recordó.

Rosario Insólita

El Baño de Mandinga forma parte de un nuevo circuito de la app oficial que lanzaron semanas atrás la Secretaría de Turismo municipal y el Ente Turístico Rosario. Está dirigido tanto a visitantes como a quienes buscan excusas para recorrer y conocer más sobre su ciudad.

Un nuevo circuito turístico devela secretos y curiosidades de la ciudad

Sumándose a una docena de circuitos ya disponibles en la app Rosario Turismo, esta nueva propuesta busca una mirada diferente que explora rincones misteriosos e historias secretas entre túneles, pasajes y extrañas construcciones.

La casona Villa Hortensia aloja historia, mitos y relatos de hechos paranormales

Para seguir este recorrido autoguiado con información e imágenes, basta bajarse la aplicación Rosario Turismo desde Google Play o Apple Store. Se tendrá entonces en la palma de la mano un completo listado de atractivos, circuitos y mapas interactivos. También es posible conocer y seguir el recorrido de Rosario Insólita desde la página web de Turismo.

 

 

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