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Las tribus del PJ, en estado deliberativo

Alicia Kirchner reactivará la Corriente de Liberación Integral Nacional (Colina).

“¿Democracia? De Olivos para afuera”. Néstor Kirchner lo decía entre carcajadas pero, como toda broma, la sentencia traficaba una cuota de verdad. Defendía, así, la severidad con que ejercía, por medio del látigo y del abrazo –más aquél que éste– su jefatura.

  Además del rol de líder, ordenador y comandante de las tropas K, con la ausencia del patagónico se esfumó la figura de comisario que, en persona y de modo riguroso, el ex presidente desplegaba fronteras adentro del dispositivo kirchnerista. Solía ser despiadado.

Cristina de Kirchner transmitió, a un puñado selecto de laderos, la indicación de que el pelotón de operadores oficiales que antes reportaba ante Kirchner en Olivos, ahora deberá hacerlo con ella. Pero se trató, por ahora, de un mandato sin mayores precisiones.

Esa jefatura es virtual. No se compara con el seguimiento minucioso e implacable del ex presidente. Todavía de luto, sin esa vigilancia, el esquema K comenzó a transitar una nueva etapa: se abre el diálogo con los no K y asoman rasgos de autonomía.

Antes de partir a Corea del Sur, la presidenta le pidió a Florencio Randazzo, el ministro del Interior, que recupere su rol como vocero K. Lo hizo para enfocar uno de los dos expedientes que más inquietan al gobierno y que entrevén como ítems de la campaña de 2011.

Randazzo terció en el entrevero entre Amado Boudou y su par bonaerense, Alejandro Arlía, sobre el impacto de la inflación y manoteó el recurso de imputar el incremento de precios a la voracidad de los empresarios que, dijo, se resisten a invertir para producir más.

En estas horas, para alejar tensiones entre Hacienda y el equipo económico de Daniel Scioli, habría un encuentro entre funcionarios de ambas carteras. Late un malestar subterráneo: en La Plata detectaron comentarios ácidos de Boudou respecto del gobernador.

En otro momento, las críticas contra Scioli que le imputan al ministro se hubiesen leído como una ráfaga teledirigida desde Olivos. Ahora, en cambio, se atribuyen a una maniobra de Boudou. Y, por tanto, pueden generar una contraofensiva sciolista.

Ese chispazo, menor, fue visto en Balcarce 50 como uno de los efectos de la ausencia de Kirchner. ¿Intervendrá Cristina para terciar en ese tipo de disputas? “Ella tiene otros modos, pero cuando tenga que alinear a alguno, va a ser igual o peor que Néstor”, diagnostica un operador K.

Por lo pronto, comenzó a registrarse otro fenómeno: las órdenes que Kirchner impartía, a través de ministros y referentes, podrían perder la eficacia de otros tiempos. Para espantar ese peligro la presidenta ratificó a su equipo como terminales K.

Otro efecto de la ausencia de Kirchner como comisario –su mecánica de hurgar en los contactos de cada ministro y dirigente y reprochar los que consideraba inadecuados– es que se incrementó el diálogo entre referentes internos y, sobre todo, con los que no pertenecen al esquema oficial. El caso testigo es la vía que se explora respecto a Felipe Solá y que podría, según entienden sectores del kirchnerismo, derivar en que el diputado se convierta, en 2011, en un competidor en la primaria del peronismo oficial. El felipismo niega esa posibilidad.

Desde la liga de gobernadores podría brotar un mecanismo similar con Mario Das Neves. El chubutense, por lo pronto, reforzó su distanciamiento de la Casa Rosada al alardear que ninguno de los referentes K de Chubut se anotó en la interna del PJ de esa provincia.

En simultáneo, todavía germinal, comenzó a producirse una proliferación de manifestaciones ultra K. El encuentro de la Corriente Nacional de la Militancia, el martes pasado frente al Congreso, es uno de los casos más visibles pero no el único. En estas horas, más acotado, habrá otra cumbre similar.

Oscar Parrilli, histórico “canciller” K para los movimientos sociales, tarea a la que también se dedica Rafael Follonier, aparece detrás de esas construcciones.

Otro que reapareció en la trinchera fue Julio Alak y lo hizo para castigar a Pablo Bruera. El ministro de Justicia no quiere que se archiven las críticas del intendente platense contra Kirchner. Lo hace para bloquear una posible negociación de Bruera con el núcleo K.

A su vez, antes de fin de año, Alicia Kirchner reactivará la llamada Corriente de Liberación Integral Nacional (Colina) en territorio bonaerense. Ese grupo, que lanzó a mediados de año, había quedado congelado en Buenos Aires y se limitó a unas pocas apariciones en el interior.

Un plan similar, más sigiloso, encaró Aníbal Fernández. Ya convocó a un pelotón de intendentes bonaerenses a los que les pidió que colaboren con Scioli. ¿Le dirá lo mismo a Sergio Massa, del grupo de los 8, cuando se sienten en estos días mano a mano?

El gobernador, siempre inquieto, se aparecerá antes del fin de semana por Casa Rosada para verse con el jefe de Gabinete. Ya tuvo, diez días atrás, un encuentro con Cristina de Kirchner y Randazzo. Dispuesto a atender todos los frentes, también visitará a Aníbal F.

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