Ciudad

Las maestras de Sarmiento

Por: Nelso Raschia. En el histórico Cementerio de Disidentes se hizo un homenaje a seis de las 67 docentes que vinieron de EE.UU. para implementar la educación normal en Argentina. Sus restos reposan en Avellaneda 1850.

“Un homenaje a la educación pública”. Así explicó el autor del proyecto, el concejal Oscar Greppi, de la Coalición Cìvica-ARI, el reconocimiento a seis docentes norteamericanas que fueron inhumadas en el histórico Cementerio de Disidentes de Rosario y esa decisión quedó evidenciada anteayer cuando se concretó el descubrimiento de la placa que las evoca. Claro que tras ello hay una historia que se remonta a la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, e incluso antes aún, cuando el educador fue representante diplomático en Estados Unidos.

Porque Sara Strong, Virginia Disosway, Clara Gilles –quien basaba su proceso de enseñanza en la motivación–, Jennie Hunt, Guillermina Tallon y María Ann Gilles fueron seis de las 65 docentes estadounidenses que Sarmiento contrató en los Estados Unidos con el objetivo de formar nuevas generaciones de maestros en la Argentina y junto a ello la decisión de crear las escuelas normales.

De esas 65 docentes, 16 llegaron a Rosario y en su gran mayoría, como el caso de las 6 que fueron inhumadas en la necrópolis de bulevar Avellaneda 1850, formaron sus familias y se quedaron en estas tierras, donde debieron adaptarse a otra idiosincrasia.

Sin duda que han pasado muchos años y a partir de un trabajo de investigación del conservador de museos e historiador Ernesto Sciunne se determinó que los restos de dichas docentes descansaban en el Cementerio de Disidentes.

Su administrador, Mariano Martín Rubio, indicó tras el acto que cuando Sciunne llegó hasta el cementerio y aseveró que allí estaban enterradas las docentes surgió un: “¿Estás seguro?”.

Allí se ubicaron las tumbas y se determinó que en cinco de los casos las mismas, aunque no en las mejores condiciones, estaban en pie, mientras que los restos de una sexta –Jennie Hunt– ya habían sido trasladados al osario común.

Ahora y tras esa investigación las cinco tumbas fueron restauradas por el personal del cementerio y puede apreciarlas quien llegue al lugar, parte de la historia de la ciudad.

En la placa descubierta en nombre del Concejo Municipal de Rosario se menciona a las seis docentes y se expresa el reconocimiento “a su importante labor y por su aporte a la educación de niñas, niños y adolescentes”.

Y en el discurso que siguió al descubrimiento de la placa el concejal Greppi sostuvo que era un reconocimiento “hacia ellas, pero también en defensa de la educación pública”. Y resaltó a los gobernantes de aquella época, “más allá de los cuestionamientos que se le pudieron haber hecho”, por esa labor por la educación pública.

La tesorera de la Asociación del Cementerio de Disidentes, Ema Barfoot, destacó también la labor de las “maestras sarmientinas” y la “visión espectacular” de los gobernantes de aquella época en cuanto a la educación.

Vale entonces mencionar que la llegada de las 67 maestras norteamericanas no fue una acción aislada, sino parte de un armado político, con un máximo objetivo: que nadie fuera analfabeto.

Por eso junto a quien fue su ministro de Educación, Nicolás Avellaneda, se promovió, por ejemplo mediante la llamada ley de subvenciones, en 1871, asegurar fondos para la creación de más establecimientos de enseñanza al igual que la compra de libros y otros materiales educativos.

En tal sentido se sumaron escuelas normales en todo el país y se consideraba al “normalismo” un sinónimo de excelencia y según lo precisa el historiador Tulio Halperín Donghi esa acción de las maestras norteamericanas se llamó “Odisea laica”.

Con todo, entre 1869 y 1898 llegaron a la Argentina 65 docentes: de ellos 61 eran mujeres y sólo cuatro eran hombres. Todos tenían contratos por tres años, pero la historia indica que sólo 16 regresaron a su país cuando concluyó. En tierra adoptiva cinco murieron en los primeros años, principalmente de fiebre amarilla y cólera. Se sabe que 36 enseñaron durante 13 años en Argentina, y 20 se radicaron y murieron en el país. Al menos cinco se casaron en Argentina, aunque no con argentinos.

Parte de esa historia se desarrolló en Rosario a través de 16 docentes; ahora 6 fueron formalmente reconocidas por la ciudad por su tarea.

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