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Las cicatrices que dejó “un sistema de espanto y terror”

Juan Benassi revivió su sufrimiento a partir de la desaparición de su hermana y “el horror de esa época”.

Lucía Demarchi

En una nueva jornada del primer juicio oral y público a represores que se lleva adelante en Rosario, ayer brindó testimonio Juan Benassi, hermano de María Marta, todavía desaparecida. “Creí que no tenía mucho que aportar, pero luego reflexioné sobre la importancia de hacer presente mi sufrimiento a partir de la desaparición de mi hermana y el horror de esa época”, expresó el hombre. También testificaron una perito calígrafo y una enfermera que trabajó en el Hospital Militar de Paraná en 1978.

En una jornada que duró algo más de una hora, ayer fueron tres los testigos que dieron su declaración en el juicio oral por delitos de lesa humanidad que se sigue en los Tribunales Federales de Rosario contra Pascual Guerrieri, Jorge Fariña, Juan Amelong, Walter Pagano y Eduardo Constanzo.

La primera testigo en comparecer ante el Tribunal Federal Nº 1, que esta semana es presidido por Jorge Venegas Echagüe, fue la perito calígrafa María Isabel Gismondi. A ella los magistrados le encomendaron la tarea de comparar las firmas de Carlos Laluf, Marta María Benassi y Fernando Dussex que aparecen en unas fichas del Registro de la Personas, con la letra de tres cartas que fueron entregadas a sus familias durante su cautiverio en la Quinta de Funes.

Gismondi explicó que el material “original” –es decir, las firmas certificadas de Laluf, Benassi y Dussex– es muy escaso, y sólo pueden compararse unas pocas letras. Por esto no se puede llegar a una certeza sobre la autoría de las misivas. Sin embargo, el tribunal le solicitó que al menos hable de “posibilidades” de que las cartas hayan sido escritas por estas tres personas que a la fecha permanecen desaparecidas.

En este sentido, la fiscal Mabel Colalongo se comprometió a ponerse en contacto con las familias de estas víctimas, para intentar acceder a otros escritos o firmas legalizadas que Laluf, Benassi o Dussex hayan realizado, y así obtener más material de cotejo.

Luego atestiguó Ana María Friedrich, una de las enfermeras que trabajaba en el Hospital Militar de Paraná en 1978, cuando Raquel Negro fue trasladada allí para dar a luz. Pero la mujer, lejos de aportar certezas, dijo que no recordaba que hayan nacido mellizos mientras estuvo trabajando en el lugar.

El tercer testigo de la mañana fue Juan Benassi, hermano menor de Marta María Benassi, hoy desaparecida, que pasó por los Centros Clandestinos de Detención conocidos como Quinta de Funes, Escuela Magnasco, y La Intermedia. Según los datos que el imputado Constanzo brindó en la causa, en este último lugar, ubicado en la localidad de La Ribera, Benassi fue fusilada junto a otras 13 víctimas, entre ellas Carlos Laluf, su compañero.

Cuando la fiscalía propuso a Juan como testigo, él consideró que su testimonio no era relevante, por lo que fue desistido. Sin embargo, hace unos días el hombre se contactó con la fiscal Colalongo y solicitó declarar ante los jueces, pedido que fue aceptado por los integrantes del Tribunal.

“Creí que no tenía mucho que aportar, pero luego reflexioné sobre la importancia de hacer presente mi sufrimiento a partir de la desaparición de mi hermana Marta María y el horror de esa época”, expresó.

Desde su lugar de testigo, el hombre habló de la fuerte formación religiosa que tanto él como Marta, y el resto de sus hermanos, había recibido de sus padres. “No puedo entender que un general de la Nación que iba a misa y tomaba la comunión dominical haya pergeñado ese sistema de espanto y terror”, expresó Juan, que se quebró en varios momentos de su relato.

“Tal vez haya miles de argentinos que como yo deambulen por las calles pareciendo que funcionan normalmente, que llevan a­delante su vida laboral, personal, social; y sin embargo arrastran consigo un espanto”, apuntó.

“No tengo respuesta a mis preguntas”, se lamentó Juan, “sólo se que paralizaron mi vida hace 30 años”.

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