El cura Joaquín Núñez, al frente de la parroquia del barrio de Bella Vista, que se alza en uno de los sectores más empobrecidos de la zona oeste, reveló que el pasado Jueves Santo lo llamó por teléfono el propio papa Francisco y que le expresó su “preocupación” por la sucesión de episodios de violencia sobre todo en los barrios de la ciudad. “Él vive y siente mucho lo que nos pasa a los argentinos”, afirmó el sacerdote, a quien el llamado desde Roma no sólo sorprendió sino que lo sacó de su sueño: ocurrió a las 7 de la mañana.
El “padre Joaquín”, como se lo conoce en la zona oeste, revivió con emoción el llamado papal y realizó una valoración personal sobre la llegada de Bergoglio al Vaticano y las medidas adoptadas desde su asunción (ver aparte). Según refirió a este diario, se trató de un llamado inesperado, aunque no inusual que representa “una nueva caricia” del obispo de Roma “hacia el pueblo argentino”.
El contacto se produjo en las primeras horas del pasado jueves 17. Según contó el párroco a El Ciudadano, Francisco le había dejado un mensaje de voz cinco días antes en el que le manifestaba su intención de hablar con él. Entre los puntos sobresalientes, Núñez escuchó la preocupación del Papa por la violencia urbana en la ciudad, al tiempo que recibió bendición y elogios por su trabajo en el barrio Bella Vista. “Se mostró muy preocupado por la situación de Rosario, por todos los muertos y por el lugar que ocupan los pobres. Me pidió que bendiga a la comunidad que atiendo. Además, me bendijo y me dio la bendición de Dios para seguir ejerciendo la actividad pastoral”, recordó el cura, de 74 años. Y destacó que las palabras de gratitud llegaron por su lucha contra la pobreza que, según le dijo el propio Francisco, “es el fundamento de la Iglesia”.
No es de extrañar este tipo de comunicaciones por parte de Francisco. Ese mismo fin de semana una pareja de la ciudad de San Lorenzo recibió un imprevisto telefonazo que generó no pocos ecos: según afirman los propios protagonistas, la razón del llamado del Papa fue para autorizar a la mujer a comulgar, a pesar de haber contraído matrimonio con un divorciado (ver página 5).
Pero de igual modo el padre Joaquín reconoció que “fue una sorpresa” ser contactado por la máxima autoridad de la Iglesia , algo que calificó de “poco común”.
“Naturalmente, es una novedad. Él se va caracterizando por esto de llamar a los argentinos y expresar su preocupación por su pueblo. Él se siente y sigue muy unido a nuestro país, por eso vive con gran dolor toda esta situación”, sostuvo el sacerdote.
A modo de conclusión, el párroco negó haber conversado sobre la situación del arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan, quien es seguido de cerca por el Vaticano por denuncias de la grey que tomaron estado público meses atrás y que ponen en cuestión su relación con los sacerdotes, en particular con los más comprometidos con el trabajo barrial, y el manejo de fondos de la Iglesia local. Núñez, no obstante, sí reconoció haber mantenido conversaciones con el arzobispo después de que trascendieran los cuestionamientos: “Charlamos varias veces. Más que nada quería saludarlo como sacerdote y colega”, dijo.
El “fardo” de Francisco
El sacerdote del barrio Bella Vista valoró el trabajo realizado por Francisco en su primer año al frente del papado: “Vive y siente en carne propia los problemas que aquejan a la sociedad en general”, consideró. En ese sentido, resaltó el trabajo con los sectores más vulnerables. “Creo que está teniendo una pastoral muy interesante. Se está interesando en rescatar la situación de los cristianos y darle mayores oportunidades a aquellos que se encuentran en situación de pobreza”, observó el padre Joaquín.
Por otro lado, recordó que su elección al frente de la Iglesia Católica no fue accidental, ya que cuando se designó al cardenal Joseph Ratzinger, el propio Bergoglio figuraba como uno de los candidatos preferidos entre los purpurados. “Estuvo a punto de ser elegido pero le terminó cediendo el lugar al otro Papa”, mencionó sobre Benedicto XVI. “En esta ocasión lo eligieron de entrada, y no pudieron pasarle el fardo a otro”, concluyó entre risas.
“Bajar la conflictividad y el delito requiere de acciones que necesitan de tiempo”
Por Pablo Moscatello. La intendenta Mónica Fein admitió ayer que la llegada de las fuerzas federales no pudo todavía bajar el nivel de violencia y el índice de homicidios en la ciudad, al tiempo que aseguró que “ir bajando la conflictividad y los delitos complejos requiere de una serie de acciones para las que se necesita tiempo”.
Fein visitó ayer el Centro de Convivencia Barrial de barrio Toba, ubicado en Rouillón 4300, en el extremo sudoeste de la ciudad, donde un equipo móvil del Ministerio del Interior realiza un operativo de documentación.
En un aparte con El Ciudadano la intendenta se prestó a hablar sobre la seguridad en la ciudad y al referirse a los 13 homicidios que ocurrieron en la misma cantidad de días que llevan Gendarmería, Prefectura y Policía Federal en los barrios rosarinos marcó: “La presencia de las fuerzas federales no significa que se vaya a evitar ese tipo de delitos”.
“Por eso –agregó– es que la idea también es trabajar desde otros lugares, en otras acciones, y mejorar la convivencia. Ése es el objetivo que nos hemos propuesto con el gobernador (Antonio) Bonfatti: el de hacer intervenciones urbanas, sociales y, obviamente, todo en conjunto con las fuerzas de seguridad”.
Consultada sobre si se han fijado plazos, Fein respondió: “Nosotros esperamos que sea mañana mismo en cuanto al objetivo de bajar el grado de homicidios que hay en la ciudad. Nos parece terrible cada vez que hay una muerte. Pero sabemos que no es un tema que se resuelva de un día para el otro. Requiere de acciones como el desarme que está llevando adelante el Ministerio de Seguridad provincial y del trabajo de Gendarmería y otras fuerzas tratando de desarticular la estructura delictiva vinculada al narcotráfico y el delito complejo”. Y acerca de cuánto tiempo estima que deben quedarse en la ciudad las fuerzas federales la intendenta indicó: “Todo lo que sea necesario”.
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