Ciudad

La vida de una familia que de a poco va cambiando

Todavía viven entre bolsas, en la zona oeste. Pero Víctor ya consiguió trabajo, terreno y chapas.

Al recorrer 200 metros hacia el oeste por la calle 2133 sobre la altura de Ovidio Lagos, en pleno cordón industrial rosarino se encuentra una postal muy peculiar de la ciudad. En un terreno vacío parecería que un árbol, ya seco debido a la estación invernal, está vestido en su base por una gran campana de plástico negro. Pero lejos está de ser un escenario ficcional para una historia fantástica –digna guarida de personajes de Tolkien–, este sitio es lugar de residencia de una familia. La familia de Víctor, de 22 años, habita en este campamento –resignificación lejana de la idea de recreación que se posee habitualmente– hace siete meses, y antes había pasado otros ocho en un descampado cercano, hasta que los sacaron. Desde los 15 años Víctor trabajaba como clarkista (operario de una elevadora) para la empresa distribuidora Manzur, que al cumplir la mayoría de edad lo echó. Entonces, el joven, su compañera Andrea –35 años–, y dos chicos, el mayor hijo de ella y el más joven, de ambos, sufrieron un duro golpe al terminar en situación de calle sin posibilidad laboral más que vivir del descarte. La lógica mediática dictó que ellos fueran noticia el pasado 23 de julio cuando este diario tomó su historia de vida.

A partir de ese momento y, tras la movida solidaria a cargo del fotógrafo Marcelo Masuelli a través de la red social virtual Facebook, que reunió el pasado 28 de julio en el corazón de la Plaza Pringles una serie de donaciones para esta familia, las perspectivas de Víctor cambiaron a partir de, como en tantos casos, tomar visibilidad. Al tanto de la situación de la atípica familia, la subsecretaria de Promoción Social de la Municipalidad de Rosario, Andrea Travaini, apuntó que “es una situación lamentable” pero que se está trabajando desde hace tiempo con el caso de esta familia. “Lamentablemente, es un caso más de los tantos que atendemos desde la Secretaría de Promoción Social con gente que está en situación de calle”, manifestó Travaini. Además, la funcionaria agregó que Andrea es beneficiaria de la Asignación Universal por Hijo aunque Víctor posee un impedimento vital para conseguir algún beneficio social: no tiene DNI.

Cambios

Esta semana la novedad pasó por la buena nueva de que el joven adulto desempleado y abocado a la chatarrería había conseguido trabajo como clarkista en la distribuidora de gaseosas localizada en Lamadrid y Constitución, en la zona sudoeste de Rosario. “El mismo día que recibimos las chapas fui a hablar a César (distribuidora), que les habían dado mis referencias, y empecé a trabajar el viernes”, narró con una sonrisa, Víctor a El Ciudadano.

Trabajo nuevo, vida nueva

“La lagartija se llama Felicia”, señaló uno de los hijos de la familia a la nueva mascota del grupo familiar sobre la calle de tierra que bordea su carpa mientras Andrea explicó que se encuentran en preparativos para mudarse a partir de una serie de donaciones –ropa, colchones, alimentos no perecederos, chapas y maderas, entre otros– que fueron realizadas por distintas entidades y personas de la ciudad. “Queremos mudarnos y empezar a construir la nueva casa en el barrio Tiro Suizo, cerca de Uriburu y Oroño”, dijo Andrea al señalar una serie de chapas y maderones depositados atrás de la carpa que “estaba cuidando para que no los lleven”. En tanto, Víctor indicó que está esperando unos tirantes para empezar a construir y luego mudarse.

Plusvalía

“El diario vale cuando se estruja, y sale sangre y semen”, señaló en alguna ocasión el creador del diario Crónica, Héctor Ricardo García. Sin embargo, que hoy Víctor sea “noticia” puede servirnos para reflexionar sobre si es modificable la relación dialéctica entre oferta y demanda de información que reproduce gran parte de la cosmovisión de los medios de comunicación.

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