Ciudad

La Técnica 2066 cumplió 25 años y sigue haciendo escuela

Por Graciana Petrone.- El establecimiento, ubicado en Garay 735, en barrio Tablada, trabaja en un entorno social cada vez más complejo. Institución pionera en integrar a menores madres y alumnos con capacidades especiales.


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Pionera en la ciudad en la inclusión de madres adolescentes y con los objetivos puestos en la inserción laboral inmediata para sus egresados, la Escuela Técnica Nº 2066 “Santa Fe”, de barrio Tablada, festejó días atrás sus 25 años de trabajo. Aunque se trata de un establecimiento privado fue pensado, en las postrimerías de los ’80, como un espacio de contención y formación de jóvenes en situación de riesgo. A pocos días de haber cumplido las Bodas de Plata, su directora y fundadora, Filomena Diab, reseñó a El Ciudadano la génesis de la institución y de cómo fue adaptándose a las demandas de un entorno social cada vez más complejo.

Diab es psicóloga, tiene poco más de 70 años y continúa firme en la tarea que pensó unos treinta años atrás cuando tomó nota de las principales necesidades de los jóvenes durante el secundario. Cuando camina por los pasillos de la casa de Garay 735, los chicos la saludan con un trato que dista del rígido y formal que habitualmente tiene un alumno con su superior. “Hola Filomena”, le dicen con tono cálido y relajado cuando pasan. Con igual matiz ella les devuelve el saludo mientras enseña a esta cronista las instalaciones de la escuela, con la misma naturalidad como si mostrara su casa.

“Acá está la biblioteca, con el bibliotecario incluido –dice mientras sonríe–. Tenemos un buen caudal de libros, casi todos nos fueron donados”. Al lado de la biblioteca está el laboratorio, después hay un pequeño patio techado y un pasillo que da a los ingresos de las aulas.

La directora pondera la infraestructura y el material que tienen en el laboratorio pero hace un alto en el relato y remarca un detalle para nada menor: todas las puertas de acceso a los salones están protegidas por rejas. “¿Sabe por qué parece una cárcel?”, pregunta Diab a la cronista. La respuesta es obvia. “A la escuela entraron a robar varias veces. Nos saquearon, nos desarmaron”, se lamenta.

Espacio para la inclusión

La Técnica 2066 comenzó casi como una utopía. “Nos prestaban en la Iglesia Metodista, de Laprida y 9 de Julio, un salón con un baño y ahí empezamos a dar clases. Tenía gente que trabajaba ad honórem. Ella es una de las primeras colaboradoras”, dice, mientras señala a Graciela Gentini, o “Pochi”, la ahora portera del establecimiento quien coincide con Diab en que la dinámica de la escuela es como la de una gran familia, y que el seguimiento y la contención de los chicos siempre estuvo por sobre las demás cosas.

A los dos años de aquel inicio en la Iglesia Metodistala Fundación Montenegro donó la casa de pasaje Alpatacal donde se mudó la escuela y en donde funcionan todavía hoy los talleres.

En su nueva ubicación de la calle Garay, al establecimiento asisten hoy unos 200 alumnos de 7 de la mañana a 4 de la tarde, turno extendido en el que reciben la primera comida.

La escuela dispone también de un gabinete integrado por una psicopedagoga, un asistente social y un psicólogo.

Compromiso con el barrio

Muchos chicos de la zona concurren a clases en la escuela “Santa Fe”. La directora admite que los problemas de violencia en la zona crecieron notablemente con el paso de los años. También recuerda el esplendor que tenía el lugar en los años 50, entonces poblado, en su mayoría, por obreros portuarios y fabriles.

“Nací acá y amo a este barrio, me crié en estas calles. Mi abuelo me llevaba a pasear y se podía caminar por la ribera de Tablada de noche”, dice.

Hace más de dos décadas que la institución está abierta a madres solteras. “Cuando una chica quedaba embarazada antes le hacían dejar la escuela. Yo digo que si tomaron la decisión de tener ese hijo, ¿cómo no las vamos a recibir?”. Así, se convirtió en uno de los primeros establecimientos en acoger a adolescentes futuras mamás y también a jóvenes con capacidades especiales.

Pese a ser una institución privada —por lo que se accede a través del pago de una cuota mensual—, uno de los lemas fue siempre el de contener a los más necesitados. “A las jóvenes madres se les da una beca y muchos chicos tienen padrinos y madrinas. Algunos son egresados que estudiaron acá porque su familia estaba en una situación difícil y hoy, que son adultos y les va bien, nos ayudan como una forma de devolverle a la escuela lo que recibieron”, concluye la directora.

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