Ciudad

La Tablada le puso música a la esperanza de los pibes

Por Santiago Baraldi.- Literalmente bajo la batuta de Carlos Goldfeld, 96 chicos de entre 8 y 18 años integran un conjunto único.

En el sexto piso de la mítica escuela Vigil, de Alem y Gaboto, ensaya la Orquesta Infanto Juvenil del barrio Tablada. Son 96 chicos de los barrios más castigados de la ciudad que, bajo la batuta del director Carlos Goldfeld, aprenden y disfrutan ejecutando obras que van desde Mozart al Cuchi Leguizamón. En abril de 2009 se realizó un convenio entre los ministerios de Educación de la Nación y de la provincia llamado “Programas Socioeducativos Orquestas y Coros para el Bicentenario”, que da sustento a la de Tablada como a las que ya están en camino: el mes próximo, ante la gran demanda, “se está abriendo un espacio en la Escuela 6430 Isabel La Católica, ubicada en Grandoli y Ayolas, para captar a otros chicos y abrir más el juego”, explicó Goldfeld, quien ganó por concurso su ingreso a la Sinfónica Provincial de Rosario, donde además toca la viola. La participación en la Orquesta es totalmente gratuita y no es necesario tener instrumentos propios ni conocimientos previos: desde la Nación se proveen los instrumentos y algunos de los 14 sueldos de los docentes con los que cuenta el programa; la provincia, por su parte proporciona las instalaciones y paga el resto de los salarios.

En la orquesta de Tablada participan chicos de 8 a 18 años, pero desde este año, en un salto inédito, se sumará a niños de 6. Aprenden violín con el  Método Suzuki: “Es increíble ver a los chiquitos cómo se enganchan con la música”, se entusiasma Goldfeld. “Lo bueno del Programa –dice– es que una vez que completan un año de asistencia, se pueden llevar el instrumento a su casa, donde siguen ensayando. Por suerte desde la Nación nos mandan todo lo que necesitamos para una orquesta”, agregó el director nacido en Tucumán y formado musicalmente en la Universidad de La Plata.

Goldfeld llegó a Rosario hace cinco años tras ganar por concurso un lugar en la Sinfónica. Y se quedó. Ahora celebra el proyecto de Tablada: “La idea es poner una orquesta en un barrio donde los chicos no tienen acceso a ese tipo de información ni posibilidad de estudiar porque los instrumentos son muy caros. Es una orquesta barrial, y los chicos se sienten bien cuando se trabaja en grupo; están atentos, pendientes, es una manera de saber escuchar al otro”. Y agradece: “Es un espaldarazo muy importante el que nos da la Nación, porque en estos tres años se ha venido trabajado muy bien”.

El músico subrayó además la importancia que tiene para los chicos tocar junto a la Sinfónica: “Es una muy buena experiencia porque en un mismo atril comparten un profesional con un chico de la Orquesta y se interpretan un par de temas juntos, se genera un vínculo con los mayores notable”.

En cuanto al repertorio, la Orquesta de Tablada interpreta mayormente música popular y folclore argentino, pero va por más. “También vamos incorporando algo de música clásica. Ellos van entendiendo que la música bien hecha, ya sea Mozart o el Cuchi Leguizamón, es de excelencia. No le metemos en la cabeza que hay una música mejor que otra: al comienzo, para engancharlos, vamos haciendo algún candombe, una cumbia, folclore o canciones patrias. Pero después ellos mismos ya empiezan a pedir otras cosas”, agregó.

Cuando los chicos entran a la Orquesta, en los dos primeros meses conocen todos los instrumentos. Luego se les pide que elijan dos y a los dos meses deben optar por uno de ellos. “Pasan cosas muy graciosas: por ejemplo, viene una mamá que sueña con que su hijo toque el saxo y como los estimulamos a que toquen todos los instrumentos, casi siempre terminan tocando otro…”, explica Goldfeld.

Los frutos del trabajo realizado por la Orquesta de Tablada, hicieron que se apuntara a la zona sur. La provincia consiguió que en las instalaciones del anexo de la escuela Isabel La Católica ya se inscribieran 40 chicos que también quieren acercarse a la música. “Los chicos necesitan difusión, necesitan sentirse útiles para la sociedad, formar parte de un grupo, hacer algo productivo —enumera el responsable de la orquesta—. Tienen tres clases semanales: una de su instrumento, otra de lectura musical y de audioperceptiva. Después tienen ensayos los lunes y sábados, y el tercer viernes de cada mes hay concierto. Los ensayos son un ejemplo de convivencia entre los jóvenes que llegan de distintas clases sociales. Y además contamos con la buena predisposición de Mónica Fernández, la directora de la secundaria de la Vigil, porque la orquesta es del barrio, no de la escuela”.

Goldfeld, quien trabaja en la Orquesta de la Escuela Municipal, tiene en claro a dónde apunta el programa: “La idea no es sacar músicos profesionales, sino dar un espacio para que los chicos se puedan expresar y conocer, que tengan la experiencia del trabajo en equipo. Los chicos tienen que aprender una obra en un mes porque a fin de mes se toca, es así. Y ellos no se quieren quedar atrás y le ponen muchas pilas. El programa tiene como propósito mejorar el acceso de los niños y jóvenes a los bienes y servicios culturales; tender puentes hacia la reinserción de los jóvenes en la escuela; colaborar en la retención escolar; y estimular el contacto y el disfrute de la música; está dirigido a quienes asisten a escuelas ubicadas en zonas de alta vulnerabilidad social de diversas jurisdicciones”.

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