Por Federico Cánepa.- Mientras que antes era el premio a una trayectoria, a un recorrido, a una continuidad en el tiempo a un probado nivel; en este último lustro parece alcanzar con un pequeño puñado de dos o tres partidos para vestirse con la albiceleste.
Eso sin dudas también va en detrimento del nivel. Y no por ser peyorativos con aquellos que han sido citados y que con tantas ganas e ilusiones se pusieron la camiseta en algún amistoso de cuarto y hasta quinto nivel. Sino porque esas permanentes pruebas y ensayos hacen que nadie tenga en claro si pertenece o no. Y eso también atenta contra el tan reclamado sentido de pertenencia que se ha perdido.
Los números en este sentido son contundentes. En 5 años y 7 meses, Bielsa citó a 86 jugadores; Pekerman en 1 año y 8 meses convocó a 60. Promedio que se mantuvo con Basile que en 2 años y 1 mes trabajó con 59 futbolistas.
Pero todo ese cambio en cuanto a cantidad que se veía en Pekerman y Basile, se acentuó y agudizó con Maradona y Batista. El Diez hizo jugar a 94 jugadores en 1 año y 7 meses, mientras que Checho en 10 meses probó a 78.
Claros números en donde la camiseta de la selección parece haber pasado de algo difícil y máximo para vestir a transformarse en una ropa de fácil acceso. Como si estuviera en la vidriera en oferta de un escaparate.
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