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La “previa” de los boliches suma problemas a la noche rosarina

Por Graciana Petrone.- Es una costumbre que se extiende entre los más jóvenes y que consiste en emborracharse antes de ir a bailar. “Las chicas toman mucho alcohol y se pelean igual o peor que los varones”, asegura un experimentado patovica.


Cada viernes y sábado a la noche miles de jóvenes y adolescentes empiezan su “caravana” nocturna. Pero las salidas para ellos no comienzan en la entrada de las discos sino que, al menos unas dos horas antes, dan el puntapié inicial con las “previas” en departamentos, plazas, maxiquioscos y bares y en las que no falta el alcohol en grandes cantidades. De hecho, pareciera que se reúnen con un único propósito: el de emborracharse desde temprano, lo que en muchas ocasiones crea el clima propicio para que se genere uno de los grandes peligros para ellos mismos y para los demás: la violencia en distintas formas, ya sea en enfrentamientos callejeros o dentro de los mismo locales bailables. Una realidad que no es exclusiva de los varones sino que también alcanza a las mujeres.

“La violencia no es una particularidad de los chicos”, aseguró la psicóloga Marisa Germain, para quien “lo que ocurre es que en el país se han ido desarrollando en los últimos años altos niveles de violencia y estos niveles se trasladan a las acciones diarias de los diferentes grupos sociales”. Por supuesto, los jóvenes y adolescentes no están exentos de este fenómeno que se presenta en casi todos los espacios y de distintas formas: en la familia, las canchas de fútbol y hasta en el simple acto de contestarle a un desconocido cuando pregunta la hora por la calle.

Aunque esta particularidad ha estado siempre presente, bajo distintas formas, la profesional explicó que la violencia de hoy es “difusa”, a diferencia de la que se vivió en el país durante la última dictadura militar que era “organizada”.  “En el caso de los chicos, también ha ido aumentando porque ellos trasladan la violencia a sus ámbitos, donde no pueden estar ajenos, dentro de este marco, las confiterías bailables y las salidas nocturnas”, señaló la especialista.

Además, la presencia del alcohol es un condimento extra que si bien no es el causal de actos vandálicos o enfrentamientos, es uno de los elementos que hace que se pierda el control de los actos. “El alcohol actúa para desactivar la inhibición, y la inhibición tiene que ver con la actitud que se tiene a la hora de interactuar con otras personas”, detalló Germain.

El responsable de la Dirección General de Guardia Urbana Municipal (GUM), Gustavo Franco, contó que los jóvenes adquieren distintas costumbres nocturnas que, en muchos casos, pueden generar conflictos con vecinos o con otros grupos de adolescentes: “Algunos optan por el consumo indiscriminado de alcohol y llevan en los baúles del auto botellas de todo tipo”. Incluso hay sectores, según indicó el funcionario, que suelen ser elegidos como lugares de concentración como son el Monumento a la Bandera y la zona norte de la ciudad. “Es por eso que en esos espacios hay presencia de personal adicional de Policía y también de la GUM”, añadió el funcionario municipal.

Pero además contó que el personal de seguridad urbana detectó, en reiteradas oportunidades, un fenómeno “extraño” que es el de las bandas que se dedican a los robos pirañas: “Son grupos numerosos de chicos vestidos con gorritas que roban sin ejercer ningún tipo de agresión física, pero que logran sacarle todas las pertenencias a su víctima en pocos segundos”.

“Incontenibles”

“Hoy los chicos tienen más libertad, las previas y los alter hour son más largos y el uso indiscriminado de alcohol y drogas los potencian y los hacen totalmente incontenibles”, sentenció Carlos Gandossini, quien hace más de 25 años ejerce que como patovica y coordinó sistemas de seguridad interna en reconocidos locales bailables de Rosario. En base a su experiencia, el custodio aseguró que década tras década las situaciones fueron cambiando notablemente “y no para mejor”, por el contrario: “Hoy los chicos no tienen valores ni respeto por nada y creo que los padres tienen mucha responsabilidad en eso. Muchos no saben en dónde pasan sus hijos la noche ni qué es lo que hacen”.

Otro aspecto que resaltó Gandossini es que las mujeres no escapan a la realidad violenta que se vive en la noche rosarina. “Las chicas también se volcaron al alcohol, son inasibles y se pelean igual o más que los varones, lo que antes no se veía”.

La convivencia en las calles durante la madrugada, en especial los fines de semana, se torna compleja. Autos con potentes equipos de música  y baúles llenos de alcohol que se convierten en una discoteca ambulante; gritos; jóvenes que vomitan en las esquinas; corridas y hasta palos y baldosas que vuelan de vereda a vereda –entre grupos de adolescentes y sobre autos estacionados– forman la lastimosa postal que se repite muchas noches a la salida de los boliches.

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