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Sociedad

La potencia de las letras como “un cross a la mandíbula”

Roberto Arlt dejó sentada una premisa sobre la labor del escritor: la dedicación sin desmayo a la vocación asumida.


Roberto Arlt dejó estampado en el prólogo a su novela Los lanzallamas una afirmación que es casi una sentencia y a la vez una síntesis de toda su obra periodística y literaria: “Hay que escribir páginas que tengan la fuerza de un cross a la mandíbula y que los eunucos bufen…”, escribió.

Nacido como Roberto Emilio Godofredo Christophersen, Arlt hijo de un inmigrante prusiano y una devota católica eslava, transcurrió su atormentada infancia en el porteño barrio de Flores. Solía bromear con su fecha de nacimiento que algunos biógrafos señalan como el 2 de abril de 1900, pero Arlt ubicaba en su autobiografía como el 7 de abril.

A los veinte años se trasladó a Córdoba, donde cumplió con el servicio militar, se casó y residió durante el lapso de cuatro años antes de volver a Buenos Aires luego de que se la agotaran las perspectivas en la capital mediterránea.

Su indómito espíritu lo llevó a recorrer latitudes tan diversas como Brasil, España y el Norte de África. Las crónicas cariocas evocan su paso Río de Janeiro, las Aguafuertes gallegas por la península ibérica y el libro de cuentos El criador de gorilas su percepción del exotismo y la bravura africanas.

Así fue Arlt: escribió cuentos, novelas, obras de teatro que mantienen vigencia, en tanto muchos que denostaron su estilo hoy forman parte de una galería del piadoso olvido.

El corazón de una de las figuras fundamentales de la literatura argentina, Roberto Arlt, se detuvo para siempre el 26 de julio de 1942.

Su labor

Periodista, dramaturgo y por sobre todas las cosas un agudo observador de la realidad social, Arlt creó un estilo narrativo singular e incomparable que abrió brecha para las sucesivas generaciones de escritores.

Proveniente de una clase social desfavorecida y humillada supo con voz propia mostrar los rostros ocultos de una sociedad hipócrita.

La reedición bajo el título de El facineroso de sus crónicas policiales, publicadas en los diarios Crítica y El Mundo entre 1927 y 1928, dan cuenta de esto.

Cuando tenía sólo veinte años dio a conocer un breve ensayo dedicado a la teosofía y al esoterismo: Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires.

Ése y los otros citados son sus escritos preliminares en un género –el periodístico– en el dejaría su huella indeleble.

Ya en su primera novela, El juguete rabioso (1926), aparecen esos seres a los que se les niega la posibilidad de una vida digna y, como años después escribirá el propio Arlt, irrumpen en la escena de la literatura vernácula sin pedir permiso alguno.

Célebre por las Aguafuertes porteñas (1928-1933) que publicaba regularmente el diario El Mundo, estas crónicas reflejaban la vida cotidiana de la Argentina durante la Década Infame.

Los libros de Arlt son en muchos casos anticipatorios de las tragedias políticas y las calamidades colectivas de esta latitud.

Acercarse a Los siete locos (1929), Los lanzallamas (1931) y El amor brujo (1932) es una aventura apasionante que los jóvenes de hoy y de todos los tiempos deberían afrontar.

Los cuentos contenidos en El jorobadito y El criador de gorilas son piezas de importancia por el profundo estudio psicológico de las personas y relaciones humanas.

Las obras dramáticas que Arlt exhibió en el Teatro del Pueblo de la mano de Leónidas Barletta son magistrales análisis que anticipan al existencialismo filosófico de Camus y Sartre.

Arlt y el teatro

Se señala en una reseña: “A partir de la década de 1930 incursionó en el teatro y en la última etapa de su vida sólo escribió en este género.

Su obra teatral se estrenó en el circuito de teatro independiente de Buenos Aires, más exactamente en el Teatro del Pueblo, dirigido por Leónidas Barletta. En ella rompe con el realismo y aborda los problemas de la alienación a través del desdoblamiento de la escena. Sólo El fabricante de fantasmas se estrenó en el circuito comercial, con un gran fracaso. Tras su muerte en 1942, Trescientos millones, Saverio el cruel y La isla desierta han sido las obras más representadas. Se lo considera como un precursor del teatro social argentino y de corrientes posteriores, como el absurdismo y el existencialismo”.

De la obra teatral La isla desierta se puede decir que exhibe una mirada descarnada sobre la alienación y la soledad de los individuos en las grandes ciudades.

Saverio el cruel, por su parte, es una parodia de tiranuelos como José Félix Uriburu y Benito Mussolini.

Arlt en el cine

Fueron adaptadas y llevadas a las pantallas cinematográficas obras de teatro y novelas de Roberto Arlt como 300 millones (director: Simón Feldman), Los siete locos (1973. Director: Leopoldo Torre Nilsson), Saverio el cruel (1977. Director: Ricardo Wullicher), El juguete rabioso (1984. Director: José María Paolantonio).

Una nueva versión de esta última obra fue filmada en 1998, a cargo del realizador Pablo Torre.

Presencia viva

Han transcurrido más de seis décadas desde su desaparición, pero la voz de Arlt no se apagó.

Sigue viva en las páginas de sus libros y su exhortación a la labor intelectual y práctica mantiene plena vigencia: “El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo, escribiendo una novela tras otra, sin detenernos”.

En esta época de vacuidad cultural, frivolidad y desencantos inducidos varios evocar a Arlt es rescatar una actitud no sólo hacia el arte sino, y por sobre todo, ante la vida, una actitud que lleve a trascender los caminos trillados y a encarar nuevos desafíos de reconstrucción solidaria.

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