Cepa (*)
El amplio debate social en torno a las decisiones adoptadas desde el Ministerio de Energía y Minería que determinaron importantes aumentos en las tarifas de servicios públicos –fundamentalmente de los rubros de gas y electricidad– ha colocado en el centro de la escena la necesaria revisión de su impacto en los niveles productivos del sector hidrocarburífero argentino. A ello se agrega el proceso de liberalización del precio de los combustibles, decisión adoptada en octubre de 2017, que impactó fuertemente en los aumentos de las naftas.
Las actualizaciones tarifarias y de los valores de los combustibles a los precios “de mercado” se plantea desde el actual gobierno como argumento transversal que explica una mejora en los niveles productivos y de inversión sectoriales. Pero eso no está ocurriendo.
En el acumulado estimado desde 2016 hasta finales 2018, las tarifas de electricidad se habrán incrementado en promedio 1.768%, mientras que las tarifas de gas lo harán en 1.519%. Por su parte, entre diciembre 2015 y abril 2018 la evolución del precio de la nafta súper registra un aumento de 108,5%.
En virtud de este escenario , se manifiesta un incremento notorio de los precios relativos de un sector de la economía. Entre las ramas ganadoras –a partir de los datos del Indec según rama de actividad, entre 2015 y 2017– se encuentra, en primer lugar, la intermediación financiera que aumentó su participación en la economía 0,74 punto porcentual, posicionándose contundentemente por encima del resto de los sectores. Pero en segundo lugar se ubica electricidad, gas y agua con un incremento de 0,61 punto porcentual en su participación sobre el valor bruto de la economía, siendo la segunda rama beneficiada en el nuevo esquema de precios relativos.
En cuanto a los perdedores, la actividad más afectada de toda la economía ha sido la industria manufacturera, la cual vio retroceder su participación porcentual en 1,49 punto, seguida por la construcción, que retrocedió 0,51 punto porcentual.
Con estos precedentes, se analiza la evolución de variables clave que hacen a la producción local de hidrocarburos, lo que resulta central tanto para el mercado del gas como el de la electricidad –el 54% de la matriz energética argentina depende de la generación de gas– y de los combustibles.
En el análisis surge que la producción de petróleo crudo en Argentina cayó de 84.613 metros cúbicos diarios en diciembre de 2015 a 77.281 metros cúbicos diarios al cierre de diciembre de 2017, lo que representa una declinación del 9% en el bienio 2016-2017.
Esta caída en la producción se debió principalmente a la baja de perforación de pozos nuevos en general y a un redireccionamiento de la actividad hacia el gas debido a la baja del precio internacional del crudo.
Las reservas de petróleo en todas sus categorías mostraron una caída en 2016 respecto de 2015 aún con una tasa de extracción menor, lo que se explica por una menor vocación exploratoria de las empresas operadoras en Argentina luego de 2015. Las reservas comprobadas cayeron un 9,5% mientras que las reservas probables y posibles cayeron en 8,6% y 15,9% respectivamente.
Si bien pudo haber influido en la caída de reservas el recálculo de las mismas debido a la baja del precio del crudo, también se registra una baja en las inversiones exploratorias.
La producción de gas registró un crecimiento de 5,8%, pero con una particularidad que debe destacarse: el crecimiento registrado se explica por la puesta en producción, en febrero de 2016, del proyecto off shore “Vega Pléyade” (en la cuenca Austral) que aporta 7,3 millones de metros cúbicos por día, y cuya inversión fue realizada íntegramente durante el gobierno anterior. Si se descuenta el volumen de este megaproyecto, la producción total de gas de Argentina tuvo una declinación de 0,53%.
Las reservas de gas de Argentina, al igual que las de petróleo, reflejan una caída en 2016 respecto del año anterior. Las reservas comprobadas cayeron un 4% mientras que las reservas probables y posibles cayeron en 7,4% y 14,8% respectivamente.
La menor vocación exploratoria de las empresas operadoras en Argentina se refleja en la menor cantidad de pozos exploratorios y de avanzada, de gas y petróleo, que se perforaron en los últimos dos años, lo que reflejó una caída porcentual de17,5% en 2017 respecto de 2015.
En términos de explotación, también se registra una baja de actividad en el último bienio respecto de 2015. La caída de pozos perforados de gas y petróleo fue del 31,5% en 2017 respecto de 2015, lo que explica, en parte, el menor nivel de reservas durante la actual administración.
Las inversiones totales en el sector upstream (exploración y producción) cayeron considerablemente en los últimos dos años. En 2017 se invirtió un 37,6% menos que en año 2015 en Argentina, tanto en gas como en petróleo.
Adicionalmente, bajó notablemente el porcentaje de la inversión de riesgo (la inversión en exploración para encontrar nuevas reservas). Mientras en 2015 se destinaba un 8,1% de la inversión total a la exploración, en 2017 se destinó un 3,2% del total.
Uno de los principales argumentos esgrimidos para sostener la suba de las tarifas fue la de la necesidad de mayor inversión en el sector energético para incrementar los volúmenes de producción y reservas. Sin embargo, al contrario de lo anunciado, las inversiones totales en el sector de exploración y producción cayeron considerablemente en los últimos dos años.
La mejora en la eficiencia, producto de la curva de aprendizaje y la incorporación tecnológica que se da especialmente en la producción de yacimientos no convencionales, no logró compensar la brusca caída de la inversión lo que provocó la declinación de la producción y la baja de reservas.
(*) Centro de Economía Política Argentina
Comentarios