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Francisco: “La juventud nos impone grandes retos” (Por Ignacio Zuleta / Enviado Especial)

Río de Janeiro (enviado especial). - El palacio de Guanabara, donde tiene sus oficinas Sérgio Cabral, gobernador de Río de Janeiro, se convirtió este lunes en un laboratorio de la política brasileña y hasta de la política de la región con el papa Francisco como protagonista.

Río de Janeiro (enviado especial).- El palacio de Guanabara, donde tiene sus oficinas Sérgio Cabral, gobernador de Río de Janeiro, se convirtió este lunes en un laboratorio de la política brasileña y hasta de la política de la región con el papa Francisco como protagonista.

Brasil está viviendo una enorme conmoción en su estructura política y Dilma Rousseff enfrenta la bronca de la gente. Los dos VIP que se organizaron en ese palacio alrededor de la visita papal dieron cuenta de esa realidad y de una obsesión que colmó al gobierno brasileño: que la visita del Papa termine por distraer la mirada de esa crisis política que le complica el futuro a la presidenta.

En ese contexto, Rousseff invitó al papa realizar una alianza entre Brasil y la Iglesia para combatir las desigualdades en el mundo. “Sabemos que estamos ante un líder religioso sensible y atento a las ansias de nuestros pueblos por justicia social y oportunidades para todos. Luchamos contra un enemigo común: las desigualdades en todas sus formas”, aseguró.

Francisco respondió a su turno que “para tener acceso al pueblo brasileño, hay que entrar por el portal de su inmenso corazón”. “Permítanme que llame a esa puerta. No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso: a Jesucristo”, aseguró. También pidió garantizar los derechos de los jóvenes como “seguridad y educación”. “Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio, seguridad y educación”, enumeró.

Los minue que incluyó la bienvenida administraron gestos y acercamientos con Francisco con precisión quirúrgica. En el saludo inicial (bajo una carpa de plástico) se alineó al gobierno de Dilma, y en una franja aparte los cardenales y obispos que llegaron desde Roma con el papa.

En otra línea lograron su lugar Daniel Scioli, el gobernador Cabral y los empresarios invitados.

La espera del papa en el palacio de Guanabara tuvo dos momentos clave. Todo el gabinete de Dilma fijó la vista en los monitores que devolvían el recorrido que Francisco hacía por la ciudad a bordo de un modesto Fiat Idea que ni siquiera contó con levantavidrios eléctricos en las puertas traseras; todo por elección papal. En parte de ese itinerario no aparecía público en las veredas, una exigencia del gobierno local que nunca anunció el recorrido y lo cambió al último momento por consideraciones de seguridad.

Pero hubo sorpresa en los brasileños cuando detectaron por las mismas cámaras que Francisco, con la ventanilla baja, le hablaba a su chofer pidiendole que cambiara el camino hacia una zona donde hubiera gente. Fue entonces cuando apareció la zozobra de quienes lo esperaban en Guanabara.

El segundo momento se atención se vivió cuando el Papa llegó a esa sede. Salió Dilma a recibirlo y luego hubo sobrio discurso de la presidente y curiosidades. Por ejemplo la visita del actor estadounidense Martín Sheen (muy popular el Río de Janeiro por estos tiempos ya que filma allí una película); mientras todos cuidaron la vestimenta con traje y corbata, él optó por jean y zapatillas.

Hubo una protagonista inesperada del acto: mientras Rousseff hablaba apareció un rata de importante tamaño que recorrió el escenario de punta a punta. El roedor tuvo su ovación y se retiró en medio de carcajadas.

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