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“La inocencia de la araña”, entre la ingenuidad y el peligro

Se estrena esta semana el  thriller nacional protagonizado por Juan Gil Navarro, que aborda el polémico tema de dos niñas de 12 años que se enamoran de su profesor de escuela.


Sebastián Caulier, director de La inocencia de la araña, el film en clave de thriller protagonizado por Juan Gil Navarro sobre dos jóvenes que se enamoran de su profesor de Biología, resaltó: “La película muestra cómo la falta de imperativos morales de un niño puede terminar en consecuencias desastrosas”.

“La etapa escolar es interesante porque conviven restos del imaginario infantil con las cuestiones de la adultez, donde no hay demasiado parámetro entre el bien y el mal; es como un estadio en bruto del ser humano, sin los límites morales”, reflexionó Caulier sobre su ópera prima que llega mañana a los principales cines del país.

Con este papel, Juan Gil Navarro concreta su primer protagónico en cine, a la vez que disfruta del lanzamiento de Mi amor, mi amor, la comedia nocturna de Telefé donde también asume un rol central.

Con un elenco que completan Lourdes Rodas, Renata Mussano y  Gabriela Pastor, esta película, filmada íntegramente en Formosa, de donde es oriundo el director, aborda los límites de dos chicas de 12 años enamoradas de Manuel (Gil Navarro), el nuevo profesor de Ciencias Naturales.

El docente, que había dejado su tierra natal para estudiar en Buenos Aires, regresa a su provincia con lo puesto y una pecera donde habita Ofelia, su preciada tarántula.

La araña, resistida por muchos por su fealdad y mala fama, tuvo como únicas adeptas a estas dos alumnas que se ufanan de poder ver “por fuera de los parámetros tradicionales de la belleza”.

“El eje es que en el afán de conquistar al profesor las chicas terminan incurriendo en acciones cada vez más oscuras, no porque se vayan volviendo malas, sino porque la inocencia puede terminar en consecuencias desastrosas”, dijo el realizador de sólo 28 años.

Quizás por eso es que estas dos jóvenes relegadas del grupo de las “chetas”, y tal vez más interesadas en alcanzar el deseado mundo de la adultez, profesan por el docente un tipo de amor absolutamente infantil, desmedido e idealizado.

Sin embargo, esa simple fantasía que hasta entonces no desbordaba los límites de un idilio inofensivo y aniñado, se transforma cuando las dos chicas descubren a Manuel besando a la profesora de gimnasia.

“La idea que fue hilando la historia es cómo la candidez se puede ir transformando, sin que haya ningún tipo de maldad, en consecuencias cada vez más oscuras”, explicó el director.

Pero no sólo eso, sino que en el contexto de un pueblo donde todos parecieran tener una opinión formada sobre el resto, las chicas aparecen como adalides de los adultos que, en el film, brillan por su ausencia.

“Formosa es muy chica y el chisme está a la orden del día”, afirmó el cineasta, al tiempo que arriesgó que el rol de las niñas “es el de ser las portavoces de la moral de la ciudad”.

“Las familias están omitidas en la película, pero aparecen a través de sus discursos. Lo siniestro –agregó– es que esos discursos llevan a las nenas a hacer estas cosas”.

Precisamente, en relación con el título que da nombre a esta película, Caulier resaltó: “La identificación entre la araña, como algo distinto del resto pero no por eso menos especial, y las dos chicas, cumple con ese parámetro”.

“Hay una escena que el profesor les cuenta a los chicos que la araña se había comido a otra dentro de la pecera, y les explica que no lo hizo por mala, sino que es parte de su naturaleza, parte del hecho de ser araña. Y creo que lo mismo pasa con las chicas”, concluyó el realizador.

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