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La ideología del dolor (ajeno)

El Decreto de Necesidad y Urgencia, juntamente con la Ley Ómnibus, tiene un mensaje claro para los sectores más ricos de la sociedad: les dice: quiero gobernar para ustedes. Estos sectores son los que obtuvieron sus riquezas gracias a leyes que comprendieron su necesidad y urgencia de ser más ricos


Luciano Tamous

“…el que acaricia a un animal dormido…”
Jorge Luis Borges, poema “Los Justos”

Si a usted que está leyendo le duele una muela, va a un dentista. El dentista le dice que la tiene que extraer, que no hay posibilidad de salvarla. No puedo más del dolor, dice usted, pero el dentista le dice que espere, que tiene que tomar algún antibiótico y algún analgésico previamente, porque si no, no le va a tomar la anestesia cuando vaya a arrancarle la muela. Si usted es valiente y le dice que de ninguna manera, que ya que vino, quiere que se la saque ya mismo, su dentista le va a responder que no puede. ¿Por qué no puede sacarla ya? Porque le va a doler, responderá el dentista. De ninguna manera el dentista la va a extraer en ese momento porque como consecuencia de la infección, no le va a hacer efecto la anestesia. No insista: tome los medicamentos y vaya después. No sea caprichoso: no se puede extraer una muela en esas condiciones, porque usted no va a poder soportar el dolor.

Entonces podríamos preguntarnos si el dolor es un obstáculo para la práctica de la medicina, o la odontología, o cualquier disciplina que trabaje con nuestros cuerpos. La respuesta es que el dolor no es un obstáculo, porque son prácticas que se aplican sobre seres humanos, y los seres humanos somos susceptibles de sentir dolor, de padecer sufrimientos.

Aunque no pueda creerse, hay ideologías políticas que consideran al dolor como un obstáculo para conseguir sus fines. ¿Entonces podemos afirmar que la odontología, la medicina, se han equivocado al tener presente la existencia del dolor? ¿Cómo es que existan ideologías políticas económicas que no consideren que los seres humanos podemos sentir dolor, sufrimiento?

Probablemente, me contesto, que la viabilidad de estas ideologías radica en que muchos de los integrantes de las sociedades están convencidos de que es mentira que no tengan en cuenta el sufrimiento de los demás. Muchos compatriotas negaron la existencia de campos de concentración, y la existencia del genocidio durante la última dictadura cívico militar eclesiástica en Argentina, mientras el plan de exterminio estaba en su esplendor. Lo negaban muchos porque no podían creer que existiera ese horror. No entendían cómo es que seres humanos hayan tenido capacidad para planear esa brutalidad.

El 24 de noviembre de 1933, Hitler firmó la Ley de Protección Animal del Reich (Reichstierschutzgesetz) Permítame citar unas partecitas de esta ley: “Sección I – Crueldad contra los Animales.

(1) Está prohibido atormentar innecesariamente o maltratar a un animal.

(2) El tormento a un animal de forma repetida causando un sufrimiento visible que no sirve para nada, no tiene propósito ni justificación racional. Se maltrata a un animal cuando se produce un dolor apreciable en este, el mal manejo corresponde a una mente insensible…”

Qué bueno sería que borremos la palabra “animal” y escribamos ”seres humanos”. Es que este amor hacia los animales se contrapone a los actos de extrema crueldad hacia las personas. ¿Por qué razón tanto amor hacia los animales y tanta crueldad hacia los seres humanos? Es que estas ideologías sencilla y fatalmente se basan en el odio al otro, al semejante. El neoliberalismo odia al otro. Ese otro que se desprecia profundamente pasa a ser un número, que engrosa más al número de desocupados, de indigentes, de los que no comen, de los que viven en la calle, de los que no se escolarizan, de los que todavía no mueren, pero que es como si estuviesen muertos.

Siempre repiten, con mucha elocuencia y eficacia, que el reino de los cielos será de aquellos que sufran por las medidas económicas-políticas que se aplican. Es como decir que si una persona tuvo una infancia de malos tratos, tiene un futuro asegurado. Las mujeres maltratadas, vejadas, tienen un futuro asegurado. Podrá deducirse entonces que cuando vemos a una persona muy rica, estamos en presencia de alguien que sufrió mucho.

Disculpe la escasez de argumentos, pero no se me ocurre ningún ejemplo. Ya lo han dicho en muchas otras ocasiones: es necesario ajustar, que muchos, incluso trabajadores, dejen de comer, mientras los grandes grupos económicos hacen fortunas. De este modo se produce el derrame. Esos grupos económicos, por lo general, se benefician con las crisis y las hambrunas, pero en lugar de que haya derrame fugan el dinero. Perdón por mi escepticismo, pero el único derrame que he visto, es cuando alguna persona sacude un pedazo de comida que encuentra en un tacho de basura, la sacude para sacarle la mugre y con eso ingiere una mínima proteína.

El Decreto de Necesidad y Urgencia, juntamente con la Ley Ómnibus, tiene un mensaje claro para los sectores más ricos de la sociedad: les dice: quiero gobernar para ustedes. Estos sectores que obtuvieron sus riquezas gracias a leyes y decretos que comprendieron su necesidad y urgencia de ser más ricos, saben que este hombre puro que cría perros, no tiene negocios para él. El decreto y la ley de espaldas al Congreso es una carta de amistad para que esos sectores cogobiernen con el nuevo presidente.

En 1759, François Marie Arouet, quien se llamó Voltaire, escribió Cándido o el Optimismo, lo firmó con el nombre de Monsieur le docteur Ralph, aunque aseguró no haber escrito esa sátira. De todos modos, esta novela satiriza una corriente teológica, muy aceptada en esos tiempos, que observaba que todo avatar, traerá indefectiblemente una bonanza, incluso el terremoto que destruyó Lisboa y que produjo 100 mil muertos.

Cándido dice: “También sé que tenemos que cultivar nuestro jardín”. He aquí la síntesis del pesimismo moderado de Voltaire. Su resignación ante las calamidades, las injusticias que sufre el mundo. Un mundo que no cambiará, que será imposible cambiar. Entonces atender a lo que nos rodea nos permitirá hacer nuestra vida más próspera. Y Voltaire, en la vida real se instala en Ferney, una aldea francesa lindante con Ginebra. Aquel hombre que a los 21 años fue encadenado en la Bastilla por escribir una sátira contra el duque de Orleans, terminó sus años cultivando su jardín en esa aldea francesa.

Borges consideró que es justo “un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire…”.

Probablemente sea más justo aquel hombre que es encadenado en la Bastilla, combatiendo la razón de los otros, mientras agradece que en la tierra haya música.

En la estación de trenes de Constitución, los días de lluvia, duermen cientos de personas. Lo hacen sobre pedazos de cartones sucios, alguna manta decrépita. Los acunan miradas de indiferencia y de asco. A esas personas, productos de ideologías que los odian, les tengo que decir que el miserable soy yo.

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