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La geografía, la historia y la literatura en un solo libro

Se publicó “10 lugares mágicos de la Argentina” con capítulos dedicados a sitios emblemáticos del país.

Una historiadora, Lucía Gálvez, y una escritora, Viviana Rivero, se reunieron para escribir 10 lugares mágicos dela Argentina, un libro que entrevera historia y literatura en relatos cuyo hilo conductor aparente es la geografía, pero que revelan el espíritu de un lugar y su gente.

“La idea fue de Viviana y me gustó porque soy muy viajera y he recorrido casi todo el país. Yo tenía la impresión de la importancia casi sacra de algunos de los lugares como los valles calchaquíes, Purmamarca… sitios no sólo bellos. La magia es lo que trasciende el lugar, su historia”, desgrana Gálvez, en una entrevista con la agencia de noticias Télam.

“Literatura para la historia o historia para la literatura, tiene que haber un equilibrio, la ficción tiene menos límites pero no puede tergiversar los hechos”, dice la historiadora y asiente Rivero, recién llegada a la entrevista que se realiza en el antiguo y remozado Club El Progreso, un edificio con el sello de la “belle époque” porteña.

Se trata de uno de los lugares mágicos elegidos por Gálvez y Rivero para representar en su libro a Buenos Aires. “Por el espíritu de unión que tuvo a lo largo del tiempo”, señala una de ellas.

Y para completar esa ciudad que se recorta en miles de fragmentos con vida propia optaron porLa Recoleta, “un lugar distinto desde sus orígenes, que estaba separado de la pequeña ciudad por un zanjón y unido por un frágil puentecito”.

Los sitios seleccionados comienzan en las ruinas de Cayastá, que marcan el primer emplazamiento dela Santa Fefundada por Garay en 1573. “Un pueblo que abandona su ciudad ya tiene algo, y eso se nota porque ha quedado detenida en el siglo XVII y los restos de las casas se pudieron replicar de manera exacta”, cuenta Gálvez.

Un capítulo está dedicado al solar de los Tejeda en Córdoba, convertido luego en Monasterio de San José de las Carmelitas y Purmamarca, enla Quebradade Humahuaca, donde el Gran Viltipoco fue vencido por el capitán español Francisco de Argañaraz y Murguía, fundador de la ciudad de San Salvador de Jujuy.

Dejando el noroeste, en el extremo noreste surgen las ruinas de San Ignacio y las Cataratas del Iguazú, una región en la que perdura la huella educadora los jesuitas –en el siglo XVII–  siempre paliando la acción devastadora de los banderaintes portugueses con los naturales de la región.

Y algunos lugares no tan conocidos como el valle del Uco, al pie dela Cordillera, en la provincia de Mendoza, en una zona donde en 1555 llegaron las primeras cepas.

“Además de la vid, trajeron de Chile toda clase de frutos de Castilla que se propagaron rápidamente por el Tucumán y Cuyo”, escribe Gálvez en el libro publicado por Emecé.

Luego, las autoras se detienen en los valles calchaquíes que florecieron en los siglos XVII y XVIII, y más tarde en Trevelín, “según los entendidos, una réplica del Paraíso Terrenal, un valle encantado enmarcado entre montañas nevadas y rodeado por el río Futaleufú”, territorio chubutense donde llegaron los galeses.

“Toda la vida hemos escuchado acerca de la inmigración galesa y me enamoré del lugar sin conocerlo. Ahí se ven muy bien los límites de la ficción y lo histórico, porque la historia abarca todo, la ficción hace una microhistoria y a través de ésta se ve la totalidad”, analiza Gálvez.

De la inmensa cordillera, las autoras rescatan en este primer volumen –ya piensan en la necesidad de un segundo porque muchos lugares quedaron afuera– el glaciar Perito Moreno y el Lago Argentino, además de un sitio que no se puede soslayar: la cueva de las manos pintadas.

Rivero fue la encargada de dotar el relato histórico de otro salido de la imaginación, de aquello inasible que transmite un lugar determinado y adosarle una historia posible, tanto desde el pasado o del presente como forma de cierre de esa magia buscada por las dos.

“Lucía  me enviaba lo que escribía sobre el sitio elegido, y a partir de ahí yo lo usaba de inspiración e imaginaba el relato que iba a sintonizar con la historia del lugar”, resume la autora de Mujer y maestra y Ellos se fueron.

El abordaje histórico de Gálvez junto a las ficciones de Rivero dota a cada una de las geografías elegidas de una nueva significación, que muestra el entramado cultural de una Argentina tejida a lo largo de los años.

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