Edición Impresa

La fuga del preso mediático

Raúl Flores, el sicario que reconoció ante las cámaras haber sido contratado para matar al sindicalista Abel Beroiz y cumplir con ese trabajo, se escapó ayer en un camión que reparte pan de la cárcel de Piñero.

Por: Silvina Tamous

Otro golpe de efecto para agitar el fantasma de la inseguridad. A sólo tres días de que 17 reclusos protagonizaran una espectacular fuga de la Alcaidía de la jefatura, ayer un preso emblemático que confesó ante las cámaras de cuanto canal tuvo ganas de filmarlo que mató a sangre fría al dirigente sindical Abel Beroiz se fugó de la cárcel de Piñero en un móvil que transportaba el pan. Al cierre de esta edición, se tomaba declaración a seis agentes penitenciarios, cuatro de ellos ya están en disponibilidad al igual que el encargado de la panadería que no es personal del Servicio Penitenciario, en el marco del sumario administrativo que se instruye en esa fuerza.

Raúl Oscar Flores tiene 23 años y saltó a la triste fama en el 2007 cuando asesinó a Beroiz en el estacionamiento del Automóvil Club Argentino, en noviembre de 2007.

Como si fuera una nueva modalidad adquirida para la fuga, Flores logró ganar la calle y llegar a Rosario oculto en un móvil que trasladaba pan al Irar.

Una fuente de la cárcel de Piñero explicó que Flores estaba encargado de limpiar la cuadra donde se fabrica el pan, una tarea que desempeña desde hace varios meses.

Sin embargo, ayer a la mañana aprovechó la oportunidad para fugarse. Cuando llegó una trafic del Instituto Autárquico Provincial de Industrias Penitenciarias (Iapip) que traslada el pan se introdujo en el móvil y escapó.

En ese lugar se encontraba aparte de Flores el maestro panadero, un hombre ajeno al SP, que logró su cargo en el Iapip a partir de un concurso, y otros dos internos.

“Al parecer los otros dos reclusos cargaron las bolsas con el pan, y en un momento de descuido del maestro se les metió Flores en la camioneta”, sostuvo una fuente del penal.

Además destacó que la puerta de la trafic se abre de adentro hacia fuera ya que no está hecha para trasladar presos, sino suministros como en este caso el pan que se lleva todos los días a las distintas unidades penitenciarias del sur de la provincia.

La camioneta salió tipo 8 de la mañana de Piñero y una media hora después, cuando estaba cerca del Irar, en avenida Perón al 6700, el chofer escuchó un ruido, un portazo. El hombre se bajó de la trafic y se dio cuenta de que alguien salía corriendo, por lo que dio aviso al penal. El mismo vocero destacó que el maestro panadero ya se había dado cuenta de que Flores no estaba, por lo que también avisó a las autoridades.

“La camioneta pasó tres controles, y los tres se hicieron mal, lo que resulta gravísimo”, destacó el jefe del Servicio Penitenciario, Mariano Bufarini.

Bufarini se inclinó por la hipótesis de la negligencia y dejó de lado el fantasma de la conspiración. Sin embargo, otros funcionarios no descartaban la posibilidad de que Flores hubiera efectuado algún arreglo para su fuga. Sin embargo, no se trata de un pesado del hampa que maneje demasiado dinero, sino de un sicario confeso que por poca plata asesinó de una manera burda y desprolija al secretario gremial de camioneros dejando una infinita cantidad de huellas y evidencias que llevó a la Policía directo a su casa. De todos modos, la fuga es al menos sospechosa. Y es sospechosa la sumatoria de hechos negligentes que generan un fuerte golpe de efecto en la población, sobre todo cuando el fugado es un asesino.

A pocos día de que los presos de la Alcaldía de la Jefatura escaparan en un auto policial, hirieran a un guardia y armaran un motín, Flores, el preso que habló a las cámaras y contó cómo lo contrataron para terminar con la vida de Beroiz, incluso cómo cometió el asesinato, se fugó como en las películas en el camión del pan, atravesando  controles de la cárcel sin problema.

Comentarios