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La Cumbre cerró con acuerdo gracias a ardid diplomático

“Esta es una primera etapa para un nuevo tratado contra el cambio climático”, señaló el secretario de la ONU

El surcoreano Ban Ki Moon destacó el acuerdo alcanzado en la capital de Dinamarca.
El surcoreano Ban Ki Moon destacó el acuerdo alcanzado en la capital de Dinamarca.

Un acuerdo promovido en Copenhague por los ricos y poderosos del planeta para luchar contra el cambio climático e impugnado por un núcleo duro de países vio la luz ayer gracias a un ardid diplomático que permitió sortear la imposibilidad de una adopción consensuada.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima optó por “tomar nota” del Acuerdo de Copenhague, anunció el presidente de la sesión, en la reanudación de la reunión tras una dramática interrupción matinal, desatando la ovación de una gran parte de la sala.
“El hecho de tomar nota le da un estatuto legal suficiente para que el acuerdo sea operativo sin necesidad de una aprobación por las partes”, explicó Alden Meyer, director de la ONG estadounidense Union of Concerned Scientists (unión de científicos comprometidos).
El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, afirmó que ésta es la primera etapa para alcanzar un nuevo tratado mundial de lucha contra el cambio climático.
Elaborado el viernes último por los jefes de Estado y de Gobierno de unos 30 países industrializados, emergentes y en desarrollo, el documento había sido presentado de madrugada ante el plenario de la conferencia.
Sus principales promotores fueron Estados Unidos, la Unión Europea, y cuatro grandes potencias emergentes: China, India, Brasil y Sudáfrica.
Pero la férrea oposición de Cuba, Venezuela, Bolivia y Sudán, que criticaban su insuficiencia para luchar contra el cambio climático o la exclusión de la mayoría de países del proceso decisorio, amenazaba su adopción, dado que ésta debía darse necesariamente por consenso.
La solución llegó después de una noche de ásperos debates. “No nos parece correcto que intentemos, con el argumento de la buena fe, imponer aquí un documento logrado por medios no democráticos que se nos presentó pocos minutos antes de proponernos su adopción”, afirmó el delegado de Bolivia.
El líder norteamericano llegó a Copenhague muy temprano el viernes y, tras pronunciar un discurso que suscitó vivas críticas, se reunió con el primer ministro chino Wen Jiabao, con los líderes de la Unión Europea, de nuevo con Wen y por último con el grupo de potencias emergentes denominado Basic (Brasil, Sudáfrica, India y China).
Hacia la medianoche, Obama, Lula, Wen y los demás dejaron la conferencia, pasando el fruto de sus discusiones al plenario de los 193 países para que lo adoptasen a guisa de introducción de los acuerdos técnicos propiamente dichos, negociados bajo la égida del Protocolo de Kyoto y de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
La delegada de Venezuela afirmó que la forma en que se había gestado el acuerdo era “un golpe de Estado a la Carta de Naciones Unidas” y subrayó que todo ocurrió “bajo la propia mirada del secretario general de la ONU”.
Este comentario inauguró una noche de ásperos intercambios, durante la que Sudán afirmó que adoptar este documento, equivale “a pedirle a África que firme un pacto suicida, un pacto incendiario”.
El documento recoge un número mínimo de cuestiones de forma vaga, como el reconocimiento de la necesidad de limitar el aumento de la temperatura media del planeta a 2º C respecto a su nivel preindustrial.
La cuestión crucial de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a medio plazo (2020) será decidida en enero, según el texto. Los objetivos a largo plazo (2050) no son siquiera mencionados.

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