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La constancia, cualidad de los triunfadores

Por:  Alicia Caballero Galindo

La llave del éxito en cualquier empresa radica en tener plena conciencia de lo que se desea alcanzar y la constancia para recorrer el camino recto hasta llegar a la meta. Andar y desandar veredas, sólo lleva a la mediocridad.

Para los alumnos, los primeros días de clase todo es novedad: libros nuevos, maestros nuevos, tal vez también compañeros nuevos y un cúmulo de buenos propósitos, producto de la experiencia del año anterior. Las tareas se hacen con entusiasmo, los libros se forran y se cuidan, pero al poco tiempo van perdiendo su encanto y terminan maltratados por considerarlos una “carga”. Para los maestros, la perspectiva es otra: nuevos retos, cambios en los libros, en los programas, en resumen: hay que “estudiar” lo nuevo para saber qué se va a hacer. En este punto las opiniones se dividen; sin hablar de porcentajes, sólo diremos que una parte toma los retos, los enfrenta y los aplica en bien de la educación; y otra parte, continúa con la rutina acostumbrada haciendo a un lado las innovaciones porque “al final de cuentas es lo mismo”. De los que aceptaron el reto, algunos continúan hasta el final del ciclo con el mismo entusiasmo y dedicación, pero una parte importante a medida que avanza el ciclo escolar va perdiendo interés y cae en la rutina de nuevo.

Este fenómeno lo vemos reflejado en la vida de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo. La falta de constancia en las actividades cotidianas desde la más pequeña e insignificante hasta la más trascendente y determinante. La madre pide a su hijo que guarde su ropa, éste por unos días lo hace bien pero empieza a tirarla de nuevo; en lugar de dedicar tiempo a enseñarle prefiere levantar ella sus cosas y… ¡empieza el vicio de la dependencia y la irresponsabilidad! Como las acciones antes citadas, podrían mencionarse otras muchas que ponen de manifiesto una mentalidad dispersa en cuanto a las directrices que regulan la vida de un individuo. Desde luego, hay que reconocer la existencia de quienes saben lo que quieren, luchan por alcanzarlo y llegan a la meta por medio de esfuerzos propios. Por desgracia este porcentaje es pequeño y eso nos mantiene en desventaja frente a los países desarrollados.

La constancia es una virtud que debe cultivarse desde el hogar y la escuela. Es una predisposición natural del individuo y se retroalimenta por medio de la educación, y la mejor forma de educar es con el ejemplo. Desde que se tiene conciencia, la educación en el hogar y la escuela son determinantes en el sano crecimiento de los individuos. Hay que enseñarles desde pequeños a realizar actividades formativas en lo intelectual o lo práctico de acuerdo a su edad, pero deben concluirlas y no abandonarlas. Si está leyendo un libro hay que enseñarle a terminar la lectura y comprender el mensaje. Si hace una manualidad, ¡que no la abandone antes de terminarla ni comience otra que tendrá el mismo destino! Hay que entender que el mayor de los premios es saberse vencedor en la realización de una empresa. Esta formación radica, esencialmente, en la actitud de los adultos ante los retos de los niños y jóvenes. Educar significa conducir y el ejemplo vale más que mil palabras.

Un individuo que es constante en el empeño por alcanzar sus metas está seguro de lo que quiere y lucha venciendo las barreras que se le presentan en el camino. Las dificultades que se interponen entre el individuo y sus metas sólo son retos a vencer; ¡nunca frenos para desistir!

Formar individuos que saben lo que quieren y cómo alcanzarlo, es tarea de una sociedad comprometida con el futuro; es trabajo de equipo, porque debe ejercerse en todos los ámbitos por igual. Es una manera segura para lograr una misma sintonía en la formación de la fuerza productiva. El futuro nos alcanza cada día y el tiempo de pulsar las riendas del crecimiento es ¡aquí y ahora! La constancia en las acciones lleva irremisiblemente al éxito de la empresa. Y cada éxito alcanzado representa una confirmación del poder individual.

Alimentar la autoestima desde que el individuo tiene conciencia es indispensable. La suma de esfuerzos individuales se incrementará en un poderoso caudal cuando se lucha por una misma causa, el progreso de la humanidad. Cuando se tiene seguridad en sí mismo, se tiene también la conciencia del poder de la voluntad aunada a la inteligencia y la clara visión de lo que se busca. Cada camino que se emprende debe meditarse antes, ya que una vez iniciado ¡no hay que retroceder hasta llegar al objetivo! Siempre hay que avanzar hasta la meta; el llegar será el mayor de los premios. La constancia es cualidad de los triunfadores.

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