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La Biblio: un equipo que causó sensación en el fútbol

Por Hugo Lucero/Télam.- Los futbolistas tenían una extravagante vestimenta y colorido, para contraponerlo con la dictadura.


Hace 25 años un grupo de jóvenes de la ciudad santafesina de Venado Tuerto decidió restaurar la Biblioteca local Florentino Ameghino, y crear un equipo de fútbol, de extravagante vestimenta y colorido para contraponerlo al oscuro clima de la dictadura militar, y con el que ganaron dos campeonatos seguidos en la Liga de esa ciudad y, además, disputaron un Torneo Regional de AFA en la década del 80.

Aquellos jóvenes soñadores se llamaban los muchachos de la Biblio y parecían surgidos de un relato de Osvaldo Soriano, el que atraído por la historia del equipo y su gente un día viajó hasta Venado Tuerto, visitó la institución, jugó un partido de fútbol y luego ofreció una charla.

El equipo de fútbol surgió en 1982 por iniciativa de los propios jóvenes que se reunían para restaurar la biblioteca Florentino Ameghino, que fue fundada en 1920 y presentaba un singular perfil al igual que su hinchada.

“Éramos tipos con poco más de 20 años y todos con inquietudes culturales y artísticas que veníamos de una época muy complicada y oscura como la dictadura militar. Entonces nos metimos en la aventura de armar un equipo de fútbol porque pensamos que así se le daría un impulso cultural, además del deportivo”, contó a Télam el poeta de esa ciudad Marcelo Sevilla, que integraba el equipo.

Sevilla contó que primero participaron de un torneo de fútbol de salón, y luego, al término de un asado en el patio de la Biblioteca que restauraban, surgió la idea de entrar en la Liga, lo cual era sorprendente para la época.

El ingreso de la Biblio a la Liga oficial de fútbol fue resistida por varios clubes que se negaban a otorgar la autorización al grupo de “jóvenes aventureros”, porque algunos directivos de la Liga y gente con ideas derechosas y excluyentes los tildaban de “putos, faloperos y comunistas”.

La vestimenta que eligieron para presentarse a jugar en la Liga sorprendió a todos ya que seleccionaron “una indumentaria colorida, que en realidad respondía a una estética vinculada con la vocación por vivir y la libertad porque salíamos de una época oscura como la dictadura, aunque todavía había resabios del régimen”, recordó Sevilla.

“Los pantalones eran bermudas, estaban en el límite de lo prohibido, una innovación total en aquella época y los árbitros se agarraban la cabeza cuando entrábamos a la cancha. El buzo del arquero, tenía pintado un cuadro artístico sobre el buzo, era un frac”, acotó.

El técnico de aquel equipo y comisario general, Dionisio Rubio, expresó a Télam: “Le quisimos dar un matiz distinto, hicimos algo lírico, nadie cobraba un peso, pero además del colorido y originalidad en la indumentaria había respeto por el fútbol, una línea de juego, y buenos jugadores. Así es que obtuvimos dos campeonatos seguidos, 87 y 88, y hasta jugamos un Torneo Regional de AFA de entonces”.

“En el primer certamen ganamos 16 partidos consecutivos y cinco fechas antes de terminar la Liga venadense ya nos habíamos consagrado campeones”, enfatizó.

Rubio confirmó que, tras los partidos, al día siguiente a la noche les entregaba a cada jugado, un informe escrito a máquina con un comentario individual sobre su desempeño en la cancha y otro global sobre el funcionamiento colectivo del equipo.

“Fue un fútbol interesante, alegre, pero con táctica y técnica; la concurrencia a la cancha superaba todas las previsiones, una experiencia inolvidable que la prensa de la época reflejó en todo el país”, destacó el director técnico de la Biblio.

Otra característica era que la fervorosa y cultural hinchada de la Biblio lejos de entonar cánticos agresivos a sus rivales distribuía en las tribunas poemas de Joan Manuel Serrat y Silvio Rodríguez.

Además portaban pancartas con frases  tales como “enamórese”, o agitaban banderas con la imagen del Quijote de Picasso y la leyenda: “La vida ataca a los molinos”.

La camiseta suplente era toda blanca con el dibujo de una paloma y una pluma en el pecho y, al término de los partidos, el técnico entregaba un escrito a máquina a cada jugador con su desempeño en el campo de juego.

La caballerosidad y educación de los bibliotecarios era expuesta todos los domingos, ya que si los rivales vociferaban cánticos ofensivos hacia el equipo venadense su hinchada le respondía con un desconcertante y respetuoso: “Qué ordinarios son los contrarios..!!”, y hasta aplaudían los goles visitantes.

Rubio recordó que con el tiempo “todo se diluyó, pero la Biblioteca, a raíz de la movida con el fútbol y el deporte, enriqueció su material didáctico y de lectura, y fue una de las pocas en inscribir oficialmente un equipo de fútbol en una liga afiliada a la AFA”.

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