Rusia 2018

El espía rojo

Juego hasta el cogote


Este Mundial se está acabando pero queda mucha tela para cortar, aun cuando el amargo y penúltimo partido a disputarse este sábado entre los perdedores de las semifinales sirva apenas como aperitivo para el espectáculo -ese sí, esperado- del domingo. Por lo pronto, en el duelo sabatino reaparecerá en escena el bueno de Thibaut Courtois, el portero belga que sin dudas es uno de los mejores arqueros que se han visto en este Rusia 2018.

Más allá de que por estas horas se lo considere o no como candidato al Guante de Oro, su jerarquía es indiscutible y vale la pena reparar en sus atributos físicos. No son pocos quienes cada vez que aparece en cancha suelen comentar la notoria extensión de su cuello, y aunque el muchacho diste de asemejarse a una jirafa la analogía reviste carácter cualitativo.

Desde hace décadas un equipo de investigadores de la prestigiosa Universidad Lomonósov de Moscú viene analizando el rendimiento de atletas de múltiples disciplinas en vinculación con sus parámetros antropométricos, y en particular al respecto del fútbol las conclusiones han derribado no pocos mitos, tales como que cuanto más alto mejor para ir de cabeza o defender en un córner. Patrañas del supuesto sentido común: está visto y probado que sobran lungos que no pueden despegar los pies del suelo, y petisos que se las ingenian para meter el bochazo entre dos torres gemelas.

En el caso del arquero, los análisis estadísticos que procesaron los académicos moscovitas al cotejar atributos físicos respecto de eficacia no demuestran precisamente que el mejor atajador es más alto o bajo, más flaco o más relleno, sino que la mayor incidencia está en sus proporciones. Y de allí el caso Courtois: no es su altura lo que le juega a favor, sino el par de centímetros que le saca de ventaja a sus colegas a la hora de visualizar las posibilidades del propio cuerpo -el alcance real de sus extremidades inferiores y superiores- desde una perspectiva ligeramente más elevada que el común de los jugadores al respecto de ellos mismos. Y a la par -recuerdan los expertos- quienes ostentan fisonomía de cuello largo tienen la posibilidad de extender el radio de giro de su cabeza un par de grados más, con el consecuente beneficio para la visión panorámica del juego.

Créase o no es así. Ciencia pura, aunque Inglaterra gane por goleada.

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