Espectáculos

Inauguración y celebración

Con la presencia del Ensamble de la Orquesta de la Ópera Nacional de París, el Mozarteum abre nueva temporada este viernes a las 21, en el Fundación Astengo. El concierto también será el puntapié de los festejos que la Alianza Francesa.

Foto de Sofía Korol

Por Javier Hernández

Los amantes de la música de cámara tendrán hoy la oportunidad única de asistir a una de las veladas más imponentes que llegará a los escenarios locales en 2012. Es que, tras la edición pasada, el Mozarteum Argentino filial Rosario comenzará esta noche a transitar su XXX temporada de abono con la no menor gloria de traer para su apertura al Ensamble de la Orquesta de la Ópera Nacional de París, quien por primera vez llegará a la Argentina para brindar, desde las 21 en el Fundación Astengo (Mitre 754), el único concierto del conjunto en territorio nacional.

El encuentro tiene lugar también en el marco de las celebraciones que la Alianza Francesa de Rosario prepara para este año como conmemoración del Centenario de su presencia en la ciudad, y cuenta con el auspicio de la Embajada de Francia y la Delegación General de Alianzas Francesas de Argentina.

Integrada por Frédéric Laroque (1er. violín), Jeanne Lancien-Mondon (2do. violín), Fanny Baradeau (1er. alto), Jonathan Nazet (2do. alto), Jean Ferry (1er. cello) y Eve Marie Caravassilis (2do. cello), la formación interpretará a dos de los más afamados compositores del período romántico como Schubert y Tchaikovski.

El Ensamble, reconocido internacionalmente como uno de los grupos más importantes de Europa, suele transitar emblemáticos teatros del mundo y forma parte de las temporadas de conciertos de la Ópera Garnier de París. “Estamos muy impacientes por presentarnos en esta ciudad”, dijo Fanny Baradeau, una de las integrantes del grupo que amablemente recibió en la tarde de ayer a El Ciudadano en un hotel céntrico de la ciudad.

“Lo más importante es el encuentro con la gente, cada público y cada nueva sala. Si bien depende mucho del repertorio que interpretemos, el cómo será la reacción que tendrá la gente, la manera que el público percibirá nuestra música, hace que las cosas cambien”, coincidieron los músicos.

El Ensamble interpretará en una primera parte el “Quinteto de cuerdas con dos cellos en Do mayor de Schubert”, y concluirá con el sexteto de cuerdas de Tchaikovski “Souvenirs de Florence”, auque dependerá del recibimiento que el grupo tenga para extender el concierto a través de algunos bises.

“Schubert y Tchaikovski son dos compositores que, como personas, se oponen entre sí. Schubert era un poco más contenido y sus expresiones tienen quizá por eso más matices, en cambio Tchaikovski era mucho más extrovertido y por tanto es interesante ver cómo sus expresiones se oponen en este  repertorio”, dijo el primer violín Frederic Laroque, quien justificó la conjunción de autores en el folclore de su tierra que ambos expresan.

“Si bien ambos se oponen, los dos tienen en común el gusto por incluir en sus obras su particular folclore: Schubert –continúa Laroque– tendrá mucha música de reminiscencia vienesa, mientras que en Tchaikovski, obviamente, se sentirá más su mirada rusa”.

Consultados por cómo describirían musicalmente esas obras que, de antemano, aparecerían distanciadas, los músicos afirmaron que tocar este programa es un “fuerte desafío”, porque “esta obra de Schubert es una de las más largas dentro de los repertorios de cámara y también una de las más bellas. Y en Tchaikovski hay que sumarle el reto físico e intelectual, porque interpretar esa obra demanda una gran entrega”.

Se suele decir que “Quinteto de cuerdas con dos cellos en Do mayor de Schubert” representa la cumbre y culminación de la producción de cámara, e incluso que se trata de una forma metafórica que tiene el autor para traspasar su propia muerte a través de una obra bella que se encuentra entre las mejores de la música de este tipo. “Estamos de acuerdo: es una pieza que represente la cima de la obra de Schubert antes de morir, pero no como un desafío hacia la muerte sino, mejor, como un juego”, subrayaron los seis músicos.

Para Eve Marie Caravassilis es importante destacar la búsqueda particular de la escritura expresada en cada instrumento: “En la obra de Schubert –sostiene– hay un movimiento lento que representa la eternidad”.

El particular momento, que puede entenderse como el corazón de la obra, hace referencia al segundo movimiento, una de las partes más bellas de toda la interpretación. “La exposición de la primera parte y el segundo movimiento son las partes de la obra que más disfrutamos y más nos conmueve”, continuó Casavassilis, al tiempo que Baradeau reconoció que esta pieza implica un gran desafío de interpretación porque tan sólo el primer movimiento dura quince minutos continuados y “te hace sentir que el cuerpo ya está comprometido”, concluyó.

Por último, sobre la narrativa que propone el sexteto de cuerdas de Tchaikovski, “Souvenirs de Florence”, la instrumentista francesa Jeanne Lancien Mondon opinó que es una sinfonía de música de cámara con una estructura “muy densa”, porque en ciertos momentos de la partitura “todos los instrumentos tocan dos, tres o cuatro notas simultáneas”, describió.

Comentarios