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Falta de mérito a dos jóvenes por asalto a una mujer policía

La víctima no vio los rostros de los ladrones ni la patente de su moto, pero acusó a dos muchachos.

En mayo pasado, dos jóvenes fueron detenidos en la zona oeste acusados de haber roto la ventanilla del auto particular de una mujer policía y luego disparar contra el mismo vehículo. Al momento de ser apresados, ninguno de los dos tenía armas ni se les secuestró alguno de los elementos supuestamente robados. A pesar de este detalle, al que se suma que la víctima del presunto robo dijo que no había llegado a ver los rostros de sus agresores ni la patente de la moto en la que se desplazaban, y que los sospechosos tenían coartadas concordantes, el juez a cargo de la instrucción no resolvió su sobreseimiento, sino que les dictó una falta de mérito, lo que implica que no se encontraron pruebas suficientes para procesarlos ni para desvincularlos de la causa.

El hecho del que se desprendió el dictamen judicial ocurrió el pasado lunes 16 de mayo, en el cruce de bulevar Seguí y avenida Provincias Unidas. En el semáforo que está ubicado en esa intersección se detuvo, durante las primeras horas de la tarde, un automóvil marca Renault Clio color negro que era conducido por María Laura P., oficial principal dela Policíasantafesina que presta servicio enla Unidad RegionalII.

De acuerdo con la denuncia de la mujer, en ese momento una moto roja en la que viajaban dos jóvenes –a los que no consiguió verles los rostros– se paró junto al auto; luego uno de ellos rompió el vidrio de la ventanilla del lado del acompañante y le robó la cartera.

Además, la oficial dijo que, cuando se daban a la fuga, el muchacho que llevaba el arma –quien iba en la parte trasera del rodado– efectuó un disparo, por lo que ella respondió a la agresión accionando su arma reglamentaria. Tras ese episodio, la mujer dio aviso a sus colegas, que comenzaron a buscar a los sospechosos por la zona.

El procedimiento en el que fueron detenidos Leandro Iván C., de 26 años, y su sobrino, Ricardo Fabián R., de 21, tuvo lugar en la esquina de Cullen y Deán Funes.

Según el parte policial, Leandro se dio a la fuga a bordo de una motocicleta roja al ver que llegaban al lugar varios patrulleros y, tras una persecución, fue apresado en un pasillo de Uruguay al 5900, mientras que Ricardo ganó el interior de un comercio y subió a un techo, adonde finalmente fue detenido.

Para los policías que intervinieron en el operativo se trataba de las mismas personas que habían asaltado a su colega. En sus relatos ante funcionarios judiciales, los dos jóvenes reconocieron que habían sido detenidos en esos lugares. Sin embargo, su versión de los hechos es muy distinta a la oficial.

Según declaró Leandro en sede judicial, ese día fue a trabajar a las 8.30 y cuando salió al mediodía se fue al almacén donde trabajaba Ricardo, su sobrino, para almorzar. Dejó la moto en la esquina de Deán Funes y Cullen y comieron dentro del local, que está ubicado en esa esquina, mientras atendían a algunos clientes.

De acuerdo con el mismo relato, a las 14.30 él tenía que volver a trabajar, por lo que un rato antes (cerca de las 14) se dispuso a marcharse. Tío y sobrino salieron a la vereda y se quedaron charlando unos instantes, organizando un partido de fútbol. “En ese momento para atrás mío un auto de civil gris, chocado en un costado, y bajan dos sujetos vestidos de civil y con armas en las manos, y mi sobrino me dice: «te roban la moto». Yo cuando los ví me asusté, entonces agarro y salgo con la moto, porque ellos no me dijeron que eran policías, no se identificaron ni nada, solamente dijeron «quedate ahí»”, dijo Leandro ante el juez.

El muchacho salió del lugar a toda marcha y perdió al primer vehículo, pero se cruzó con otro auto que quiso tirarlo al suelo. “Yo iba gritando «¡Me quieren robar la moto!»”, contó el muchacho al magistrado a cargo de la instrucción. Momentos después, en un intento de escapar de sus persecutores, se metió en el pasillo de Uruguay al 5900: “Ellos entran corriendo con armas en sus manos. A uno le digo: «tomá, llevatelá pero no me hagas nada», y le doy las llaves”.

Pero en ese momento los hombres de civil se identificaron como policías, lo tiraron al suelo y comenzaron a golpearlo. Esposado, lo cargaron en un patrullero, al que también subió la mujer que había sufrido el presunto robo, quien comenzó a pegarle y no dejó de hacerlo hasta que llegaron a la comisaría 19ª, contó el muchacho.

Por su parte, Ricardo –que había quedado en la puerta del local creyendo que se trataba de un robo– le dijo a un vecino que llamara ala Policía.

Pero según dijo luego ante el juez, el auto gris volvió, por lo que optó por encerrarse en el comercio, pero los sujetos de civil comenzaron a patear la puerta, al tiempo que Ricardo subía al techo para pedir ayuda a los vecinos. “Suben dos personas apuntándome con un arma, diciéndome que me tire al piso. Un señor viene y me pega patadas en la cabeza, lo que vieron varios testigos. Me ponen esposas y me siguen pegando”, relató el joven.

El muchacho también fue trasladado a la seccional 19ª. Allí ambos negaron constantemente haber cometido el hecho y, a pesar de que la víctima del robo sólo los había identificado por las ropas, quedaron fichados como presuntos autores del ilícito. A las 20 recuperaron la libertad.

Evaluando estos relatos y la escasez de elementos que incriminaban en el hecho a los imputados, el juez de Instrucción de la 13ª Nominación, Gustavo Pérez de Urrechu, entendió que no podía determinarse si Leandro y Fabián fueron los autores del robo. Sin embargo, los jóvenes no fueron sobreseídos, sino que el juez entendió que debía dictarles una falta de mérito, lo que implica que no se encontraron pruebas suficientes para procesarlos ni para desvincularlos de la causa. Nada se dijo de la actuación policial.

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