Ciudad

Escritor ingenioso y entrañable

Fabricio Simeoni, el poeta presente en el recuerdo

En 2005 fue declarado artista distinguido por el Concejo Municipal con mayoría absoluta. A poco más de 10 años de su fallecimiento, recibe saludos de cumpleaños en las redes sociales como si no hubiese transcurrido el tiempo. Una historia de amor, poesía y amistad


Por Osvaldo Noval

Fabricio Simeoni fue un escritor/poeta rosarino con una prolífica producción y actividad cultural a través del equipo de Prensa de la Plaza Cívica, en la radio, la televisión, las publicaciones en gráfica y productoras de contenidos. Amigo de sus amigos y de los amigos de esos amigos, supo forjar una carrera literaria con obras sencillamente brillantes. Una escritura concisa, precisa, que abarca todos los aspectos de la vida con la visión inocultable de un observador sagaz, atento y minucioso. Formado como periodista y volcado a la filosofía gracias a una lectura voraz, se ubicó en un lugar de referencia para colegas del medio. Tanto es para Rosario que, en mayo de 2005, fue declarado “Artista distinguido” por el Concejo Municipal de Rosario por su trayectoria poética, literaria y periodística. Nacido un 3 de marzo de 1974, dejó una huella tan imborrable que aún hoy a poco más de 10 años de su desaparición física (14 de octubre de 2013), su cuenta de Facebook sigue recibiendo mensajes en el día de su cumpleaños. Desde el año y medio de edad Fabricio sufrió una atrofia espinal progresiva que fue paralizando casi todo su cuerpo, a excepción de los ojos y la boca. Él mismo con un humor que utilizaba para desdramatizar su situación y la de las personas con discapacidad, decía con frecuencia “de pedo muevo los ojos” y sonreía buscando la complicidad.

Fotos, recuerdos, agradecimientos, nostalgias y momentos atesorados por los añorantes: “Muy feliz cumple Fabri querido! Serían 50. Sé ahora que fuimos extremadamente afortunados los que te tuvimos cerca”, dice Miguel Culaciati en la red social del Caralibro, para cerrar con un “Vives en mí. Siempre”. “Nuestra vida es un lecho de cristal…” parafrasea Negro Herrera para recordar a su amigo en una foto junto al director de cine Héctor Nene Molina. El Nene recuerda: “En las presentaciones de sus libros, Fabri era como una estrella de rock y la gente compraba los ejemplares para que el autor los firmara. Como él no podía rubricarlos, nos pedía a los amigos que firmáramos por él, pero nos vigilaba de cerca porque alguno le agregaba el número de teléfono propio a las señoritas agraciadas. Él se reía ante esa posibilidad y nos divertíamos mucho”. Corazones, fotos de Fabri con nariz de payaso y una torta de festejos pretéritos, sólo muestras de amor. “Se te extraña por acá Fabri Simeoni! Siempre presente en cada poesía, en cada sonrisa, en cada día del amigo. Besos al cielo para vos!!!!!”, reza la evocación de Ana Maria Daviou. Esos recuerdos son la esencia del escritor que humedece los curiosos ojos mientras siguen sus líneas. “La oculta inarmonía/ crepitante del origen,/ la falta y el exceso/ desisten de todas las cosas”, escribe Fabricio en “Episodios del fuego” para ubicarnos ante la realidad de un tiempo que sólo admite el presente, para que podamos valorarlo, vivirlo, atesorarlo, sin pasados ni futuros. Abrazos, deseos, pero sobre todo instantes.

“Entre los telares de la rapsodia solían esconderse las incógnitas, las que quedaron al margen de toda respuesta”, revela Simeoni en “Despojos”, de la colección prologada por Marcelo Scalona (uno de sus grandes amigos) bajo el título “La mujer de las cortadas”. Esas incógnitas sin respuestas son las que dejan la ausencia del escritor, del poeta, del amigo.

“En uno de los capítulos de una serie que hice para Canal Encuentro sobre Discapacidad, elegimos a un señor mayor, junto a un niño de 7 años, que tenía que trasladarlo hasta el Berlín (Bar que está ubicado en la cortada que hoy lleva el nombre de Fabricio Simeoni) y este señor le preparaba tragos con hielos de colores. A ese señor le daba un poco de pudor ayudarle a tomar el trago con un sorbete. Y allí Fabricio hablaba sobre la eliminación de esos prejuicios para con las personas con discapacidad. Ese señor era mi viejo”, cuenta muy emocionado Molina. Apenas dos meses de transcurrida su muerte el Concejo Municipal de Rosario aprobó un proyecto para cambiar el nombre de la calle Pasaje Zabala a “Poeta Fabricio Simeoni”, como se denomina actualmente.

La música no fue extraña a la poesía de Fabri y en 2006/2007 editó un discazo con música, arreglos y ejecución de Fabián Gallardo y las voces de Roberto Fontanarrosa, Gustavo Cordera, Quique Pesoa, Darío Grandinetti, Silvina Garré, Carlos Resta y Daniel Querol. “Fabricio es una especie de mago.”, revela Gallardo. “Sigue logrando que la gente se vuelva a encontrar alrededor de su brillo inigualable, sin estar presente físicamente. (aunque eso también podemos dudarlo), aclara el músico. “Cuando Fabri se fue le hice una canción de esas que salen sin preguntar y ni te dejan pensar demasiado. Y la grabé así nomás”, confiesa Fabián. “Yo no se a dónde te fuiste, cada día se te extraña” reza el tema “Huellas” del músico rosarino. “Su truco preferido es agrupar alegrías. Fuimos muchos los que dimos vueltas alrededor de esa silla mágica. Distintos, con diferentes ideas, problemas, realidades, actividades y caracteres. Pero alrededor de esa silla éramos todos iguales. Y a todos nos contagiaba su alegría y nos unía. Nos hermanaba a todos en esos inolvidables momentos compartidos.”, concluye Gallardo.

Fabricio Simeoni se despedía de los amigos en charlas cotidianas con la frase “abrazos intersticiales”, porque con esas palabras buscaba abarcarlos, reconocerlos, recordarlos, respetando su esencia, sus formas, sus características únicas. “Tu sonrisa sigue siendo siempre mi bandera.”, dice Gallardo cuando lo recuerda. Porque como la canción, Fabricio es un sinónimo de Huella.

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