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Europa y Asia unidas bajo el Bósforo

Tras nueve años de espera, Turquía inauguró ayer el primer túnel ferroviario bajo el estrecho del Bósforo, que conecta la parte asiática y europea de Estambul, un proyecto gigantesco bautizado por las autoridades como “la obra del siglo”.

Tras nueve años de espera, Turquía inauguró ayer el primer túnel ferroviario bajo el estrecho del Bósforo, que conecta la parte asiática y europea de Estambul, un proyecto gigantesco bautizado por las autoridades como “la obra del siglo”.

Se trata del Marmaray, un túnel de casi 14 kilómetros que vincula a Europa y Asia, unidas hasta ahora sólo por puentes.

El túnel dará fluidez al tráfico intercontinental al facilitar el desplazamiento de un continente a otro, un trayecto realizado a diario por millones de residentes de Estambul.

La inauguración coincidió con el nonagésimo aniversario de la República Turca, fundada por Mustafá Kemal Atatürk.

El túnel fue inaugurado por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, ex alcalde de Estambul, en una ceremonia realizada en el muelle asiático de Üsküdar.

Marmaray figura entre los megaproyectos urbanos de Erdogan a menudo criticados, y que alimentaron la confrontación contra el gobierno liberal en junio pasado, reeditada ayer con tuvo nuevas manifestaciones.

El Marmaray conecta no sólo las redes ferroviarias de cercanías de las dos partes de la ciudad sino que también servirá, a partir de 2015, para unir las líneas de alta velocidad de Europa y Asia.

“Un día tal vez podamos viajar en tren desde Tokio a Pekín y… hasta Üsküdar”, estimó Erdogan en voz alta, en su discurso.

El tramo inaugurado ayer tiene una longitud de 13,6 kilómetros, con una parte sumergida de 1.400 metros de longitud y a unos 60 metros bajo el lecho marino.

A partir de mañana el trayecto estará abierto al público y el viaje será gratuito durante los primeros quince días.

La idea de construir un túnel bajo el estrecho del Bósforo fue planteada por primera vez en 1860 por un sultán otomano, pero recién pudo ser puesta en práctica en 2004, con el apoyo financiero del Banco Japonés para la Cooperación Internacional (735 millones de euros) y del Banco Europeo de Inversiones (BEI).

El costo total del proyecto está evaluado en 3.000 millones de euros.

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