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Espías: en Wall Street también se consiguen

Sobre la meca de las transacciones y especulaciones financieras que golpean a todo el mundo hay ojos que hurgan privacidades.

Un nuevo escándalo en Wall Street salpica ahora a periodistas y agencias luego que la cadena CNBC informó el sábado pasado que Bloomberg había espiado al titular de la FED (Reserva Federal de Estados Unidos), Ben Bernanke, y a Timothy Geithner cuando era secretario del Tesoro. A raíz de esto, tanto la Reserva Federal como el Tesoro estadounidense abrieron una investigación y se pusieron en contacto con la agencia de noticias, fundada por el actual alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, para aclarar lo sucedido.

Según la información de la CNBC, desde Bloomberg se hizo un seguimiento de la información que tanto Bernanke como Geithner consultaban más a menudo, así como la frecuencia con la que lo hacían (por ejemplo, cada cuánto miraban datos macroeconómicos, cotizaciones, etc. a través de la terminal Bloomberg), las funciones que utilizaban y las búsquedas que realizaban. Al parecer, se trataría de una función oculta en el sistema a la que podían acceder todos los empleados de la agencia que la conocieran.

En el caso de los datos de Bernanke y Geithner, el empleado que filtró la información afirma que únicamente lo hizo por diversión y con el objeto de mostrar a los nuevos empleados el potencial de las herramientas de Bloomberg.

En realidad, el tema se destapó hace unos días, cuando un periodista de Bloomberg llamó a la consultora Goldman Sachs para preguntar por la situación laboral de un empleado del banco dado que hacía tiempo que no se conectaba a la terminal.

Inmediatamente, el asunto hizo saltar las alarmas en Goldman porque la inquietud demostraba que se hacía un seguimiento del comportamiento de los usuarios, lo que provocó el lógico reclamo y en forma instantánea Bloomberg desactivó la opción de seguimiento de suscriptores.

De hecho, tanto Goldman Sachs como JP Morgan estarían revisando sus contratos con Bloomberg y, en esta última entidad, ya sabían que desde la agencia se analizaba cuándo un trader se conectaba y desconectaba de la terminal, algo que pudo ser de gran ayuda a la hora de destapar el fraude de Bruno Iksil (alias The London Whale).

Algunos medios, como Quartz.com, afirman que varios empleados de Bloomberg podían acceder a las transcripciones de conversaciones con clientes importantes como Alan Greenspan simplemente por diversión.

Bloomberg, por supuesto, lo negó todo, pero en Wall Street perciben algo turbio, más allá de que el tema lo ventiló su competencia más directa, la CNBC.

Al parecer, la función está disponible desde el nacimiento de Bloomberg y sirve para que los agentes comerciales puedan contactarse con los clientes trimestralmente y ayudarlos a mejorar el uso de las herramientas de la terminal. A priori, cabe pensar que a una empresa de la magnitud e influencia de Bloomberg no se le ocurriría dejar esa función ahí para que un buen día su principal competidor lo descubra y la ponga contra las cuerdas.

Claro que también es cierto que el comportamiento de los clientes de Bloomberg genera interesantes flujos de información que se pueden agrupar y vender a terceros en una especie de mercado “blue”. Porque, aunque no dispongan de los datos exactos sobre lo consultado –no es posible saber qué información se requiere directamente–, según afirman desde Bloomberg, los movimientos –y su frecuencia– realizados por cada cliente delatan en forma implícita cuáles son sus intereses. Incluso el simple análisis de un gráfico con el sistema que utiliza Bloomberg puede dar pistas acerca de los productos que está operando un trader. La pelea recién comienza.

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