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Entre los principios y las banderas

Por Paulo Menotti

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Que la historia argentina ya no volvió a ser la misma luego de la irrupción del peronismo en la escena nacional es un tema que ya nadie discute. Sin embargo, el movimiento gestado por Juan Domingo Perón, por ser un protagonista de la vida política, social y cultural argentina, continúa produciendo múltiples vertientes de debate. Uno de los puntos más intrigantes es por qué una corriente política que fue catalogada de “nazi-fascista” durante los años 40, pudo cautivar a una juventud perteneciente a la clase media que, en el marco de los años 60, se volvió hacia posturas de izquierda revolucionaria. ¿Qué pudo haber sucedido durante el largo exilio de Perón (1955- 1973) en nuestro país que pueda explicar esa transformación?.

En De antiperonistas a peronistas revolucionarios. Las clases medias en el centro de la crisis política argentina (1955-1973), la historiadora María Estela Spinelli intenta responder ese interrogante y aborda ese espacio temporal denominado también “resistencia peronista” (por el propio peronismo), arrojando la discutible hipótesis de que las clases medias antiperonistas civiles y militares de mediados de los 50 pretendieron y no lograron superar políticamente al peronismo. La autora propone que “a lo largo de dos décadas, se dieron una serie de intercambios y acercamientos que, con distintos objetivos, terminaron dando por resultado un nuevo peronismo, tensionado, violento y caótico, que llegó al poder en el 73”. Si bien la trama del libro propone la preeminencia de la mirada política por encima de cuestiones económicas, sociales y culturales, los conceptos que trae a discusión no son llanos ni simples, y eso es un aspecto destacable de la autora. Uno de ellos es “clase media” (o “clases medias”, de acuerdo a la óptica de Gino Germani, quien observaba mucho más que un grupo) y la pregunta es ¿qué noción tenemos de eso?

El lente político

En tanto, doctorada en la Universidad Nacional de Córdoba e investigadora en el Instituto de Estudios Histórico-Sociales (IEHS) de la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires, Spinelli arma una explicación de nuestro pasado prestando atención a múltiples aspectos de la sociedad de la época. En esa línea, rechaza la vieja usanza que narraba mandatos presidenciales, fechas de batallas y otras cuestiones que hundían en el sopor a cualquier estudiante u ocasional lector. Spinelli, en cambio, está atenta a cuestiones sociales y culturales para dar cuenta de procesos históricos y de sus protagonistas. Esos elementos son básicos para comprender el pasado, porque si no ¿cómo describir a un grupo de gente que durante los años 50 piensa y milita por ciertas ideas y 18 años más tarde sostiene fuertemente otras opuestas, o que parecían estar en las antípodas?

Pero la profesora de Historia Argentina del siglo XX y de Historia de la Historiografía en las Universidades Nacionales del Centro y de Mar del Plata, elige principalmente como clave para la reflexión de ese espacio temporal (1955-1973) a la variante política por encima de otras. Recordemos el complejo itinerario político de esos años que van desde las discusiones, las participaciones en las calles y las acciones civiles del antiperonismo previas y durante la caída de Perón en 1955. Eso, sumado a la complejidad que presenta el gobierno de la dictadura de 1955 con la proscripción y persecución del peronismo, con especial persecución a los símbolos. En tanto, los gobiernos de Arturo Frondizi, José María Guido (de facto), Arturo Illia y la autodenominada Revolución Argentina, están atravesados por múltiples discusiones políticas. Vale nombrar el voto en blanco (peronista) en el periodo de Frondizi o los “planteos militares” a su gobierno; los armados del gobierno de Illia, que algunos consideraban de la vieja política, y la proscripción de toda la sociedad propuesta por Juan Carlos Onganía y su gobierno, que hizo agua frente al reclamo social del Cordobazo.

En ese recorrido, la autora sostiene que los principales protagonistas fueron la clase media o “clases medias”, que aparece como un grupo de la sociedad que demuestra su insatisfacción frente a determinados gobiernos por falta de libertades civiles, a la vez que demanda acciones participativas si no es que las toma en sus manos. Spinelli sostiene que son las clases medias las que se adhieren al discurso del gobierno de la Revolución Libertadora y a su desperonización y que “vieron sus transformaciones y cuestionamientos del orden político, social y cultural a lo largo de las presidencias de Arturo Frondizi y de Arturo Illia”. La historiadora observa un segundo momento en el que estos sectores sociales anteriormente nombrados dejan ver su radicalidad en los sucesivos gobiernos militares.

Son los jóvenes

“Nuestro sujeto histórico, el antiperonismo, fue un fenómeno político y cultural complejo que excedió a las clases medias”, aclara Spinelli, quien admite que esa fracción fue acusada de reaccionaria, liberal, elitista, además de defensora de los sectores privilegiados de la sociedad, pero la autora subraya que no todo el antiperonismo fue así. Para la investigadora cordobesa, una parte de ese fenómeno se fue dividiendo y diluyendo hacia la izquierda. Sin embargo, ¿quiénes eran?, ¿durante 18 años no sufrieron ninguna mutación?, y si tomamos a las clases medias como su punta de lanza, ¿cómo surgió este grupo?

Spinelli afirma que las clases medias “catapultaron” su participación en la vida política argentina en septiembre de 1955. Con esto decide soslayar los movimientos que lideró el partido Radical, siendo una fuerza que usualmente se cataloga de estar conformada por las clases medias, entre otras que conformaron esos sectores sociales.

Por lo pronto se puede afirmar que aunque no surgieron con el peronismo, las clases medias tuvieron un espaldarazo importante en esos dos primeros gobiernos, aunque es justo subrayar que si hay un estereotipo de la clase media argentina, se configura durante los 60. Justamente en ese periodo, la juventud se presenta a escena con una fuerza y rebeldía con la que no lo había hecho antes. Desde el Primer Mundo con el consumo de nuevos bienes (música, ropa) hasta el Tercer Mundo con los íconos de la Revolución cubana, la juventud se siente identificada. Pero es en Argentina donde esa juventud, hija de la clase obrera y que tuvo acceso a la educación y otros bienes; y también descendiente de las clases medias, tendrá un importante acercamiento al peronismo. En ese sentido, se debería hablar de una nueva clase media modelada al ritmo de la economía, la sociedad y la cultura.

Caótico

Spinelli plantea además que en su pujanza, los sectores que fueron antiperonistas no lograron incorporar al peronismo a la vida política y que en cambio, “a lo largo de dos décadas se dieron una serie de intercambios y acercamientos hacia él que, con distintos objetivos, terminaron dando por resultado un nuevo peronismo, tensionado, violento y caótico, que llegó al poder en el 73”. Es cierto que el peronismo es un protagonista clave de este periodo que guarda sus características en relación a él mismo, por sus luchas internas, violencia y caos. Sin embargo, habría que ver en qué medida el 73 es más caótico que otras coyunturas como las de 1930, la de 1955 o la de 1976, entre otras, y qué otros aportes trajo esa transformación de los antiperonistas a peronistas revolucionarios, algo que en el texto de Spinelli queda sin abordar.

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