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Entre el drama y la comedia

La Policía irrumpió en un hotel céntrico en busca de un joven de 22 años que decía estar secuestrado allí hasta que firmara unos papeles: demoraron a tres personas aunque la supuesta víctima se desdijo y redujo todo a un conflicto con su pareja.


Como si fuera una película de los hermanos Coen, donde se entremezcla el policial con detalles desopilantes y la comedia, a veces, deja paso al drama, las denuncias cruzadas entre los integrantes de una pareja de jóvenes tienen ocupadas a las fuerzas de seguridad y la Justicia, que intentan desentrañar si se ha cometido algún delito. Por un lado, a principios de mes un muchacho de 29 años denunció a entonces su novio, de 22, con quien había convivido 9 meses, por hurtarle 300 mil dólares de la caja fuerte. Según su versión, estaban destinados a una inversión en un boliche local, aunque él no terminaba de decidirse cuando ocurrió el faltante. Por otro, anteayer, el más chico envió un alerta desde el baño de un hotel céntrico donde decía estar secuestrado –tras haber sido obligado a subir a un vehículo a punta de pistola en el parque Scalabrini Ortiz– por su, ahora, ex novio y un par de fortachones hasta tanto recapacitara y se decidiera a devolver los billetes. Cuando llegó la Policía, se encontró con una extraña escena: el mayor de la ex pareja decía que allí no había nadie, pero el eco de una voz que parecía lejana pedía auxilio. Todos marcharon a dar explicaciones a la comisaría 1ª, y una vez dados los puntos de vista respectivos cada uno se fue a su casa. Por ahora, no hay imputaciones previstas, ya que el supuesto raptado dijo luego, en sede policial, que estaba allí por voluntad propia.

La denuncia, parte 1

Anteayer por la tarde, los policías de la seccional 1ª se sorprendieron con la llegada de Claudio V., de 55 años, quien daba cuenta de que no tenía noticias de su hijastro Lucas A., de 21, desde el día anterior, aunque se había enterado que estaba secuestrado en el baño de un hotel céntrico, según un mensaje de texto que recibió desde un celular de un amigo del chico. Así las cosas, los uniformados se trasladaron a un edificio ubicado en San Martín al 1100, donde, en la habitación 10 del décimo piso, dieron con Diego R., de 29. Los policías le preguntaron por Lucas, pero éste dijo no tener noticias, dijeron voceros del caso. Entonces, una voz desde el interior del baño de la habitación pidió auxilio, y los uniformados entraron.

En el baño, efectivamente, estaba Lucas A., y en la habitación había otros dos jóvenes. Según dijo el chico, lo habían interceptado un día antes en el Parque Scalabrini Ortiz cuatro hombres en un auto, que lo obligaron a subir a punta de pistola y lo condujeron al hotel con el fin de que “firmara unos papeles”. Añadió que, en un descuido de los supuestos captores, usó el celular de uno de ellos para mandarle un SMS a su padrastro, y apuntó contra a los dos muchachos que también estaban allí, hermanos identificados como Alan y Hugo C., de 22 y 24 años, respectivamente, como dos de los secuestradores.

Una vez en la comisaría 1ª, Lucas dijo que en realidad estaba en el hotel por voluntad propia, y que todo había sido parte de una discusión de pareja por el faltante, según Diego, de 300 mil dólares.

La denuncia, parte 2

Según fuentes del caso, Diego relató que conocía desde hace algunos años a Lucas, aunque fueron a vivir juntos recién hace diez meses. Añadió que a principios de este mes notó que le faltaban de su caja fuerte 300 mil dólares destinados a ser invertidos en un boliche de Rosario, pero que él no había autorizado a su pareja a usarlos, y que este joven le había reconocido vía telefónica ser quien se llevó los billetes. Y aseguró tener como prueba una filmación de una cámara de seguridad, lo que ya denunció ante la Justicia.

Una vez aclarado el entuerto, cada quien volvió a su casa, mientras la Fiscalía investiga si en alguno de los dos episodios denunciados se cometió algún ilícito.

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