Ciudad

Entre copas y bocados para degustar en la buena mesa

Por Paola Cándido.- Con una cata de vinos para menores de 30 y una propuesta de sabores y olores cerró Rosario Gastronómica.


“En una cata de vinos o en una degustación gastronómica se utiliza el paladar para degustar, también el olfato, el tacto, la vista y el oído. De ahí que el lugar ideal para catar debe ser bien iluminado, aireado, silencioso, carente de olores y a temperatura media. Y en el caso del vino, las copas a usar por los catadores deben ser transparentes e incoloras, para apreciar su color y brillo”. La definición, junto a otras, muchas, surgió de sólo una de las decenas de actividades que, a lo largo de la semana que pasó propuso Rosario Gastronómica 2012, la segunda edición de un festival que puso como centro de atención todo lo que se pueda poner encima de una mesa para degustar.

La actividad, que comenzó el lunes pasado y terminó ayer en distintos puntos de la ciudad –y que este año apostó a redoblar su público de turistas que visitaban Rosario y rosarinos que se quedaron en la ciudad– tuvo clases magistrales, menús promocionales, ciclos de cine, cata de vinos, cursos cortos y actividades especiales para niños. Todo se conjugó en Rosario Gastronómica 2012, un evento “único” y “dedicado a disfrutar de los mejores sabores y aromas de la ciudad”, según sus organizadores.

En ese marco, anteayer en el Museo Castagnino, avenida Pellegrini y bulevar Oroño, se realizó una cata de vino a cargo de los sommeliers Matilde Lozada y Martín Contreras. Se trató de una actividad gratuita y abierta, con una salvedad: estaba destinada a jóvenes menores de 30 años. Pera ellos se preparó una introducción al “mundo del vino” con previa charla sobre evolución sensorial, donde los catadores probaron con atención distintos tipos de vino para apreciar sus cualidades.

“La idea es dar la charla a los jóvenes y comentarles los beneficios que tiene el consumo del vino, ante otra bebida que se consume a esas edades. El vino es natural en el proceso de elaboración, por ejemplo, no interviene nada químico y tiene el control del Instituto Nacional de Vitivinicultura, INV, que sería como bromatología del vino. La función del sommelier es la comunicación del vino. En un restaurante te van a aconsejar cuál es el vino para acompañar determinado plato, en una degustación te van a decir cuáles son las bondades del producto que se está promocionando, o en este caso, el vino en general”, explicó el sommelier Martín Contreras.

Matilde Lozada, es sommelier desde 2008. “Es una pasión que compartimos y en esta charla planteamos un consumo responsable, poner el vino en el mismo lugar que cualquier otra bebida, y no es sólo para entendidos. El que quiera empezar a disfrutarlo puede empezar porque nunca es tarde y no hay que ser un experto”, sostuvo Lozada.

Por su parte, Augusto Saracco, presidente de la Fundación Rosario Cocina Ideas, (RCI), y mentor de Rosario Gastronómica contó: “La idea es introducir a los jóvenes al mundo del vino, desde el punto de vista didáctico y la idea es que los profesionales cuenten sus cualidades, cómo tomarlo, el porqué del vino”.

“Este año se inscribió más gente que el año pasado, la semana fue un éxito y calculamos que más de 7.000 personas comieron afuera en la semana y las actividades estuvieron llenas, la gente estuvo más informada”, sostuvo Saracco.

Sub 30 y sub 10

Como parte de las actividades, ayer, en el Museo de los Niños, Junín 501, hubo un Taller del Gusto para Niños, donde a través del juego, los “bajitos” tuvieron la oportunidad de entrenar sus sentidos y adquirir nociones generales de cata y distinguir, a través de los sentidos, diferentes percepciones relacionadas con la gastronomía.

Los chicos pudieron diferenciar lo ácido de lo amargo, el ajo del queso, la intensidad de los aromas, las texturas y reconocieron sonidos como por ejemplo, romper huevos y servir agua.

El chef Pablo Künzel es otro de los integrantes de Rosario Cocina Ideas, (RCI): “Comenzamos el año pasado a hacer esta actividad que tiene que ver con los chicos, para que a través de los cinco sentidos los acercamos a las nociones de cata y de degustación por la gastronomía. Hay una pequeña encuesta y los chicos van pasando por diferentes islas donde van distinguiendo diferentes sabores, ruidos, y a través de las frutas, por ejemplo, van reconociendo los colores. Queremos que los niños se acerquen a la gastronomía desde otro lado, desde la cuestión educativa”, apuntó.

Sofía y Gino tienen 7 y 10 años y son amigos. Llegaron al Museo de los Niños acompañados por la mamá ella, y lo disfrutaron los dos. Contaron la experiencia les “encantó”, y admitieron aunque acertaron en casi todos los aromas, no pudieron distinguir el queso.

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