Ciudad

Enseñanzas del nomadismo

Por Paulo Menotti.- En su paso por Rosario el poeta argentino-mexicano Eduardo Mosches habló de cómo su poética se nutre del recorrido de quienes lo antecedieron y de lo que él mismo buscó en los trazos de humanidad del hombre en sus momentos trágicos.


“¿En qué consiste la memoria para Eduardo Mosches?, ponerse de frente al espejo del pasado” afirmó el grupo de poesía rosarino Cuando el río suena. O por su herencia judía, será “las llaves tristes que han perdidos sus puertas”, retoman las poetas rosarinas que intentan conducirlo a la trama de la memoria de la muerte que marca el pasado de sus ancestros y el suyo propio. Sin embargo, la memoria no es la palabra elegida por Mosches porque, por una parte él ve el pasado en sintonía con “El ángel de la historia”, de Walter Benjamin, es decir, un ángel que observa lo que pasó estremecido por una catástrofe continua. Por otra parte y en oposición a esa imagen, el poeta se nutre del camino recorrido por quienes lo antecedieron y por lo que él mismo recorrió sobre sus pies buscando los trazos de humanidad del hombre en sus momentos trágicos.

Para Mosches no es la memoria, sino que todo eso se resume en la poesía. Invitado por el grupo Cuando el río suena (con quienes dio una charla en los Altos de Librería Ross) y por el Museo de la Memoria, el poeta presentó su producción en Rosario. En una entrevista con El Ciudadano, el “mexicano de origen argentino” –como él mismo se define– deslizó estampas de su vida y habló de la lírica latinoamericana.

—Dijo que nació poeta siendo mexicano.

—No totalmente porque es una verdad a medias. Mi padre era poeta y narrador, y en mi casa había libros. Entonces tuve un componente de lectura previa. El legado familiar me dio pie para la lectura, pero estuve como congelado a la posibilidad de la escritura. Sólo puedo contar algunas poquitas cosas que hice. México me dio pie a darme a mí mismo permiso para escribir.

—¿Qué cargó en su mochila nómade su herencia judía y cómo influyó en su recorrido al escribir poesía?

—El nomadismo me ayudó bastante, no tanto la judeidad porque tengo una herencia bastante laica, una tradición de libre pensamiento. Esa misma mirada de libre pensador me incentivó a ser crítico en los lugares donde la apoyaba, me posibilitó ser crítico en Israel ante lo que acontecía con los palestinos, me posibilitó ser crítico en Alemania cuando (a principios de los años 70) los jóvenes cuestionaron al país con su mirada antifascista intensa. Después vine a la Argentina donde entré en un ámbito de militancia no peronista sino trotskista, como buen turco. Y la mochila se fue llenando de cosas, eso es verdad. Y eso me posibilitó ser abierto en un nuevo espacio en el que las angustias eran menores. Esto significa que las angustias de la militancia eran fuertes, tanto en Israel como en la Argentina, donde siempre es fuerte la militancia. Ya no podía mirar atrás y ese momento en México me dio la posibilidad de abrir la mochila y ver salir las cosas. Después verlas ya entregado al proceso de escritura, al proceso de hablar, de crear, de establecer un desarrollo.

—¿Cómo ve la poesía latinoamericana en la actualidad?

Yo creo que hay muchas formas poéticas. Hay una aventura muy interesante que es un acercamiento a lo que fue la vanguardia de inicios del siglo XX, de Vallejos, Huidobro, por un lado. Ahora existe un espacio donde los jóvenes latinoamericanos se lanzan a la escritura, yo diría de una manera más arriesgada que en España, donde está anquilosada.

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