Economía

¿La tercera es la vencida?

En dos años de crecimiento, el gobierno no pudo reflejar datos positivos en la recuperación de ingresos

En 2021 y 2022 la actividad económica creció, pero los salarios continuaron retraídos. A fines de 2022 se producía más que en 2015, pero los ingresos se hundieron un 25% respecto a aquel entonces


El Frente de Todos ingresa a su último año de la actual gestión con datos que exponen una macroeconomía en alza y que anticipan su tercer año consecutivo de crecimiento, algo que no se daba desde el gobierno de Néstor Kirchner. Lo paradójico es que durante este trienio, las mejoras no fueron suficientes para materializarse en una recuperación del salario de trabajadores registrados, ni mucho menos de los no registrados.

Claro que la pérdida de ingresos excede a la actual gestión, ya que es un síntoma que la economía padeció en seis de los últimos siete años, con excepción del 2017. Al finalizar el 2022 se observó la particularidad de que la actividad se encontraba incluso levemente por encima de los últimos registros del 2015, pero el nivel salarial se hundió un 25% respecto a ese momento. Incluso con más actividad que en aquel entonces, los salarios parecen estar cada vez más lejos de algo parecido a una recuperación.

Mientras tanto, el ministro de Economía Sergio Massa avanza con una gestión condicionada por un nivel de inflación difícil de controlar, que aparece como la mayor amenaza para los trabajadores y que será el mayor obstáculo para el Frente de Todos durante la campaña electoral. Luego de un 2022 en el que el promedio salarial volvió a perder contra la inflación, se reeditará la tensión en las distintas discusiones salariales, pero también se reabrirá el debate en la interna oficialista, sobre cómo se debe redistribuir ese crecimiento que exponen los datos macro.

Un informe del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma analizó lo sucedido con el salario real a lo largo de estos tres años de gestión del FDT, pero también lo ocurrido durante el gobierno de Mauricio Macri. Sobre el contexto actual, advirtieron que una economía en crecimiento y un mercado de fuerza de trabajo donde el empleo formal siguió recuperándose, no se tradujeron en una mejora salarial. Más bien todo lo contrario: el salario promedio anual de los trabajadores registrados medido por el Ripte cayó durante los tres años del gobierno de Alberto Fernández y el escenario todavía impide hacer proyecciones para el 2023.

“En otras palabras, la actual gestión generó los mecanismos para que la economía vuelva a crecer, sin perjuicio de los interrogantes que puedan plantearse sobre la sustentabilidad de este proceso en el mediano plazo, pero fracasó en su objetivo de recuperar el salario real, que siguió deteriorándose año a año aunque con una magnitud mucho menor a la de 2018 y 2019”, sostuvieron desde el Observatorio.

A contramano del deterioro que sufrieron los salarios, luego de la pandemia la actividad volvió a encarrilarse. El informe de la CTA Autónoma expuso este comportamiento a través de un cuadro que grafica ese escenario. En la actualidad la actividad se encuentra en valores levemente superiores a los de octubre de 2015, mientras que el nivel salarial es un 25% inferior. Se produce lo mismo pero la remuneración de los trabajadores es sustancialmente menor.

Pero la pérdida no queda expuesta solamente tomando como referencia el Ripte, ya que la información proveniente del Índice de Salarios elaborado por el Indec permite arribar a conclusiones similares. El promedio salarial acumula seis años seguidos de retroceso, en gran medida impulsado por la pérdida de ingresos de los asalariados no registrados que sufrieron una caída muy superior a la de los trabajadores registrados del sector privado y los del sector público.

Desde el Observatorio consideraron que la razón de este estancamiento salarial en un contexto de recuperación de la actividad económica a partir de 2021 está estrechamente vinculada al aumento de la inflación, que provocó que las negociaciones salariales corrieran permanentemente por detrás de los precios y que, en el mejor de los casos, pudieran alcanzarlos en los últimos meses del ciclo paritario de cada actividad.

Es necesario tener en cuenta también que la negociación colectiva sólo permite discutir colectivamente los salarios de los trabajadores y trabajadoras del sector privado y de una parte del sector público, estando todavía vedada para una gran parte de quienes se desempeñan en los distintos niveles del Estado y de todos aquellos que no están registrados.

“De esta manera, resultó prácticamente imposible, a excepción de contados casos sectoriales, pujar por un aumento de la participación de los trabajadores y trabajadoras en el excedente que fue apropiado crecientemente por los empleadores, modificando regresivamente la distribución funcional del ingreso”, indicó el informe de la CTA Autónoma.

Esto refiere a que la participación de la remuneración al trabajo asalariado sobre el valor agregado bruto pasó del 51,2% en el tercer trimestre de 2016 al 43,6% en el mismo período de 2022, mientras que el excedente de explotación tuvo un comportamiento inverso, pasando del 42% en 2016 al 46,1% en 2022.

¿Es lo que hay?

En ese contexto de pérdida, las señales enviadas por el gobierno nacional en aquellas instituciones que impactan sobre el ingreso de los trabajadores y las trabajadoras también obstaculizaron la recuperación del salario real.

Por un lado, el Salario Mínimo, Vital y Móvil perdió terreno contra la inflación en seis de los últimos siete años, con la excepción de 2021. En diciembre de 2022 se encontraba un 8,3% por debajo del nivel del mismo mes de 2019, y un 30,6% debajo de diciembre de 2015. Incluso los incrementos previstos para el primer trimestre de 2023 tampoco generarán una recuperación significativa.

Algo similar ocurrió con las jubilaciones, en todos los casos la actualización fue inferior a la inflación, lo que en parte fue compensado por la instrumentación de bonos discrecionales que no alcanzaron a la totalidad de los beneficiarios de estas prestaciones y que no se incorporaron a los haberes con carácter permanente. En el caso de las jubilaciones y pensiones, en 2022 los haberes previsionales fueron un 9,3% más bajos que en 2019 y un 27,4% inferiores a los de 2015.

De cara a lo que pueda ocurrir durante este 2023, desde el Observatorio sostuvieron: “El escenario para los trabajadores y trabajadoras no luce promisorio. La actividad se retrajo en septiembre, octubre y noviembre, y el programa impulsado por el gobierno nacional para contener la inflación incluye medidas que le pondrán límites en el corto plazo al crecimiento económico (ajuste del gasto público, suba de tasas de interés, restricciones a las importaciones)”.

Por otra parte, cabe tener en cuenta que durante este año las exigencias provenientes del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevalecerán e incluso podrían ser más exigentes. De manera que, si en un contexto de crecimiento la recuperación del salario real quedó pendiente, difícilmente pueda revertirse en un escenario más complejo. Hasta el momento, la negociación colectiva y las herramientas tradicionales de política de ingresos (salario mínimo, jubilaciones, asignaciones familiares, programas sociales) no fueron suficientes incluso en un contexto relativamente favorable.

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