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El tío Vargas Llosa y los visitadores

Elogiado escritor y polémico político, es parte de la reunión liberal en Rosario.

Una vez más Rosario recibe figuras de la derecha nacional e internacional que intentan hacer pie en puntos importantes de América latina. Entre ayer y el próximo viernes, nuestra urbe junto a Buenos Aires volverán a recibir visitas de los impulsores del neoliberalismo, la política que triunfó en los 90 en la Argentina de la mano de Carlos Menem. Los repetidos nombres del staff derechista internacional, que reúne a los mayores exponentes del discurso anticubano y antibolivariano, se darán cita en nuestro país para atacar la ley de Medios, la unidad latinoamericana y las experiencias políticas populares en curso en la región.

Los peruanos Mario y Álvaro Vargas Llosa (publicistas del neoliberalismo y acérrimos opositores a toda forma de poder popular), los españoles José María Aznar (ex presidente que impulsó la invasión a Irak y apoyó el golpe de Estado contra Hugo Chávez en abril de 2002) y Esperanza Aguirre (presidenta del Partido Popular madrileño), los chilenos Joaquín Lavín (delfín del ex dictador Augusto Pinochet) y Cristian Larroulet (ministro secretario general de Sebastián Piñera), el uruguayo Luis Alberto Lacalle (ex presidente), el boliviano Jorge Quiroga (ex presidente, acusado por narcotráfico y violación de los derechos humanos, opositor a Evo Morales), los venezolanos Marcel Granier (presidente de la emisora venezolana RCTV, que apoyó e impulsó el golpe a Chávez en 2002, razón por la cual cinco años después no se le renovaron las licencias a sus medios) y Corina Machado (diputada de la Asamblea Nacional Venezolana, opositora y golpista) y Carlos Alberto Montaner (escritor cubano-americano por décadas vinculado a la CIA). A último momento, la cubana Yoani Sánchez, agente reclutada para servir a los intereses de Estados Unidos bajo el disfraz de inocente bloguera, a quien Wikileaks señala por su estrecha relación con la diplomacia estadounidense en Cuba, además de ser vicepresidenta regional de la SIP (organización patronal de periódicos de las Américas con sede en Miami), decidió no venir a la Argentina.

Todos estos personeros de la destrucción del Estado social fueron convocados por la Fundación Libertad (creada en Rosario en 1988 por un grupo de empresarios, profesionales e intelectuales, acérrimos defensores del neoliberalismo), la Fundación Pensar (“usina de ideas del PRO”, como la denominan los macristas) y Fundación para el Análisis de los Estudios Sociales (Faes, creada en 1989 y estrechamente vinculada al conservador PP de España).

Ya se conoce en parte la agenda de los ilustres visitantes. El objetivo es desprestigiar a los nuevos gobiernos de América latina que desde hace casi una década vienen llevando adelante el mandato del pueblo que los apoyó en las urnas. Este grupo de personas está molesto con lo que llaman el “populismo”, un rótulo con el que intentan confundir a la opinión pública porque no soportan ningún tipo de ayuda social, pero tampoco ningún gasto social, ya sea en educación, salud o seguridad.

Si tomamos a los representantes argentinos vamos a tener una idea de quiénes son y qué piensan. Ricardo López Murphy, por ejemplo, es uno más de este conjunto. Su experiencia duró un suspiro durante el gobierno de Fernando de la Rúa porque, en plena crisis de 2000 y 2001, intentó cortar aún más los aportes a educación. Si vemos lo que sucede en Chile, nos damos cuenta de la receta que se repite. En el país trasandino, la educación es privada en su mayor parte y para estudiar mucha gente del pueblo debe endeudarse. Aznar y Aguirre dan fe de que en España se sigue esa estrategia de gobierno. El pueblo vive en la desesperación de la desocupación, del desahucio (ya hay más de 300 mil familias que perdieron sus hogares) y del ajuste que recorta “gastos” en educación y salud; lo que aumenta el desempleo y recorta beneficios a los ciudadanos.

Nos podemos preguntar: ¿qué vienen a enseñar esta gente? Argentina ya padeció hambre y aún sufre la pobreza que dejaron las políticas delineadas por la última dictadura militar y el gobierno de Menem continuó y profundizó. No merecemos volver a esa situación y el pueblo lo sabe muy bien.

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