Ciudad

Demolición mata tradición

El próximo sábado, El Bodegón de Refinería cocinará su último plato

El sábado 21 los encargados prepararán un menú especial para despedir el mítico restaurante. Después de 23 años demolerán la casona de Vera Mujica y Arenales para un nuevo proyecto inmobiliario


Fotos: Franco Trovato Fuoco.

El barrio Refinería nació con la primera fábrica de azúcar del país y se convirtió en el primer barrio obrero. En la esquina de Vera Mujica y Arenales funcionó durante más de un siglo un almacén de ramos generales, un conventillo, un bar de tapas y El Bodegón que sobrevivió al vértigo de los cambios. Hasta ahora. El legendario restaurante servirá su último plato el 21 de diciembre. El inmueble, que data de 1903, será demolido para un nuevo proyecto inmobiliario, uno de los tantos en la zona.

Horacio y Jerónimo Colivilni (padre e hijo) son los que llevan adelante el negocio que tiene una impronta de las viejas pulperías y, claro, que está inundada de historias. En 1997 abrió bajo el nombre de Pepito el Marinero hasta que la crisis de 2001 los obligó a cerrar por un tiempo.

A principios de 2002 reabrieron sus puertas con el nombre de El Bodegón. Pero este año los dueños que le alquilaban el lugar al clásico comedor tomaron la decisión de vender el inmueble para que allí se levante un proyecto inmobiliario.

“Este lugar siempre perteneció a la familia Pastoriza. Ahora, los dueños son la tercera generación, es decir, los nietos. La familia tuvo negocios y después alquilaron el local a distintas personas. Las constructoras vienen ganando terreno en el barrio”, contó Jerónimo Colivini.

El joven rememoró que pisó el restaurante desde su más tierna edad. Sus otros cuatro hermanos también, pero cada uno tomó otro rumbo. Allí, los Colovini festejaron cumpleaños, aniversarios, fiestas y uno de los momentos más importantes: el casamiento del hermano mayor.

“Festejamos los 80 años de mi abuela y el casamiento de mi hermano. En varias oportunidades abrimos el restaurante sólo para un cliente. Algunos ya se volvieron como parte de la familia. A todos los tratamos por igual, con buen trato. Claro, hay más afinidad con algunos que con otros”, explicó el joven que cuando terminó el secundario comenzó a trabajar y a dedicarle su tiempo full time al rubro gastronómico.

Ambientado

No sólo de comida se trata El Bode de Refinería. Es también un viaje al pasado por su decoración, sus colores y sus olores.

Botellas, botellones, radios, cuadros, viejas chapas, máquinas de escribir de antaño, sifones de soda, pavas, balanzas, jarras de pingüino, relojes, patentes, máquinas registradoras, cacharros, latas de cervezas de distintos lugares del globo, trofeos, patas de jamón de utilería que cuelgan del techo, raquetas, discos de pasta y hasta un piano que fue donado por un cliente, visten a este clásico bodegón.

“Muchas cosas se consiguieron en casa de antigüedades y en remates. Otras se fueron rompiendo y algunos clientes aportaron objetos de familiares que murieron o se mudaban a lugares más chicos y tenían que deshacerse de ciertas cosas”, contó el encargado del lugar.

Templo de la cocina

En la carta del restaurante, los platos cuentan historias y lugares. “La comida es casera de distintas regiones en base a lo que era el barrio y de las mixturas que había: italiana, española y de olla”, dijo Jerónimo.

El encargado contó que algunos de los platos que más salen son las tortillas españolas, la entraña marinada al chimichurri, las gambas al ajillo, las pastas caseras, los guisos, los estofados y toda la variedad de tapeo.

“Algunos clientes y personal del restaurante también aportaron sus recetas”, expresó el joven. Actualmente, en el lugar trabajan siete personas, tiene una capacidad para unos 80 clientes adentro y otros 35 en la vereda.

“En otros tiempos hubo más personal porque había otro tipo de servicio. Ahora lo manejamos de forma más familiar. Los sábados son los días que más se trabaja, vienen unos 80 comensales”, contó.

A los bifes

Una de las fechas donde más se trabaja en El Bodegón es para el día de la madre, del padre, del amigo y el de los enamorados; y para éste último festejo, más de una pareja perdió la compostura. No se armaron grescas de grandes dimensiones, pero Jerónimo recordó que una pareja comenzó a discutir en una de las mesas y la mujer (no se sabe el motivo) le vació una botella de vino en la camisa de su “peor es nada”.

“Una noche llegó una pareja y pidió la bebida. Discutieron y se fueron. Al rato llegó otra y pasó lo mismo. Era en la misma mesa, la número 13. También hubo propuesta de casamiento”, recordó.

De arte y artistas

A pesar de que el restaurante está en una zona escondida que no es un corredor gastronómico, por el lugar pasaron músicos, actores y hasta se hicieron producciones cinematográficas y videoclips de bandas.

“Vinieron a comer La Renga y actores como Darío Grandinetti. Filmaron una parte de la película de Alberto Olmedo que no se pudo terminar por falta de fondos. También se hicieron books de fotos de cumpleaños 15”, señaló Jerónimo.

El final

Horacio y Jerónimo entienden que es el cierre de una etapa. El fin de un ciclo y el principio de nuevos proyectos. Para el próximo sábado 21 están cocinando una despedida con bombos y platillos: habrá degustaciones, pinchos de tortillas y chorizos, entre otras exquisiteces. Hasta un cliente les sugirió que el gran banquete sea con tarjeta. Todo está por definirse.

“A la gente le gusta más bailar sobre la tumba del muerto que sobre el lecho del recién nacido”, fue el breve mensaje que quiso remarcar Horacio, creador de varios proyectos gastronómicos como Pasaporte, Piluso, Tirando a Jugoso y La Chernia, el Chucho y la Cholga, entre otros.

En el último individual que hicieron, una parte reza: “Estamos armando una nueva jugada, una nueva casa para seguir compartiendo con ustedes nuestra deliciosa cocina”.

En el barrio Refinería (hoy Islas Malvinas) conviven universos paralelos: pobres y adinerados, servicios del primer mundo y no tanto. En la esquina de Vera Mujica y Arena quedará en la memoria y el paladar de muchos el aroma de la cocina casera.

La decisión ya está tomada. Los proyectos inmobiliarios llegaron a la ochava y nadie sabe cuál será el futuro de esas veredas.

Contra la demolición

“Basta de demoliciones” es un grupo de Facebook que fue creado para valorar el patrimonio arquitectónico rosarino y para bregar por políticas de resguardo y preservación.

Por el cierre del mítico bodegón de barrio Refinería los integrantes del grupo decidieron juntar firmas para que no pase lo peor. Pero ante la inminente decisión desistieron. Antes del cierre, planearon hacer un abrazo en la puerta del lugar y compartir una última cena como despedida.

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