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El Papa insta a una reforma financiera ética

Francisco I se refirió a la crisis económica mundial. Afirmó que “los hombres son considerados como bienes de consumo” y pidió que la reforma financiera sea a favor de los más pobres.


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El papa Francisco afirmó hoy que en la crisis económica que atraviesa el mundo “los propios seres humanos son considerados como bienes de consumo que pueden ser utilizados y desechados”. En este sentido, pidió una reforma financiera ética, en favor de los más pobres.

El papa pronunció esta mañana un vibrante discurso ante cuatro embajadores que presentaron sus cartas credenciales -de Kirguistán, Antigua y Barbuda, el Gran Ducado de Luxemburgo y Botswana- y ante los que, por primera vez desde que fue elegido el 13 de marzo, habló de las causas y consecuencias de la crisis financiera.

“Sería conveniente realizar una reforma financiera que fuera ética y, a su vez que comportara una reforma económica saludable para todos”, dijo el argentino Jorge Bergoglio en su discurso ante los diplomáticos, ante quienes expresó enfáticamente: “¡El dinero debe servir y no gobernar!”.

En ese marco, agregó que el Papa “ama a todos, ricos y pobres; pero el Papa tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promoverlos” e instó a la “solidaridad desinteresada y a un retorno de la ética en favor del hombre en la realidad económica y financiera”.

Según informó el Vaticano, el pontífice afirmó que en la actualidad “el miedo y la desesperación se apoderan de los corazones de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos”, donde “la alegría de vivir va disminuyendo; la indecencia y la violencia aumentan; la pobreza se vuelve cada vez más impactante”.

“Se tiene que luchar para vivir, y, a menudo, para vivir sin dignidad”, aseveró Bergoglio, para quien “una de las causas de esta situación se encuentra en nuestra relación con el dinero y en nuestra aceptación de su imperio y dominio en nuestro ser y en nuestras sociedades”.

Para Francisco, “la crisis mundial que afecta las finanzas y la economía parece poner de relieve sus deformidades, y, sobre todo, la grave falta de su orientación antropológica, que reduce al hombre a una sola de sus necesidades: el consumo”.

“Y peor aún, el ser humano es considerado hoy como un bien en sí que se puede utilizar y luego desechar. Esta deriva se verifica a nivel individual y social”, consideró.

En ese contexto, habló del “desequilibrio” que se produce cuando “los ingresos de una minoría van creciendo de manera exponencial y los de la mayoría van disminuyendo”, y que proviene de “ideologías que promueven la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera”.

“Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone de forma unilateral y sin remedio posible, sus leyes y sus reglas”, concluyó.

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