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El levantamiento libio, a oscuras

El estricto control ejercido por el cada vez más debilitado Gaddafi deja poco margen para el "ciberactivismo".

La fuerza popular se convirtió en hazaña. En sólo semanas cayeron dos gigantes de Medio Oriente: Egipto y Túnez pusieron de rodillas a sus históricos dictadores. Ambos levantamientos fueron seguidos por millones de testigos alrededor del planeta por cadenas de televisión, radio y redes sociales como Facebook y Twitter. El efecto dominó llegó ahora Libia, donde además del uso desproporcionado de fuerza contra la disidencia, el gobierno del líder Muamar Gaddafi emplea una férrea censura a los medios de comunicación, lo que dificulta la obtención de información de primera mano.

A pesar de los fuertes controles de las autoridades, en Egipto y Túnez los detalles de los movimientos finalmente encontraron su vía de escape. Desde la transmisión en directo de la cadena de televisión Al Yazira, hasta videos de los manifestantes en YouTube, las revueltas pudieron ser observadas. Pero el puño de hierro de Gaddafi logró vendarle los ojos a la población libia y al extranjero, al punto que se desconoce el alcance y volumen de las protestas.

De acuerdo con Arbor Networks –una compañía que supervisa los movimientos de la Red–, el fin de semana los servicios de internet en Libia fueron nulos durante las manifestaciones contra el régimen. Es como si el país hubiese decretado un “toque de queda nocturno de internet”, afirmó Jim Cowie, el cofundador de Reneysys, otra firma que monitoriza la web.

“Actualmente la mayor parte de los websites son inaccesibles desde el país y el acceso a internet está siendo masivamente bloqueado”, agregó por su parte el blog NeoSmart. Entre los afectados figura YouTube, censurado desde que fueran publicados videos de la familia de Gaddafi y de opositores al régimen.

Mientras que en Egipto y Túnez las masas juveniles coparon las redes sociales para organizarse políticamente contra el poder, en Libia el estricto control deja muy poco margen para el “ciberactivismo”.

El bloqueo a la televisión también es férreo. La cadena qatarí Al Yazira denunció que su señal fue atacada y distorsionada en varias de sus frecuencias. La emisora, cuyo papel en las revueltas en la región fue indispensable, transmite a través de canales alternativos.

En los últimos días la oficialista Al Yamahirya mostró imágenes de cientos de civiles concentrados en Trípoli que manifestaron su apoyo incondicional al régimen. Los presentes lanzaron además consignas en contra de Al Yazira. “Digan a Al Yazira que no queremos a nadie más que no sea nuestro líder”, afirmaban los manifestantes.

Esta desinformación se suma a que los dos únicos diarios privados del país dejaron de publicarse el mes pasado después de que las autoridades les negaran el acceso a las rotativas públicas alegando impago de las facturas.

Otros países reaccionaron de maneras variadas para tratar de evitar que se propaguen los vientos revolucionarios y se focalizan sobre todo en internet. Mientras en los últimos días las restricciones en el tráfico web se notaron en Bahrein, Yemen y Marruecos –donde ya estallaron violentas manifestaciones contra las autoridades de turno–, Irán creó una Fiscalía de Internet para luchar contra lo que llama “crímenes modernos”, que incluyan actividades “difamatorias” de la oposición.

Más lejos, en China, el gobierno de Hu Jintao bloqueó todo tipo de informaciones a modo preventivo: “Revueltas en Egipto” o “Cae un líder por las masas tras treinta años en el poder”. Esas noticias no tienen lugar en el gigante asiático.

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