El Hincha Mundial

Opina José Odisio

El equipo de todos… o de nadie


“Hay mucho mito sobre la selección”. Tiene razón Javier Mascherano. Cada vez que el elenco albiceleste no anda bien, se apunta a conflictos internos, a diferencias entre los jugadores y el cuerpo técnico, y especialmente se refuerza la hipótesis que el equipo lo arman Messi y su club de amigos. Y si todo esto fuera cierto, tendríamos problemas más serios que quedar afuera del Mundial, por más que irse rápido de Rusia sería muy doloroso.

¿Está todo bien? ¿No hay un quiebre entre el plantel y Sampaoli? Obviamente que no. Ver las prácticas de argentina dejan en claro que la relación de los futbolistas con el entrenador están en terreno de conflicto. No hay feeling, y eso no se compra ni se impone. Y el propio Mascherano confesó, casi pisando el palito, que si bien los jugadores no tratan de “imponer” nombres, se busca llegar a un acuerdo para que el grupo se “sienta bien”.

¿Es todo un invento de la prensa? Si uno escucha a Chiqui Tapia debería pensar que sí, pero la propia presencia del presidente de AFA en la conferencia es una señal de que mucho de lo que se dijo es verdad. Chiqui, con su estilo “señorial y bien atinado”, pidió un gesto a los comunicadores “hoy tienen la oportunidad de demostrar que son argentinos”. Aunque en otro momento de su exposición se le escapó una especie de amenaza: “Instalan y tergiversan información. Hoy está todo desvirtuado, pero eso lo vamos a dejar para después del Mundial”.

Tapia viene embalado. Primero contribuyó a la paz mundial al no ir a jugar a Israel. Y ahora va por la paz nacional, al pedir un gesto de unidad de jugadores, cuerpo técnico, periodistas e hinchas. Imaginar lo que podría suceder si Argentina llega a instancias decisivas es impensado.

Así, los incrédulos, los operadores, los malisiosos, los oportunistas, lo amigos, los enemigos, los hinchas optimistas por naturaleza, y también los desilusionados, todos, absolutamente todos, tienen que tener un gesto patriótico y ayudar a Argentina a seguir en Rusia. Y para eso hay que ganarle a Nigeria, con un equipo que no se sabe quién lo define. Porque lo que ¿quedó claro? Es que no lo arma Sampaoli, tampoco los jugadores y mucho menos Chiqui Tapia. Estamos en manos de Dios.

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