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La Unión Europea empezó a debatir la política migratoria

Con más de 1.000 personas esperando en las aguas del Mediterráneo para que algún país los acoja, los líderes de 16 países del bloque buscan respuestas conjuntas para dar alguna solución a la situación.


Tras la clausura de la cumbre informal sobre inmigración en la que participaron 16 países de la Unión Europea este domingo en Bruselas, los jefes de Estado coincidieron en que hubo “progresos” y “primeros consensos” en el urgente tema, de cara a un acuerdo en el Consejo Europeo la semana próxima.

Con más de 1.000 migrantes esperando en las aguas del Mediterráneo para que algún país de la Unión Europea (UE) los acoja, los líderes de 16 países del bloque buscan respuestas conjuntas para dar alguna solución a la situación de emigrantes y refugiados que huyen de sus países.

Si bien las posturas previas al encuentro pendulaban entre crear centros de desembarco y un duro control de las fronteras, pasando por acuerdos bilaterales, a la salida, el discurso predominante fue resaltar los puntos en común.

La canciller alemana, Angela Merkel, afirmó que hay coincidencia en que “no se puede dejar solos” a los socios más afectados por la llegada de la inmigración irregular y que los refugiados “no pueden elegir” en qué país piden asilo.

La mandataria carga con mucha presión dentro de su gobierno de coalición, que tambalea al ritmo de lo que sucede con el tema migratorio. Sus aliados de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), liderados por el ministro del Interior, Horst Seehofer, amenazan con una ruptura del bloque de gobierno si no hay un giro restrictivo que devuelva a los refugiados al país donde se registraron al ingresar en la UE.

Seehofer le dio a Merkel un ultimátum para consensuar una solución a nivel europeo en la cumbre y amenazó con implantar unilateralmente controles fronterizos, de no lograr ese objetivo.

Por su parte, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, aliado de la alemana y confiado en que haya acuerdo, calificó a la cumbre como “un paso adelante” y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colao, ofreció esa ciudad como “puerto seguro” para los más de 1.000 inmigrantes que navegan a la deriva.

“En este momento, más de 1.000 personas están a la deriva en siete embarcaciones e Italia pretende dejarlas en manos de Libia, donde se tortura, viola y esclaviza a las personas; Barcelona se ofrece como puerto seguro”, escribió en Twitter.

El mandatario francés, Emanuelle Macron, también alineado con Alemania y España, celebró “un primer consenso” puertas adentro y del “enfoque de conjunto” para soluciones externas “como la protección de las fronteras” e internas “para los movimientos secundarios”.

“Es el único modo de tratar la crisis”, resumió el francés a la salida de la reunión, según replicó la agencia de noticias EFE.

Partidario de una línea más estricta y, a horas de negarle la apertura de su puerto para 300 personas bloqueadas en el Mediterráneo, el primer ministro de Malta, Joseph Muscat, dijo que el encuentro había sido “una señal de que hay una voluntad de ir hacia más cambios operacionales” en la política migratoria europea y que se había desarrollado “mejor de lo esperado”.

“Espero que haya cumplido el objetivo de entendernos mejor los unos a los otros la semana que viene”, dijo Muscat a la prensa, donde además recordó que “hay personas en el mar ahora mismo” y “la situación escalará” si no se toman decisiones en los próximos días.

En la misma línea se pronunció el primer ministro belga, Charles Michel, que aboga por un control más “estricto” de las fronteras exteriores quien dijo que si los países continúan trabajando en “medidas realmente operacionales” será posible conseguir “progresos” el próximo jueves.

El ala más dura contra la inmigración la encarna el nuevo gobierno italiano y su flamante premier, Giuseppe Conte, quien esta mañana pidió un “cambio radical”, recriminó la falta de apoyo del bloque durante años y el incumplimiento de las cuotas de acogida de refugiados.

A la salida de la reunión, Conte tuiteó que volvían a Roma “decididamente satisfechos” y subrayó: “Hemos dado la dirección correcta al Debate actual. Nos vemos el jueves en el Consejo Europeo.”

Italia es uno de los países adónde llegan más inmigrantes o refugiados. La mayoría de las embarcaciones que parte de las costas libias y atraviesa el Mediterráneo tiene a Italia como destino. Sólo en 2017 llegaron por esa vía 120.000 personas.

El nuevo Ejecutivo italiano anunció una línea dura que ya impuso con la negativa al atraque de barcos de ONG con migrantes rescatados del mar, como el Aquarius, que amarró en España, o el barco de la ONG alemana Lifeline, que sigue en el mar desde hace tres días.

Alexis Tsipras, el primer ministro de Grecia, un país destino de miles de refugiados, fue más sincero y dijo que “el gran dilema” al que se enfrenta la Unión Europea (UE) es si quiere “soluciones europeas” a un “problema europeo” o “creemos que cualquier país tiene que resolver el problema por sí mismo”.

Según Tsipras, el hacer frente en solitario a la cuestión migratoria “es una idea que tienen algunos Estados miembro, que creen que si el problema no está en su patio trasero, no lo tienen que afrontar, mostrar solidaridad o encontrar soluciones comunes”.

Los ausentes son los países del Grupo de Visegrado -Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia- que rechazan el sistema de cuotas de reparto, piden más control de las fronteras y crear centros de acogida fuera de la UE, una posición que comparte Austria, que asumirá en julio la presidencia del Consejo.

Esta reunión fue el prólogo de los debates del 28 y 29 de junio del Consejo Europeo que abordarán la migración, seguridad y defensa, asuntos económicos y financieros y el Brexit.

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