Policiales

Infierno grande

El brutal homicidio de un anciano que alteró la tranquilidad de un pueblo

Lelio “Lele” Chilliuti tenía 82 años. Lo encontraron muerto en su casa con 16 martillazos en la cabeza. A 34 días del crimen la comuna de Díaz, pequeña localidad ubicada a 74 kilómetros de Rosario, no cesa en su pedido de Justicia y vive con miedo por temor a que haya entrado la droga


Los ecos del asesinato de Lelio “Lele” Chilliuti, el anciano de 82 años muerto a martillazos en Díaz, a 74 kilómetros de Rosario, todavía afectan la vida cotidiana de esa localidad de 1700 habitantes. Este jueves se cumplen 34 días del crimen, y las manifestaciones de vecinos se repiten semana a semana con un claro pedido: la detención del o los homicidas. Una medida que depende de la Fiscalía de Homicidios de Coronda, que aún no tiene ningún sospechoso tras las rejas. Esa circunstancia inquieta a la población: “El pueblo está con miedo. Él o los asesinos están en el pueblo, están entre nosotros. No sabemos si incluso van a las marchas”, describió Ramón Simi, uno de los residentes que, a través de las redes y en contacto con los medios, clama por el esclarecimiento del caso.

El 14 de junio no fue una jornada más para Díaz. A las 17.30 un hombre que levanta quiniela en moto llegó a la casa del jubilado Lele Chilliuti, en San Luis y Lehmann, donde vivía con gallinas, un perro y con un patio con vegetación. Cuando el quinielero abrió la puerta se encontró con el anciano en medio de un charco de sangre. Tenía la cabeza destrozada, estaba en calzoncillos y la vivienda estaba revuelta. Además en la habitación había un martillo, presuntamente el arma homicida.

La escena fue peritada, se tomaron huellas y rastros. La hipótesis principal es que se trató de un homicidio en ocasión de robo. Al día siguiente una mujer fue detenida y luego imputada por encubrimiento agravado: en su casa encontraron un televisor de Lele. Su explicación fue que encontró el aparato tirado en la calle. El miércoles siguiente quedó en libertad.

Una medida que ordenó el fiscal Jorge Nessier fue que la mujer quedara bajo la tutela de otra persona y que fijara domicilio en otra localidad. Así la imputada recaló en Bernardo de Irigoyen, a media hora de distancia de Díaz. En diálogo con Radio Dos, Ramón Simi contó que los vecinos también le pusieron sus restricciones: en asamblea decidieron “que no la quieren más en el pueblo”.

El crimen caló hondo en Díaz, donde el hermetismo en torno del caso genera impaciencia. Incluso, según Ramón Simi, los vecinos firmaron un petitorio para que el fiscal Nessier se presentara en el pueblo, lo que no ocurrió. Aunque el funcionario del MPA sí accedió a reunirse con el presidente comunal y una comitiva de vecinos.

Un rumor recorre la localidad del departamento San Jerónimo: se comenta que Lele ganó unos 9 mil pesos en la lotería, que exageró la cifra al comentarlo con conocidos y que el dato llegó a los oídos de alguien con malas intenciones. Por lo pronto, son sólo suposiciones para vecinos cansados de “la burocracia judicial”.

“Las pruebas demoran. No hay ningún acusado. Hay teléfonos secuestrados, hay huellas, hay ADN, pero nos dijeron que los peritajes tardan de tres a cinco meses”, contó Simi.

Para el vecino de Díaz, el crimen de Lele alteró la cotidianidad de Díaz. “De lunes a viernes cuando los chicos se van a trabajar o estudiar a Rosario quedamos 1400 o 1300 habitantes. La gente grande tiene terror. Ya no quiere salir de noche. Hay mucha gente sola. Tenemos un grupo de Whatsapp para alertarnos. Vivimos así”, dijo con resignación Simi.

Agregó además que en el pueblo se sospecha que “la droga” penetró el tejido social, como en las grandes urbes. A ese fantasma relacionan la saña con que mataron al anciano. “Sospechamos que hay problemas de drogas. Una persona normal le pegaría dos cachetadas y le saca todo lo que tiene, pero acá le pegaron 16 martillazos en la cabeza. Eso es estar fuera de sí, no es estar en sus cabales. Entonces, por eso creemos que (el o los homicidas) estaban drogados”.

En ese marco, este miércoles vecinos de Díaz se reunieron a las 20 en el correo local para marchar hasta el hospital. Una manifestación que llevan a cabo periódicamente “en distintas horas según las decisiones de los vecinos”. Además, todos los fines de semana montan una carpa en la entrada del pueblo, en la ruta provincial 65, donde entregan folletos a los viajantes para que el caso no quede en el olvido “y hasta dar con los asesinos de Lele”.

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