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El Bicentenario también está hecho de inventos

Por: Mariano Escobar

Una serie de innovaciones como la birome, el dulce de leche, el colectivo, un sistema dactiloscópico para la identificación de las personas, además de importantes aportes a la medicina mundial, se han desarrollado durante los últimos doscientos años en la Argentina, país de grandes inventos.

A partir de estudios científicos, el ingenio, la curiosidad o simplemente el azar, distintas personalidades creativas dejaron su huella en la historia nacional y en la mayoría de los casos sus invenciones trascendieron las fronteras.

En la Argentina el Día del Inventor se conmemora el 29 de septiembre, fecha de nacimiento de Ladislao José Biro, el creador del bolígrafo, popularmente conocido como birome.

Nacido en Budapest, Hungría, Biro emigró a la Argentina en 1940, adoptó la nacionalidad, y desde entonces patentó más de trescientas ideas como la tinta para bolígrafos, la aplicación práctica del principio de sustentación magnética para trenes –más tarde implementado en Japón–, la boquilla para cigarrillos con carbón activado, el retractor automático para bolígrafos y un sistema para el enriquecimiento del uranio, entre otros.

Muchos inventos nacionales trajeron invalorables aportes para la humanidad, como la innovación de René Favaloro que en mayo de 1967 realizó la primera operación de puente aorto-coronario en el mundo, técnicamente llamada bypassia.

Anteriormente, el 9 de noviembre de 1914, Luis Agote realizó por primera vez en el mundo una transfusión con sangre almacenada y en base a un método inventado por él.

Otra importante creación fue la de Juan Vucetich, croata nacionalizado y empleado de la Policía de la provincia de Buenos Aires, quien en 1891 inventó –aunque nunca patentó– el Sistema Dactiloscópico Argentino para la identificación de las personas, empleado al año siguiente para resolver un caso.

Otro invento bien argentino es el colectivo, uno de los transportes más usados en el mundo que fue creado por el taxista Ángel Di Césare y su amigo carpintero Alejandro Castelvi, quienes transformaron una Buick en un vehículo para unos seis pasajeros y el 24 de septiembre de 1928 realizó su primer recorrido por las calles de porteñas.

Otro caso emblemático es el del dulce de leche, que, según se cuenta, nació el 24 de junio de 1829 en la estancia La Caledonia a partir de un descuido de la cocinera de Juan Manuel de Rosas que se olvidó la leche con azúcar en el fuego y cuando regresó se encontró con una mezcla dulce que tuvo muy buena aceptación cuando la ofreció.

Otras innovaciones que cita la Asociación Argentina de Inventores (AAI) son las siguientes:

1916. Raúl Pateras de Pescara inventa el primer helicóptero eficiente en la historia de la aviación mundial.

1929. Francisco Avolio inventa el primer amortiguador hidroneumático en el mundo.

1957. José Fandi inventa el secador de pisos de una sola pieza.

1989. Carlos Arcusín inventa la jeringa descartable y el capuchón de seguridad para agujas hipodérmicas, entre otras creaciones.

En la lista se pueden agregar al dogo argentino, la primera transmisión de radio en vivo, la milanesa napolitana, el sifón de soda recargable, la “Gran Willy” y la “mano de Dios”, entre otros inventos que ya forman parte del mito nacional.

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