Paola Cándido
El balneario La Florida cumple 80 años. La historia comienza cuando Carlos Escauriza se radicó en los terrenos ubicados en la zona costera sin urbanizar, que estaba cubierta por una gran vegetación. En esos tiempos la Prefectura Naval prohibía bañarse en la zona norte de la ciudad porque era peligroso para los visitantes del río. Por ese motivo, Escauriza, junto con la ayuda de su familia, decide desmalezar y limpiar ese sector de playa, donde actualmente está el estacionamiento del balneario La Florida. Y el 8 de noviembre de 1928 se inauguró el primer balneario de aguas abiertas de la ciudad junto a la parrilla La Peña.
En esa época la playa estaba boyada para marcar la zona habilitada, tenía dos carteles que rezaban: “Prohibido bañarse fuera del límite de las boyas” y “Prohibido bañarse con mallas sin polleritas”, a riesgo de ser acusadas las mujeres de exhibiciones obscenas y detenidas por los guardavidas. Así fue creciendo por el boca a boca y por los volantes que se repartían en la estación Rosario Norte.
La Peña, balneario y parrilla, funcionó hasta el año 1933, fecha en que en base al proyecto presentado por Escauriza al intendente Esteban Morcillo, la Municipalidad de Rosario se hizo cargo del balneario, y lo habilitó el 21 de febrero de 1933, con el nombre de balneario La Florida.
Los rosarinos veranean en esta zona desde fines del siglo XIX y actualmente hay un balneario concesionado que cuenta con una extensa playa de 400 metros de arena, arcos para la práctica de fútbol, servicio de limpieza en forma permanente, baños con duchas de agua fría y caliente, tres bares de playa, un minimercado y el alquiler de sombrillas y reposeras. El sector de río está señalizado con boyas para bañarse, y un estacionamiento en el lateral norte con una capacidad para 500 automóviles. Dispone de servicio de emergencias con consultorio médico y ambulancia; además de una lancha equipada con motor fuera de borda destinada al salvamento acuático, personal de guardavidas debidamente habilitado y seguridad privada.
Más de 210 mil personas visitaron el balneario La Florida desde octubre del año pasado hasta marzo de este año. Con esa cifra la tradicional playa rosarina marcó un récord histórico, ya que superó al mayor registro de su trayectoria, que fue en 2004 con 76 mil bañistas.
Oscar Borra, presidente del Consejo Administración Costanera de Rosario, asegura que el balneario es un escenario en el que se pueden sintetizar playa, río y sol. “En la medida que esos tres elementos coincidan, está claro que va a ser exitoso. Además del aporte que uno trata de darle desde la administración para brindar mejores servicios”.
Borra agregó: “Este año le dimos prioridad a mejorar cuestiones de accesibilidad, mejoramos los senderos de madera, se construyeron dos baños para discapacitados e incorporamos una silla anfibia, que permite a personas con discapacidades poder sumergirse en el río. Fue una experiencia inédita, por lo menos para Rosario. La idea para la próxima temporada es brindar ese servicio con mayor capacitación e incorporar algunas más”.
El balneario La Florida cuenta con un grupo de personas que juegan al tejo y compiten diariamente los fines de semana y en distintos lugares del país, con la camiseta que los identifica. A mediados de abril competirán en Paraná y durante este año se está programando que en la competencia nacional de tejo el balneario participe del cronograma.
“Es una satisfacción que una playa tan emblemática como es La Florida cumpla 80 años, seguimos con el entusiasmo de siempre y pensar en brindar mayores y mejores servicios para la próxima temporada, tanto para los rosarinos como para las personas que se acercan de turismo nacional e internacional”, concluyó Borra.
Carlos Germán Escauriza nació el 28 de mayo de 1890 en Rosario, se graduó en la Universidad de La Plata como perito nacional en agricultura y ganadería. Se casó y volvió a la ciudad en 1919 y un año más tarde se radicó en los terrenos ubicados en la zona costera entre las calles Buchanam y Pago Largo del barrio La Florida.
Además ejerció como profesor de botánica en la Escuela de Jardinería de Rosario. Tuvo una familia numerosa: 13 hijos que fueron instruidos desde chicos por su padre, en todos los aspectos referentes al río y los placeres de la cocina.
“Mis cenizas van a ser esparcidas ahí”
Edgardo Redondo es uno de los socios vitalicios de La Florida. Desde su más tierna edad su familia lo llevaba al balneario. “No tenía ni un año cuando me llevaban mis padres y además trabajaba toda mi familia. Tengo muchas amistades, todos mis cumpleaños los festejo en el balneario, es una gran parte de mi vida”, afirma.
Edgardo rememora anécdotas a lo largo de sus años en el balneario. “Una mala época fue durante la dictadura cuando mataron a un muchacho, Ernesto Sabao, que tenía un bar. Estaba bajando la escalera de Ricardo Núñez, que desemboca en el balneario, y lo acribillaron. Él bajaba todos los mediodías con la mujer y su hija chiquita al balneario a almorzar, fue como una película. El Concejo hizo en su nombre, sobre una columna, en la entrada del lado sur del balneario, una placa de mármol blanca”.
Este hombre de 60 años, amante del río y el sol, cuenta que desfilaron muchos personajes por el balneario. “A uno de ellos le decían el Tío Elías, era un viejo libanés que nació en Damasco. Todos los días llegaba a las 6. Venía con una camioneta y empezaba a descargar de todo: primero armaba como una especie de toldo, llevaba el equipo de música, no le faltaba nada”, recuerda con entusiasmo. “Vivo arriba del balneario, es como el segundo patio de mi casa y representa mucho. Cuando bajo siempre me encuentro con alguien, mate de por medio. Tengo amistades hasta con los guardavidas, es algo muy especial y el día que me muera mis cenizas van a ser esparcidas ahí”, resaltó.
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