Edición Impresa

El avance de la lectura masiva

Las bibliotecas populares van ganando terreno en el país y desde la feria del libro, en Buenos Aires, presentan un sistema informático que ampliará y agilizará su espectro de conectividad con el lector.

María del Carmen Bianchi, directora de la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (Conabip), destacó hoy el papel que tienen estas sociedades civiles como catalizadoras culturales, creadas sin fines de lucro y agrupadas desde hace 140 años para promover la lectura.

En diálogo con Télam, Bianchi se refiere a las bibliotecas populares (BP) como “un movimiento social dedicado a la cultura” que además de acercar a los vecinos de unas 2.200 comunidades de todo el país al libro y ciertos formatos digitales, presta un servicio de formación en derechos civiles.

Los vecinos encuentran en las bibliotecas no sólo un espacio donde conectarse con la lectura, también son un lugar de consulta e investigación –los que entran con sus computadoras portátiles cuentan con wi fi gratuita para navegar en internet– o para el cuidado ciudadano, allí encuentran gente capacitada que los pone al tanto sobre sus derechos civiles.

En la Feria del Libro, el local que la Fundación El Libro cedió a la Conabip tiene un mapa interactivo que muestra la ubicación de esas bibliotecas y la base que van desarrollando para prestar un mejor servicio a los usuarios. Quienes visitan el local, en el Pabellón Azul, se llevan en forma gratuita el libro El futuro siempre estuvo aquí, una compilación publicada en 2010 con cuentos de ciencia ficción de autores argentinos contemporáneos.

“El servicio de las bibliotecas populares va mejorando según avanza la renovación digital emprendida hace seis años”, reconoce Bianchi, que incluye entrega de equipamiento como escaners y computadoras; conectividad gratuita con acceso a 3 megas de banda ancha –obra de la Secretaría de Comunicaciones (Secom)– y un sistema de software libre mediante el cual se comunican los bibliotecarios y administran cada centro.

Ese software libre de gestión, el digiBP 2010, resultó ser “el mayor de Latinoamérica –una sorpresa para la titular de Conabip–, con unos 150 mil usuarios, más de 700 BP adheridas y un catálogo colectivo que permite la interconsulta sobre la situación de los socios y los prestamos libreros”.

El desarrollo de la red digital contempla un portal con radio, aula virtual, un catálogo colectivo, un área de consulta para quienes quieren realizar los trámites de inscripción a la Conabip, y un espacio donde los bibliotecarios votan los libros que compran centralizadamente y al amigo de las BP, este año, Alejandro Dolina.

¿Qué implica esta concepción? “Partir de la idea de que las bibliotecas populares no tienen que pensar al Estado como padre o patrón sino como asociación”.

“Es importante que los bibliotecarios entiendan que cada entidad trabaja por sí misma y que todas juntas configuran un movimiento con poder y carácter que les conviene aprovechar”, asevera.

Por eso “la Conabip les enseña a negociar, administrar y hacer las alianzas que a cada uno le convenga mediante cursos, charlas y encuentros –agrega–. Ese es uno de los motivos de la invitación que cada dos años les hacemos a la Feria del Libro”.

“Desde 2005 –recuerda– cuando el ex presidente Kirchner propuso apoyar a las BP desde la perspectiva de un movimiento social dedicado a la cultura, ese movimiento superó los 27 mil voluntarios en todo el país”.

Ese apoyo significó la creación de la partida presupuestaria que duplicó el ingreso que hasta el momento el Estado destinaba a la BP, conformado por un porcentaje de lo recaudado por la Lotería Nacional.

A partir de ahí se emprendieron las acciones que Bianchi describió al principio, “aunque nunca es bastante –aclara–, los bibliotecarios tienen que pagar sueldos, luz, teléfono… siempre es necesaria la colaboración de la sociedad y de los gobiernos locales”.

Algo fundamental, remarca, porque “sería criminal perderlas, las BP producen circulación de cultura y la falta de oportunidades no siempre es por falta de dinero, en lugares sin librerías si no hay bibliotecas no podés leer, pero donde el ingreso económico no es un problema si no existe el hábito tampoco se lee”.

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