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Donde hablar de muerte es tabú

En Qunu, el pueblo donde nació Nelson Mandela, consideran que es una falta de respeto referirse a la muerte de una persona que todavía está viva. Igual, cada uno de sus habitantes está pendiente de la salud del ilustre vecino.


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“¿Una ofrenda floral? Eso aquí no se hace”, suelta Penuel Mjongile, un pastor de Qunu, el pueblo de infancia de Nelson Mandela, donde la hipótesis de su muerte está en mente de todos pero en boca de nadie.

En esta localidad rural, a casi 900 kilómetros del corazón económico de Sudáfrica, nadie levantó un altar en honor del padre de la Nación, que debería ser enterrado aquí, cerca de su casa, construida en la ladera de una colina hace unos veinte años.

Aquí no se ven ramos, ni mensajes ni osos de peluche para desearle que recobre la salud, al contrario de lo que ocurre en los alrededores del hospital de Pretoria, donde el primer presidente negro del país, de 94 años, se encuentra en estado crítico.

“Nuestros deseos están presentes”, resume Penuel Mjongile, golpeándose el pecho con orgullo.

El anciano, con un abrigo largo para resguardarse del frío, lleva el ganado a pastar a un prado. “No se habla de la muerte de una persona que todavía está viva”, explica, dando por zanjadas las preguntas sobre un fatal desenlace de la situación de su ilustre vecino.

“Es un tabú mientras no suceda”, añade en voz baja. En la cultura africana, y más específicamente xhosa, la etnia de Mandela, hablar de la muerte de una persona que está agonizando es una falta de respeto. Por eso, la presidencia sudafricana, única habilitada para dar noticias de él, se limita a emitir comunicados lacónicos.

En Qunu, la prohibición es aún mayor. “Hay que respetar la voluntad de Dios y de los antepasados”, explica Lazola Nqeketo, en uno de los caminos del pueblo, donde la vida transcurre como siempre.

“No nos dicen nada”

“Sólo podemos esperar y tener esperanza –añade Nqeketo–. Algunas veces la esperanza aumenta; otras, se desvanece. Pero no podemos hablar de su muerte mientras no sea un hecho”.

Como no hablan de ello, los habitantes de Qunu se limitan a seguir las noticias por radio y televisión. “A veces pienso que me gustaría estar en Pretoria, con él, porque aquí no nos dicen nada”, confiesa el joven.

Durante los 27 años que permaneció detenido en las celdas del régimen racista del apartheid, Mandela rememoraba sus años en Qunu, las expediciones de pesca o los combates con palos en las praderas cercanas.

Cuando fue liberado en 1990, decidió construir allí una casa, cerca de las tumbas de sus padres. En julio de 2011, intentó establecerse en su casa de campo, en la que hizo reformas para agrandarla. Pero sus problemas de salud lo obligaron a ir a Johanesburgo para estar cerca de los mejores hospitales del país.

La infección pulmonar que no le deja tranquilo desde hace dos años y medio lo llevó de vuelta al hospital el 8 de junio en Pretoria. Desde ese día, periodistas, personalidades y la gente en general acuden al Mediclinic Heart Hospital, cuya verja está cubierta de mensajes de apoyo y de pequeños regalos.

No sucede lo mismo en Qunu. Sólo se ven algunos periodistas apostados frente a su residencia y se intuye el trabajo de unos obreros ocultos de las miradas por un muro.

La única actividad llega del exterior. La casa de Mandela está situada cerca de la carretera que une Ciudad del Cabo con Durban y, de vez en cuando, los automovilistas se paran para tomar una foto antes de proseguir su camino.

“No sabía que era la casa de Mandela, pero vi las cámaras y entonces me paré”, confesó Jabulani Mzila, tras bajar del coche.

Un matrimonio, acompañado de un niño, hace un alto delante de la vivienda. El niño lleva una flor campestre en la mano y la engancha en el cierre de la casa antes de irse. La florecilla se queda, como único testimonio del inmenso afecto que los sudafricanos sienten por su liberador.

La última morada y las miserias de la familia

Los restos mortales de tres hijos de Nelson Mandela fueron exhumados el último miércoles, después de una decisión de la Justicia sudafricana, para ser trasladados de retorno al pueblo de Qunu, la aldea donde el ex líder de la lucha contra el apartheid pasó su infancia y desea que lo entierren.

Los hijos de Mandela habían sido enterrados en Qunu, pero Mandla, el nieto mayor de Mandela y quien ejerce la jefatura del clan, los exhumó contra la voluntad de 16 miembros de la familia, que presentaron una demanda judicial.

Mandla habría trasladado los restos a Mvezo, a unos 30 kilómetros de Qunu, en 2011.

La familia Mandela acusa a Mandla de querer construir un sitio turístico en torno del panteón familiar, en Mvezo, pueblo del que es el líder.

Los restos que fueron exhumados pertenecen al hijo mayor de Mandela, Thembekile (que murió en 1969), a la niña Makaziwe (que falleció a los nueve meses de vida)  y el padre de Mandla, Magkatho, quien murió en 2005.

Mandla no se quedó de brazos cruzados al ver cómo la Justicia revertía su decisión de hace dos años y organizó una conferencia de prensa, difundida en directo para todo el país, para saldar las cuentas con varios miembros de la familia.

A Mandla no le importó que 16 miembros del clan hayan recurrido a la Justicia para trasladar los restos a Qunu, donde Nelson Mandela desea ser enterrado.

“Me encuentro en el centro del ataque de individuos que buscan un minuto de gloria y atención mediática a mi costa”, declaró.

Aunque se defendió de querer “lavar ropa sucia en público”, atacó personalmente a varios de ellos. Primero fue contra su tía Makaziwe: “En lugar de ser una fuerza de unidad, no ha hecho más que sembrar la división en la familia”. De su medio hermano Ndaba dijo que “él sabe que mi padre preñó a una mujer casada y él es el resultado de este acto”, mientras: de su otro hermano, Mbuzo, aseguró que “Fecundó a mi propia esposa” (Anaïs Grimaud).

A juzgar por las primeras reacciones en Twitter, a los sudafricanos no les han caído en gracia estas declaraciones.

“Felizmente el legado político de Mandela es demasiado fuerte para ser destruido”, “Uno no elige a su familia”, “Quizá sea un Mandela, pero no creo que sea un Nelson…”, se podía leer ayer en la red social.

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