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Destruido por la guerra, rehecho por la paciencia

Un tesoro arqueológico de cerca de tres mil años de antigüedad, descubierto en el desierto en Siria y destruido por un bombardeo, acaba de renacer de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial en Berlín.

Después de casi nueve años de trabajo, un equipo del Museo de Pérgamo está a punto de reconstruir unas 60 estatuas y bajorrelieves a partir de miles de fragmentos de basalto que fueron recuperados entre los escombros de un museo berlinés y que permanecieron olvidados durante décadas en la ex República Democrática Alemana (RDA).

“Hemos reconstituido más del 90 por ciento de las piezas provenientes del museo de Tell Halaf”, señaló a la agencia de noticias AFP Lutz Martin, el arqueólogo responsable del proyecto.

“De los 27.000 fragmentos nos quedan unos 2.000”, añadió.

El trabajo fue realizado por un pequeño equipo de arqueólogos, científicos y restauradores financiados por la familia de Max von Oppenheim, el hijo de banqueros y arqueólogo que descubrió el tesoro en el norte de Siria, cerca de la frontera turca, antes de la Primera Guerra Mundial.

Tras dos campañas de excavaciones en Tell Halaf (1911-1913 y 1927-1929), Von Oppenheim llevó gran parte del tesoro a Alemania, donde lo expuso en su propio museo.

El edificio fue demolido durante un bombardeo aliado en noviembre de 1943, destruyéndose así todas las piezas en madera y alabastro. Solamente sobrevivieron las piezas en piedra, aunque separadas en miles de pedazos y recubiertas por alquitrán proveniente del techo.

La reconstitución de este rompecabezas gigante, en tres dimensiones, resultó ser una tarea titánica.

“Al principio pensábamos reconstruir solamente una o dos de las principales figuras”, como los leones que guardaban la entrada del palacio arameo, señaló Martin.

“No sabíamos qué podríamos lograr porque ignorábamos la cantidad de materiales recuperados del museo destruido”, explicó Stefan Geismeier, encargado del trabajo de restauración.

Pero tras intentar reconstruir inicialmente la parte exterior de los objetos, para luego rellenarlos de cemento, el equipo se fue convenciendo de la posibilidad real de recuperarlos por completo.

“Contrario a un rompecabezas –en el que, a medida en que llegas al final, todo se vuelve más fácil– las cosas se complicaban cada vez más al avanzar, ya que los fragmentos tenían formas cada vez menos precisas”, indicó Martin, añadiendo que algunos eran tan pequeños como una uña, mientras que otros pesaban una tonelada y media.

Para determinar si los fragmentos eran interiores o exteriores, el equipo analizó su contenido mineralógico, sus propiedades y sus colores.

Luego, “cada objeto debía ser reconstruido en una sola operación”, para asegurar que los fragmentos de juntaban correctamente, señaló Geismeier.

Los objetos restaurados formarán parte de una exposición especial en Berlín a partir de enero de 2011. Eventualmente algunas de las estatuas serán incorporadas a un pórtico que será construido a la entrada del Departamento del Medio Oriente en el Museo de Pérgamo.

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