Las declaraciones de Victoria Di Salvo, la rosarina deportada de España la semana pasada, tras reunirse con el cónsul español Jesús María Rodríguez Andía, pintan por sí solas un panorama de incertidumbres y decepción difícil de desentrañar: “Salgo de bastante mal humor. ¿Por qué? Porque ellos sólo me pueden informar legalmente. Ningún tipo de resarcimiento, ni nada más que eso: tratarme bien y decirme cómo hacer el reclamo”. Ayer a la mañana, Victoria Di Salvo se reunió con el cónsul español a fin de informarse sobre qué le pasó, cuáles fueron las razones por las que no pudo ingresar a España y cómo puede hacer para garantizar su visita. Hasta el mediodía, no había recibido ningún tipo de resarcimiento o respuesta a sus reclamos, sólo palabras de solidaridad. Pero después de reunirse con el cónsul español Rodríguez Andía, y posteriormente con el secretario de Gobierno, Fernando Asegurado, una solución comenzó a vislumbrarse: “Con la ayuda del consulado y el Ministerio de Relaciones Extranjeras del país vamos a acompañar a la señora en la presentación de un recurso de reconsideración ante la oficina de Migraciones de España”, explicó Asegurado.
Algunas pocas horas antes, el panorama era diferente. Luego de la reunión con Victoria, quien se retiró muy decepcionada, Rodríguez Andía manifestó su incapacidad de ayudarla más allá del asesoramiento legal que ya le han ofrecido: “Ni en el consulado ni ninguna otra institución del gobierno español en Argentina puede autorizar o denegar la entrada de un ciudadano argentino en el país, y tampoco está en nuestras manos revocar la medida que la autoridad competente tomó en la aduana del aeropuerto”.
De todas maneras, el cónsul quiso subrayar que “en el momento de presentar el recurso ella tendrá asesoría letrada de oficio proporcionada por el Gobierno español, como la ha tenido mientras estuvo detenida en el aeropuerto; tendrá también acceso al consulado de Argentina, como también lo tuvo en el aeropuerto, y también que estamos trabajando conjuntamente con la Municipalidad para ver de asesorarla en la manera que se pueda resarcir el daño moral y económico que se ha sufrido si es que así se estima”.
Al respecto, Di Salvo aclaró, entre lágrimas, que de nada le sirve iniciar acciones legales: “¿Para qué quiero que dentro de 6 meses o un año me digan que tengo tanta cantidad de dinero por lo que pasó? Yo quiero el pasaje e ir a ver a mi hija”.
En función de estos planteos, el secretario de Gobierno aseguró que acompañarán a Di Salvo y su marido en todo lo que puedan hacer para que ella esté lo antes posible con su hija, quien está a punto de parir, y que él tenga la entrada a España garantizada, ya que tiene pasaje para el 25 de noviembre próximo.
Paradójicamente, la odisea de Victoria comenzó el 12 de octubre pasado, aniversario de la conquista de América por parte de los españoles. “Apenas llegué al aeropuerto de Madrid, a eso de las cinco de la mañana, me pidieron el pasaporte y otros papeles, que yo tenía y les mostré. Me preguntaron a qué me dedico en Argentina y cuando les conté que trabajo en un sanatorio, y que tenía 90 días de permiso sin goce de sueldo para viajar, me dijeron que en ningún lugar del país me pueden dar 90 días de vacaciones”, relató la mujer.
“Cerca de las doce del mediodía me llevaron a la «sala de inadmitidos», donde me dieron un abogado de oficio, que me dijo que lo único que podía hacer era, al otro día, apelar con el juez. A todo esto, ya me habían llegado los papeles que ellos querían, por lo que no tenían nada más que reclamarme”. A pesar de que hablar con el juez podría haber sido una oportunidad para explicar que sólo quería acompañar a su hija en el proceso de parto, que no pretende quedarse a trabajar allí, Victoria fue informada por la Policía del lugar de que en realidad nada podía hacerse, por lo que decidió volver.
El caso de Victoria, según informó Rodríguez Andía, “no es un caso tan infrecuente. El porcentaje de deportados es menos de uno por mil, pero al ser muchos los argentinos que viajan, se convierte en un número importante de personas afectadas”.
De este conflicto se desprendió ayer, tras declaraciones del diputado nacional Carlos Comi, el debate sobre si Argentina debe responder de la misma manera a los inmigrantes españoles. Di Salvo, por un lado, piensa que al no acatar esta propuesta “nos sentimos cada vez peor como argentinos, no somos nada. En cualquier país te dicen o hacen cualquier cosa y acá sigue bienvenido”.
A diferencia de lo que opina Victoria, Asegurado lamentó que sucedan estas cosas a ciudadanos argentinos, pero aun así se manifestó en contra de “favorecer las posiciones más duras de Europa. Hay que trabajar por el acuerdo, no devolver con lo que no nos gusta que nos hagan”. El cónsul, por otro lado, advirtió: “No opino sobre las opiniones de un diputado. No tengo posición, ésta es una cuestión meramente interna argentina”.