Ciudad

Fábricas de alimentos: la mitad recibió alguna multa

Desde 2009 clausuraron 20 establecimientos por no cumplir normas. El cierre es el último recurso.

Veinte firmas productoras de alimentos de la ciudad fueron clausuradas desde el año pasado y otras 200 fueron sancionadas por diversos incumplimientos de los estándares de salubridad. Desde el Instituto del Alimento de la Municipalidad de Rosario explicaron que los números están dentro de lo esperable y que realizan durante todo el año inspecciones y auditorías en el variado rubro gastronómico.

En diálogo con El Ciudadano, la directora del Instituto del Alimento de Rosario, Susana Dueñas, indicó que durante 2009 y hasta la actualidad, 20 de las 400 empresas productoras de alimentos que están instaladas en la ciudad fueron clausuradas a causa de distintas fallas de seguridad en el tratamiento y manipulación de productos. En tanto, el número de emprendimientos sancionados con multas fue de 200.

Un caso resonante, registrado en las últimas horas, es la prohibición por parte de la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria (Assal) de la comercialización de productos envasados (aceitunas, pepinos) de la marca rosarina Cialpil.

En la ciudad existen dos tipos de empresas productoras: las que poseen un Registro Nacional de Establecimiento (RNE), que permite el tránsito federal de los productos dentro del territorio nacional y en algunos casos hasta el Mercosur; y las que solamente pueden comercializarlos dentro del ejido rosarino. Según informó Dueñas, la amalgama del rubro de producción alimenticia es amplia y variada. Va desde panificación, hasta fabricación de pastas, bebidas analcohólicas –soda o jugo– lácteos y conservas.

A pesar de los números, la directora consideró positivo el funcionamiento general de la producción alimenticia en Rosario. “Abogamos por la implementación de las buenas prácticas de elaboración y manufactura. Estamos contentos porque en Rosario existen algunas empresas que llegan hasta el punto de tener objetivos de máxima como HCCP –estándar de seguridad alimenticia para la exportación–. Nuestro trabajo es de acompañamiento de las empresas, por lo que siempre pensamos primero en la suspensión de actividades antes que en la clausura”, explicó Dueñas, quien aseguró que no se encuentran en una caza de brujas. “Nuestro sistema está basado en el trabajo mancomunado entre el gobierno provincial, las distintas cámaras y asociaciones, y los establecimientos. Desde el Instituto del Alimento abogamos para que no se pierdan fuentes de trabajo y que se establezca la empresa. No hay que olvidarse de la pata social de las empresas gastronómicas desde la baja del empleo en el cordón industrial”, reflexionó.

Asesoramiento

Como parte del sector de auditorías del Instituto del Alimento, que funciona en Lima 865, los lunes, miércoles y viernes existe un grupo de asesores para quienes deseen instalar cualquier establecimiento de producción o distribución y venta de productos alimenticios. Allí, los interesados –abarcan desde quien desea abrir un restaurante hasta quien se propone fraccionar aceite– pueden informarse y capacitarse para realizar su emprendimiento de forma reglamentaria. “Además, tenemos los cursos de capacitación de manipulador de alimentos en un sistema descentralizado –funciona de mañana y tarde en los distintos Centros Municipales de Distrito–, que tiene una duración de tres años y funciona realmente bien”, indicó la directora. Según los datos aportados por el Instituto, en 2009 fueron capacitadas 12.700 personas para manipular alimentos, mientras que 4.700 revalidaron la libreta sanitaria. “En lo que va de 2010 ya tenemos inscriptas casi 8 mil y aún resta el aumento por el fin de año”, señaló, y recordó que es obligación de los dueños de los distintos establecimientos facilitar la asistencia de los empleados a los cursos, dado que de lo contrario no pueden ejercer la actividad”, advirtió.

Entre todos

“La inocuidad del alimento la construimos todos. No se puede tener un inspector por cada negocio o establecimiento productor cada día. Parece que nuestra mentalidad es: si no nos retan, no aprendemos. Sin embargo, exigimos la predisposición de las empresas –deben seguir el Código Alimentario Argentino– y los consumidores, que deben cuidarse”, argumentó la funcionaria.

Según Dueñas, en el Instituto trabaja un cuerpo de casi 30 auditores de distintos perfiles profesionales –licenciados en química, ingenieros en alimentos, agrónomos, veterinarios, farmacéuticos y especialistas en higiene y seguridad en la industria–, que nos permiten un abordaje integral de cada situación a relevar. De acuerdo con la directora del Instituto del Alimento, los programas de inspección funcionan durante todo el año a partir de los criterios de riesgo. Además, dependiendo de la época del año, se intensifican ciertos controles de auditoría.

“Durante los períodos estivales, se incrementa el seguimiento a, por ejemplo, las fábricas de bebidas analcohólicas –jugo, soda, etcétera–. Lo mismo pasa con las heladerías, que tienen su mayor actividad en el verano y en invierno se dedican a poner a punto la fábrica. Otro caso es el de los brotes de triquinosis que se dan en el otoño. Allí censamos los almacenes y granjas del cordón de la ciudad para verificar de dónde viene el chacinado para constatar que el cerdo faenado ha sido revisado por un veterinario”, sostuvo Dueñas. Según la funcionaria, en estos momentos el Instituto comenzó a trabajar de forma más intensa con lo que es sándwiches, heladerías y la cadena de frío en general.

Además de los programas constantes e intensificados por estación de inspección, el Instituto funciona en base a denuncias sobre mal estado de productos y condiciones de servicio gastronómico. “Más allá de lo programado tenemos la demanda continua que proviene de las denuncias, en las que los auditores –que funcionan por zonas y se rotan– trabajan a la par del resto de las reparticiones –fuerzas de seguridad e Inspección General– para relevar cada situación”, explicó. “Ahora se viene el verano, son meses sensibles porque se tiene que tener en cuenta la cadena de frío y los cortes de luz. Calculamos que recibiremos, como cada año, más denuncias telefónicas”, agregó. El sistema telefónico de denuncia –4804886/887– es gratuito y anónimo, salvo los casos de intoxicación, en los que se tiene que determinar la identidad para realizar la ficha epidemiológica.

Alimentos en los jardines

Consultada por la regulación de la actividad en jardines de infantes de la ciudad, Dueñas explicó: “Trabajamos de forma conjunta con la Secretaría de Promoción Social de la Municipalidad para sociabilizar la problemática. Venimos trabajando con los 33 centros Crecer, donde se elaboran alimentos, y los 200 jardines de infantes de la ciudad”.

Según la funcionaria, durante el año pasado y el corriente el Instituto realizó siete capacitaciones para maestras y responsables de este tipo de establecimientos educativos. “Trabajamos con los responsables para que repiquen nuestras inquietudes con los padres. Se les otorga información nutricional y de procedimiento para armar una vianda nutritiva que no arriesgue la salud de los niños con alimentos dentro de la cadena de frío”, señaló.

De acuerdo con Dueñas, el Instituto realiza una labor similar en los geriátricos de la ciudad. “Estos cambios (para las empresas) no ameritan grandes inversiones sino modificaciones de actitud”, expresó. Y añadió también que si bien no pueden regular de forma completa la actividad de venta ambulante por su errática dinámica sí se intenta concientizar sobre la correcta manipulación de alimentos. “Exigimos que los productos tengan trazabilidad  –registro de origen– y apelamos a la responsabilidad del consumidor”, concluyó Dueñas.

Comentarios

10